La búsqueda de fuentes de energía renovable y constante lleva a explorar principios físicos menos convencionales. Uno de ellos es la ósmosis, un proceso natural donde el agua se mueve a través de una membrana semipermeable desde una zona de baja concentración de sal a una de alta concentración. La tecnología PRO, o Ósmosis Inversa de Presión Retardada, invierte este flujo natural aplicando una presión externa al agua salada, pero con un giro ingenioso para la generación eléctrica. En lugar de solo desalar, el sistema aprovecha la diferencia de presión entre el agua dulce y el agua salada para impulsar una turbina y generar electricidad de forma limpia.


El mecanismo de la tecnología PRO

El corazón del sistema es una membrana especializada que solo permite el paso de moléculas de agua, bloqueando la sal. Cuando el agua dulce de un río y el agua salada del mar se colocan a ambos lados de esta membrana, el agua dulce tiende a fluir hacia el lado salado por ósmosis, aumentando la presión en ese compartimento. En la PRO, este flujo y el consiguiente aumento de presión se controlan y redirigen. El agua a alta presión resultante se conduce a través de una turbina acoplada a un generador, produciendo electricidad antes de que el agua se mezcle finalmente con el mar. Esencialmente, se convierte la energía química del gradiente salino en energía mecánica y luego en eléctrica.

Ventajas y desafíos actuales

La principal ventaja de este invento es su potencial como fuente de energía base renovable, ya que puede funcionar de manera continua siempre que haya una fuente de agua dulce y salada, como en los estuarios de los ríos. No produce emisiones directas y su huella visual es relativamente baja comparada con otras infraestructuras. Sin embargo, los desafíos son significativos y frenan su implementación masiva. La eficiencia del proceso depende críticamente del desarrollo de membranas más duraderas, resistentes a la suciedad biológica (biofouling) y capaces de soportar altas presiones de forma económica. Además, la necesidad de pretratar el agua para evitar la obstrucción de las membranas añade complejidad y coste al sistema.

Aunque suene a la solución perfecta para ciudades costeras, la realidad es que, por ahora, conseguir que una membrana sobreviva más de un par de años al asedio constante de la vida marina y los sedimentos es un reto tan grande como hacer que un cubo de rubik se resuelva solo con la mirada. La promesa está ahí, pero la naturaleza es experta en poner obstáculos microscópicos.