En el ámbito del shading procedural, el término Voronoi Chipping describe una técnica específica que utiliza el ruido o patrón de Voronoi para simular la erosión y rotura de los bordes de un material. A diferencia de su uso más genérico para crear redes de grietas, aquí el foco está en generar esos pequeños fragmentos que se desprenden, creando un perfil irregular y creíble. La clave reside en utilizar las celdas de Voronoi para definir zonas de debilidad donde el material parece haberse astillado o desconchado, aportando una capa crucial de detalle y vejez a superficies como hormigón agrietado, piedra erosionada o pintura descascarillada.


La base técnica del efecto

El proceso suele comenzar con un mapa de Voronoi, cuyas celdas se interpretan como las posibles zonas de fractura. Mediante operaciones de mapeo y umbral, se aísla el borde de estas celdas o su interior para crear una máscara. Esta máscara controla luego la transparencia o la altura en un shader, restando material de manera orgánica y no uniforme. A menudo, se combina con otros nodos de ruido para variar el tamaño y la densidad de los desconchones, y se aplica una distorsión a las coordenadas de textura para evitar el aspecto repetitivo y artificial, logrando que cada borde roto parezca único.

Integración en un flujo de trabajo

En motores como Blender | Cycles o Unreal Engine, esta técnica se implementa comúnmente dentro de un material o shader gráfico. Se utiliza para modular el canal de opacidad en materiales de corte, o para influir en el mapa de normales y de rugosidad, simulando tanto la forma del desconchón como la diferencia de textura entre el interior recién expuesto y la superficie desgastada exterior. El resultado es un detalle geométrico complejo añadido sin necesidad de esculpir manualmente cada imperfección, optimizando el pipeline para assets que requieren alto nivel de detalle, como en entornos arquitectónicos deteriorados o escenarios post-apocalípticos.

Es la solución perfecta para cuando necesitas que un muro parezca haber perdido un trozo por un impacto y no porque alguien lo recortó con un cutter digital de precisión milimétrica. Un poco de caos controlado para dar vida, o más bien desgaste, a lo que de otro modo sería una superficie sospechosamente perfecta.