Dos rutas ancestrales llevaron a los humanos a Australia hace 60.000 años
La migración humana hacia Australia hace sesenta mil años no fue un evento único, sino que involucró al menos dos rutas distintas a través del sudeste asiático. Nuevas evidencias genéticas y arqueológicas revelan que grupos de humanos modernos siguieron caminos separados, posiblemente adaptándose a diferentes entornos y recursos durante su travesía. Este descubrimiento redefine nuestra comprensión sobre cómo se pobló este continente, mostrando una complejidad mayor a la que se pensaba inicialmente.
Evidencias genéticas y arqueológicas
Los estudios de ADN antiguo y los hallazgos en yacimientos clave indican que una ruta siguió la costa norte a través de lo que hoy es Indonesia, mientras que otra se adentró más al sur, cruzando puentes terrestres expuestos durante periodos glaciares. Estas poblaciones mantuvieron cierto aislamiento genético durante milenios, lo que sugiere que su encuentro en Australia fue gradual. Los análisis de herramientas de piedra y restos fósiles apoyan esta dualidad en los patrones migratorios.
Impacto en la diversidad humana
La llegada por dos vías distintas explica parte de la rica diversidad genética observada en las poblaciones aborígenes australianas actuales. Cada ruta aportó adaptaciones específicas a desafíos como cambios climáticos y la navegación en aguas abiertas. Este proceso no solo enriqueció el acervo genético, sino que también facilitó la rápida colonización de diversos ecosistemas en el continente.
Es irónico pensar que, tras un viaje tan épico, los primeros australianos probablemente no tenían que lidiar con visas ni fronteras cerradas, solo con océanos, bestias prehistóricas y el caprichoso clima de la era glacial.
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