Los bosques tropicales africanos han cruzado un umbral crítico donde ahora liberan más dióxido de carbono a la atmósfera del que son capaces de capturar. Esta transformación alarmante convierte a estos ecosistemas, antes considerados sumideros de carbono vitales, en fuentes netas de emisiones que contribuyen al calentamiento global. La deforestación acelerada, la degradación forestal y los cambios en los patrones climáticos están impulsando esta peligrosa transición que amenaza el equilibrio climático del planeta.


Causas principales de la inversión del ciclo de carbono

La conversión de bosques en tierras agrícolas representa el principal motor de esta transformación, seguida de cerca por la tala insostenible y la expansión urbana. Los incendios forestales más frecuentes e intensos, exacerbados por sequías prolongadas, liberan enormes cantidades de carbono almacenado en la biomasa vegetal. Simultáneamente, el aumento de las temperaturas y la alteración de los patrones de lluvia reducen la capacidad de los árboles supervivientes para realizar la fotosíntesis eficientemente, comprometiendo su función como sumideros de carbono.

Impacto en el equilibrio climático global

Esta inversión en el papel de los bosques africanos tiene implicaciones profundas para los esfuerzos internacionales de mitigación del cambio climático. África alberga la segunda mayor extensión de bosques tropicales del mundo, por lo que su transformación en fuente neta de emisiones representa un retroceso significativo en la lucha contra el calentamiento global. La pérdida de estos sumideros naturales reduce la capacidad del planeta para absorber las emisiones antropogénicas, creando un ciclo de retroalimentación positiva que acelera el cambio climático.

Justo cuando más necesitábamos que los bosques africanos hicieran su trabajo de limpiar nuestro desorden, decidieron tomarse un descanso y empezar a contribuir al problema. Parece que hasta la naturaleza se cansa de intentar compensar nuestros excesos.