Las esporas del musgo Physcomitrium patens han demostrado una resistencia extraordinaria tras una exposición prolongada al vacío del espacio en la Estación Espacial Internacional. Durante nueve meses, estas diminutas estructuras soportaron condiciones extremas, incluyendo radiación ultravioleta intensa, falta de atmósfera y fluctuaciones térmicas drásticas. Sorprendentemente, más del ochenta por ciento de las esporas lograron sobrevivir a esta prueba límite, y muchas de ellas germinaron sin problemas al ser devueltas a la Tierra, lo que subraya su robustez biológica en entornos hostiles.


Mecanismos de protección y supervivencia

La clave de esta hazaña radica en la protección natural que ofrece el esporofito, una estructura que envuelve a las esporas y actúa como un escudo contra los factores adversos del espacio. Esta barrera no solo las aísla de la radiación ultravioleta letal, sino que también las preserva del vacío y los cambios bruscos de temperatura, que pueden oscilar entre el calor y el frío intenso en cuestión de minutos. Los investigadores estiman que, bajo condiciones similares, las esporas podrían mantenerse viables hasta por quince años, abriendo la puerta a experimentos de larga duración en órbita o más allá.

Implicaciones para la exploración espacial y ecosistemas extraterrestres

Este hallazgo tiene profundas implicaciones para futuras misiones de colonización en la Luna o Marte, donde la introducción de organismos resistentes podría ayudar a estabilizar ecosistemas artificiales. Aunque aún se investigan posibles daños en el ADN que podrían afectar a largo plazo, la capacidad de las esporas para germinar tras semejante estrés sugiere que ciertas formas de vida terrestre podrían adaptarse a entornos alienígenas. Esto no solo impulsa la búsqueda de métodos para terraformar otros mundos, sino que también refuerza la idea de que la vida es más tenaz de lo que pensábamos.

Parece que estos musgos tienen más aguante que algunos astronautas después de un viaje espacial, demostrando que a veces la naturaleza nos da lecciones de resiliencia con un simple bocado de verde.