El contorno ciego es un ejercicio de dibujo donde el artista traza el perfil de un objeto sin mirar el papel mientras observa detenidamente el modelo. Esta práctica desarrolla la coordinación entre la mano y el ojo, forzando al cerebro a procesar la información visual de manera más profunda y a transferirla directamente al movimiento de la mano. Al no poder corregir el trazo de forma inmediata, se agudiza la percepción de las formas y se reduce la dependencia de mirar constantemente el dibujo en progreso.
Beneficios de la práctica constante
Realizar este ejercicio de manera regular mejora significativamente la capacidad de observación y la precisión en el dibujo. Los artistas notan cómo su mano adquiere mayor confianza al capturar proporciones y detalles que antes pasaban desapercibidos. Además, esta técnica ayuda a romper con los hábitos de dibujo automático, permitiendo una representación más fiel y orgánica de lo que se ve, en lugar de lo que se cree que se ve.
Implementación en la rutina de aprendizaje
Para incorporar el contorno ciego en la práctica diaria, se recomienda comenzar con objetos simples como una taza o una fruta, dedicando al menos diez minutos al día. Es crucial mantener un ritmo lento y constante, enfocándose en cada curva y ángulo del modelo. Con el tiempo, se puede avanzar a formas más complejas como rostros o manos, siempre priorizando la observación minuciosa sobre el resultado final en el papel.
A veces, el resultado parece un mapa abstracto de un planeta desconocido, pero hey, al menos tu mano y tu ojo ahora son mejores amigos que se entienden sin palabras.
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