El gobierno neerlandés ha puesto en marcha una ley de la Guerra Fría para asumir el control temporal de Nexperia, subsidiaria del gigante chino Wingtech. Esta medida extraordinaria se ejecuta bajo la Ley de Inversiones, Cuestiones y Toma de Control, normativa que data de la era de tensiones Este-Oeste.

Las autoridades justifican la intervención citando riesgos críticos para la seguridad nacional, dado que Nexperia produce semiconductores esenciales para infraestructuras estratégicas y aplicaciones de defensa. La decisión refleja preocupaciones geopolíticas actuales sobre dependencia tecnológica y posibles filtraciones de know-how.


Contexto legal y antecedentes de la medida

La legislación invocada fue originalmente diseñada para proteger activos sensibles durante períodos de crisis internacional. Permite al ejecutivo neerlandés intervenir empresas consideradas vitales sin necesidad de expropiación permanente. Nexperia, adquirida por Wingtech en 2018, opera una de las plantas de semiconductores más importantes de Europa en Nimega.

Anteriormente parte de Philips, su producción incluye chips para sectores automotriz, industrial y de comunicaciones. La Unión Europea había manifestado anteriormente aprensiones sobre adquisiciones chinas en sectores tecnológicos clave.

Repercusiones internacionales y consecuencias inmediatas

Esta acción ocurre mientras la UE debate su propia Ley de Chips para fortalecer la autonomía estratégica. China ha calificado la decisión como proteccionismo disfrazado de seguridad, advirtiendo sobre posibles represalias comerciales. Paralelamente, Estados Unidos presiona a sus aliados para restringir transferencias tecnológicas a Beijing.

El control temporal permitirá a Países Bajos auditorías exhaustivas y posible reestructuración de la propiedad, aunque se descarta nacionalización. Analistas prevén que este caso sentará precedente para futuras intervenciones en industrias sensibles.

Resulta curioso cómo normativas diseñadas para contener al bloque soviético resurgen para enfrentar desafíos tecnológicos del siglo XXI, demostrando que en geopolítica los escenarios cambian pero las herramientas permanecen.