El duelo infantil con magia en Les Contes du pommier

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Les Contes du pommier, conocido en inglés como Tales from the Magic Garden, es un largometraje de animación que acaba de estrenarse en la Berlinale y ahora compite en el Festival Internacional de Cine de Animación de Annecy 2025. Este filme, que llegará a cines en abril de 2026, es una coproducción europea entre República Checa, Eslovaquia, Eslovenia y Francia, con un enfoque muy especial, contar historias para ayudar a los niños a enfrentar la pérdida de un ser querido. La producción está impulsada por varias compañías, entre ellas Vivement Lundi ! en Rennes, que además cuenta con el respaldo de instituciones como la Región de Bretaña y Rennes Métropole.

Historia y guion

El filme adapta cuentos del autor checo Arnošt Goldflam, combinando cuatro relatos con fantasía, humor y una exploración sensible del duelo infantil. En Francia, Blandine Jet coescribe un relato original que une estas historias. El desafío principal es tratar el tema de la muerte desde la perspectiva de un niño, de forma sencilla y emotiva, sin caer en el dramatismo exagerado. La historia sigue a una niña de siete años llamada Suzan que, tras la muerte de su abuela, aprende a contar historias para expresar y compartir emociones, un recurso fundamental para superar el dolor.

Producción y técnica 3D

Este proyecto se ha desarrollado con mucha colaboración internacional, pero la parte francesa se filmó en Rennes, donde Vivement Lundi ! utilizó una combinación de técnicas stop motion y animación digital para crear la atmósfera mágica del jardín. En la producción se emplearon programas como Blender para la animación 3D y edición, y DaVinci Resolve para el etalonaje y corrección de color, que fue fundamental para dar coherencia visual a las cuatro partes del filme. También se diseñaron sistemas de motion control a medida para realizar planos travelling complejos en stop motion, aportando dinamismo a las escenas sin perder el encanto artesanal.

Experiencia del equipo

Los realizadores y técnicos comparten que la producción fue un reto, especialmente al integrar diferentes estilos y culturas en un solo filme. Jean-Claude Rozec, co-director, recalca que hubo momentos complicados con la animática inicial, que parecía un monstruo, pero lograron pulir la narrativa para que fuera fluida y emotiva. Mathilde Gaillard, la directora de fotografía, trabajó de cerca con el equipo para iluminar escenarios pintados a mano y crear atmósferas cálidas y coloridas que resaltan la magia del cuento. Todo el equipo disfrutó del proceso, mezclando la precisión técnica con un toque artesanal que recuerda que, a veces, la tecnología más avanzada se pone al servicio de algo tan antiguo como contar historias.

Un detalle irónico para cerrar

Para un filme que trata sobre aceptar la pérdida y el paso del tiempo, es curioso que mucha de la magia se haya hecho con técnicas antiguas como la stop motion, que requiere paciencia de santo. Así que, mientras los niños aprenden a manejar emociones difíciles, los animadores se manejan con paciencia infinita para que todo encaje cuadro a cuadro. Al final, parece que contar historias a mano sigue siendo la mejor receta para que todo tenga sentido, incluso en la era digital.