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Juegemos la historia virtual
Había una vez en un lugar cerca de todo lejos de nada, un tío alimonado, que siempre quiso salir del armario, pero un día, un pájaro pringado, que le esperaba un poco acongojado, le cagó encima. En ese momento pasó por allí un perro parlanchín, juguetón y saltarín, se quedó clavado mirando el armario, luego le dijo:
-Mariquita y pijo, a que esperas, ¿o es que, acaso tu todavía no has viajado?
- No, tengo qué?
- Si, deberías viajar para poder sentir cómo tu patinete empieza a despegar dejando atrás a tu cobarde e increíblemente ridículo escenario fabricado con diecisiete cucuruchos de helado.
- ¿perro estas fumado?
-Sí, me gusta levantarme cada mañana con los pulmones muy bien negros y salir a defecar, dejando rastros marrones y pegajosos de la más original manera posible.
- Con razón deliras.
Entonces el pájaro pringado, desenfundó una armónica, comenzando a tocar esa famosa melodía: caballeros del zodiaco.
El tío alimonado empezó a silbar un triste blues el cual le hizo llorar mucho recordando la guardería, y a esas viejas amistades que le habían convertido en un gnomo adicto a los barbitúricos, después de un rato, el perro fue a consolarlo.
No temas.
Dijo.
- Confía en que algún lejano día todo quedará atrás.
Aquel momento fue asquerosamente respetado por un dios llamado tristeza y olvido, éste le miró un poco avergonzado, pero con mucho respeto, así que, ¿cómo era bizco en su personalidad, y sordo en los momentos que no sabía cómo afrontar la situación, decidió armarse de valor y coger su varita mágica para transformar al perro en un engendro de Satán, sadomaso y adicto a las más gordas salchichas.
Entonces, el tío alimonado mutó en naranja, parecida a don-patch, de piel gruesa con un sospechoso olor tirando a limón poco maduro, pero muy podrido, siendo una incongruencia, pero también verdad.¿pero que diablos has hecho, joder? Quiero ser limón.
- Serás lo que tienes que ser mientras que el sea un alimonado, y no salga con tonterías y coma mocos color verde con pan. Además, para ser pijo, maricón, alimonado tienes buen aspecto, y no como el pájaro pringado, que se mete todo lo que le vende el fantástico y maravilloso carapene del perro, y se fue hacia el gran montículo de salsa y dijo que aquello era el no va más-
-moja salchichas aquí -dijo el perro-.
-no, cobrarían vida.
-¿cómo lo sabes?
-esa salsa lleva mucha pimienta negra.
- Aa, achís.
- Saludos. Pero deja de dar por detrás de mi esos brincos histéricos como si fueras un puñetero mono de tan solo tres cabezas y medio pene.
-perdón. Es que no como muchos bogavantes al medio día, por eso salto de esa manera.
- Pues ya podías dejar esa dieta de recatores al Torcuato Carod Rovira.
De repente, apareció un esquiador olímpico budista que miró admirado los dos personajes de cómic underground. Le ponían cachondo, pero decidió desaparecer.
El perro flipó, y también desapareció. El esquiador budista se quedó mudo al encontrárselo en su culo. Pero estaba limpio como la mojama y con unos buenos calzoncillos resplandecientes. Entonces, decidió decírselo:
-tus calzoncillos son como galletas chinas de la suerte.
- Si, ¿quieres probártelos?
- No sé si me servirán, soy un poco más culón que supersticioso, y mi enorme verruga trasera es motivo de grandes problemas. Aunque ya conseguí encogerla con caucho recauchutado ardiendo.
- Eso debe doler.
- No sabes cuánto tiene que costar rascarse el escroto con un rastrillo.
Fin del cuento.
Epílogo:
Después de un largo día.
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Juegemos la historia virtual
Había una vez en un lugar cerca de todo lejos de nada, un tío alimonado, que siempre quiso salir del armario, pero un día, un pájaro pringado, que le esperaba un poco acongojado, le cagó encima. En ese momento pasó por allí un perro parlanchín, juguetón y saltarín, se quedó clavado mirando el armario, luego le dijo:
-Mariquita y pijo, a que esperas, ¿o es que, acaso tu todavía no has viajado?
- No, tengo qué?
- Si, deberías viajar para poder sentir cómo tu patinete empieza a despegar dejando atrás a tu cobarde e increíblemente ridículo escenario fabricado con diecisiete cucuruchos de helado.
- ¿perro estas fumado?
-Sí, me gusta levantarme cada mañana con los pulmones muy bien negros y salir a defecar, dejando rastros marrones y pegajosos de la más original manera posible.
- Con razón deliras.
Entonces el pájaro pringado, desenfundó una armónica, comenzando a tocar esa famosa melodía: caballeros del zodiaco.
El tío alimonado empezó a silbar un triste blues el cual le hizo llorar mucho recordando la guardería, y a esas viejas amistades que le habían convertido en un gnomo adicto a los barbitúricos, después de un rato, el perro fue a consolarlo.
No temas.
Dijo.
- Confía en que algún lejano día todo quedará atrás.
Aquel momento fue asquerosamente respetado por un dios llamado tristeza y olvido, éste le miró un poco avergonzado, pero con mucho respeto, así que, ¿cómo era bizco en su personalidad, y sordo en los momentos que no sabía cómo afrontar la situación, decidió armarse de valor y coger su varita mágica para transformar al perro en un engendro de Satán, sadomaso y adicto a las más gordas salchichas.
Entonces, el tío alimonado mutó en naranja, parecida a don-patch, de piel gruesa con un sospechoso olor tirando a limón poco maduro, pero muy podrido, siendo una incongruencia, pero también verdad.¿pero que diablos has hecho, joder? Quiero ser limón.
- Serás lo que tienes que ser mientras que el sea un alimonado, y no salga con tonterías y coma mocos color verde con pan. Además, para ser pijo, maricón, alimonado tienes buen aspecto, y no como el pájaro pringado, que se mete todo lo que le vende el fantástico y maravilloso carapene del perro, y se fue hacia el gran montículo de salsa y dijo que aquello era el no va más-
-moja salchichas aquí -dijo el perro-.
-no, cobrarían vida.
-¿cómo lo sabes?
-esa salsa lleva mucha pimienta negra.
- Aa, achís.
- Saludos. Pero deja de dar por detrás de mi esos brincos histéricos como si fueras un puñetero mono de tan solo tres cabezas y medio pene.
-perdón. Es que no como muchos bogavantes al medio día, por eso salto de esa manera.
- Pues ya podías dejar esa dieta de recatores al Torcuato Carod Rovira.
De repente, apareció un esquiador olímpico budista que miró admirado los dos personajes de cómic underground. Le ponían cachondo, pero decidió desaparecer.
El perro flipó, y también desapareció. El esquiador budista se quedó mudo al encontrárselo en su culo. Pero estaba limpio como la mojama y con unos buenos calzoncillos resplandecientes. Entonces, decidió decírselo:
-tus calzoncillos son como galletas chinas de la suerte.
- Si, ¿quieres probártelos?
- No sé si me servirán, soy un poco más culón que supersticioso, y mi enorme verruga trasera es motivo de grandes problemas. Aunque ya conseguí encogerla con caucho recauchutado ardiendo.
- Eso debe doler.
- No sabes cuánto tiene que costar rascarse el escroto con un rastrillo.
Fin del cuento.
Epílogo:
Después de un largo día, un gnomo zahorí.
-
Juegemos la historia virtual
Había una vez en un lugar cerca de todo lejos de nada, un tío alimonado, que siempre quiso salir del armario, pero un día, un pájaro pringado, que le esperaba un poco acongojado, le cagó encima. En ese momento pasó por allí un perro parlanchín, juguetón y saltarín, se quedó clavado mirando el armario, luego le dijo:
-Mariquita y pijo, a que esperas, ¿o es que, acaso tu todavía no has viajado?
- No, tengo qué?
- Si, deberías viajar para poder sentir cómo tu patinete empieza a despegar dejando atrás a tu cobarde e increíblemente ridículo escenario fabricado con diecisiete cucuruchos de helado.
- ¿perro estas fumado?
-Sí, me gusta levantarme cada mañana con los pulmones muy bien negros y salir a defecar, dejando rastros marrones y pegajosos de la más original manera posible.
- Con razón deliras.
Entonces el pájaro pringado, desenfundó una armónica, comenzando a tocar esa famosa melodía: caballeros del zodiaco.
El tío alimonado empezó a silbar un triste blues el cual le hizo llorar mucho recordando la guardería, y a esas viejas amistades que le habían convertido en un gnomo adicto a los barbitúricos, después de un rato, el perro fue a consolarlo.
No temas.
Dijo.
- Confía en que algún lejano día todo quedará atrás.
Aquel momento fue asquerosamente respetado por un dios llamado tristeza y olvido, éste le miró un poco avergonzado, pero con mucho respeto, así que, ¿cómo era bizco en su personalidad, y sordo en los momentos que no sabía cómo afrontar la situación, decidió armarse de valor y coger su varita mágica para transformar al perro en un engendro de Satán, sadomaso y adicto a las más gordas salchichas, entonces, el tío alimonado mutó en naranja, parecida a don-patch, de piel gruesa con un sospechoso olor tirando a limón poco maduro, pero muy podrido, siendo una incongruencia, pero también verdad.¿pero que diablos has hecho, joder? Quiero ser limón.
- Serás lo que tienes que ser mientras que el sea un alimonado, y no salga con tonterías y coma mocos color verde con pan. Además, para ser pijo, maricón, alimonado tienes buen aspecto, y no como el pájaro pringado, que se mete todo lo que le vende el fantástico y maravilloso carapene del perro, y se fue hacia el gran montículo de salsa y dijo que aquello era el no va más-
-moja salchichas aquí -dijo el perro-.
-no, cobrarían vida.
-¿cómo lo sabes?
-esa salsa lleva mucha pimienta negra.
- Aa, achís.
- Saludos. Pero deja de dar por detrás de mi esos brincos histéricos como si fueras un puñetero mono de tan solo tres cabezas y medio pene.
-perdón. Es que no como muchos bogavantes al medio día, por eso salto de esa manera.
- Pues ya podías dejar esa dieta de recatores al Torcuato Carod Rovira.
De repente, apareció un esquiador olímpico budista que miró admirado los dos personajes de cómic underground. Le ponían cachondo, pero decidió desaparecer.
El perro flipó, y también desapareció. El esquiador budista se quedó mudo al encontrárselo en su culo. Pero estaba limpio como la mojama y con unos buenos calzoncillos resplandecientes. Entonces, decidió decírselo:
-tus calzoncillos son como galletas chinas de la suerte.
- Si, ¿quieres probártelos?
- No sé si me servirán, soy un poco más culón que supersticioso, y mi enorme verruga trasera es motivo de grandes problemas. Aunque ya conseguí encogerla con caucho recauchutado ardiendo.
- Eso debe doler.
- No sabes cuánto tiene que costar rascarse el escroto con un rastrillo.
Fin del cuento.
Epílogo:
Después de un largo día, un gnomo zahorí. salió por patas.
-
Juegemos la historia virtual
Había una vez en un lugar cerca de todo lejos de nada, un tío alimonado, que siempre quiso salir del armario, pero un día, un pájaro pringado, que le esperaba un poco acongojado, le cagó encima. En ese momento pasó por allí un perro parlanchín, juguetón y saltarín, se quedó clavado mirando el armario, luego le dijo:
-Mariquita y pijo, a que esperas, ¿o es que, acaso tu todavía no has viajado?
-No, tengo qué?
-Si, deberías viajar para poder sentir cómo tu patinete empieza a despegar dejando atrás a tu cobarde e increíblemente ridículo escenario fabricado con diecisiete cucuruchos de helado.
-¿perro estas fumado?
-Sí, me gusta levantarme cada mañana con los pulmones muy bien negros y salir a defecar, dejando rastros marrones y pegajosos de la más original manera posible.
Con razón deliras.
Entonces el pájaro pringado, desenfundó una armónica, comenzando a tocar esa famosa melodía: caballeros del zodiaco.
El tío alimonado empezó a silbar un triste blues el cual le hizo llorar mucho recordando la guardería, y a esas viejas amistades que le habían convertido en un gnomo adicto a los barbitúricos, después de un rato, el perro fue a consolarlo.
No temas.
Dijo.
Confía en que algún lejano día todo quedará atrás.
Aquel momento fue asquerosamente respetado por un dios llamado tristeza y olvido, éste le miró un poco avergonzado, pero con mucho respeto, así que, ¿cómo era bizco en su personalidad, y sordo en los momentos que no sabía cómo afrontar la situación, decidió armarse de valor y coger su varita mágica para transformar al perro en un engendro de Satán, sadomaso y adicto a las más gordas salchichas.
Entonces, el tío alimonado mutó en naranja, parecida a don-patch, de piel gruesa con un sospechoso olor tirando a limón poco maduro, pero muy podrido, siendo una incongruencia, pero también verdad.¿pero que diablos has hecho, joder? Quiero ser limón.
Serás lo que tienes que ser mientras que el sea un alimonado, y no salga con tonterías y coma mocos color verde con pan. Además, para ser pijo, maricón, alimonado tienes buen aspecto, y no como el pájaro pringado, que se mete todo lo que le vende el fantástico y maravilloso carapene del perro, y se fue hacia el gran montículo de salsa y dijo que aquello era el no va más-.
Moja salchichas aquí -dijo el perro-.
No, cobrarían vida.
-¿cómo lo sabes?
-Esa salsa lleva mucha pimienta negra.
Aa, achís.
Saludos. Pero deja de dar por detrás de mi esos brincos histéricos como si fueras un puñetero mono de tan solo tres cabezas y medio pene.
Perdón. Es que no como muchos bogavantes al medio día, por eso salto de esa manera.
Pues ya podías dejar esa dieta de recatores al Torcuato Carod Rovira.
De repente, apareció un esquiador olímpico budista que miró admirado los dos personajes de cómic underground. Le ponían cachondo, pero decidió desaparecer.
El perro flipó, y también desapareció. El esquiador budista se quedó mudo al encontrárselo en su culo. Pero estaba limpio como la mojama y con unos buenos calzoncillos resplandecientes. Entonces, decidió decírselo:
-Tus calzoncillos son como galletas chinas de la suerte.
Si, ¿quieres probártelos?
-No sé si me servirán, soy un poco más culón que supersticioso, y mi enorme verruga trasera es motivo de grandes problemas. Aunque ya conseguí encogerla con caucho recauchutado ardiendo.
Eso debe doler.
No sabes cuánto tiene que costar rascarse el escroto con un rastrillo.
Fin del cuento.
Epílogo:
Después de un largo día, un gnomo zahorí, salió por patas de su choza.
-
Juegemos la historia virtual
Había una vez en un lugar cerca de todo lejos de nada, un tío alimonado, que siempre quiso salir del armario, pero un día, un pájaro pringado, que le esperaba un poco acongojado, le cagó encima. En ese momento pasó por allí un perro parlanchín, juguetón y saltarín, se quedó clavado mirando el armario, luego le dijo:
-Mariquita y pijo, a que esperas, ¿o es que, acaso tu todavía no has viajado?
-No, tengo qué?
-Si, deberías viajar para poder sentir cómo tu patinete empieza a despegar dejando atrás a tu cobarde e increíblemente ridículo escenario fabricado con diecisiete cucuruchos de helado.
-¿perro estas fumado?
-Sí, me gusta levantarme cada mañana con los pulmones muy bien negros y salir a defecar, dejando rastros marrones y pegajosos de la más original manera posible.
Con razón deliras.
Entonces el pájaro pringado, desenfundó una armónica, comenzando a tocar esa famosa melodía: caballeros del zodiaco.
El tío alimonado empezó a silbar un triste blues el cual le hizo llorar mucho recordando la guardería, y a esas viejas amistades que le habían convertido en un gnomo adicto a los barbitúricos, después de un rato, el perro fue a consolarlo.
No temas.
Dijo.
Confía en que algún lejano día todo quedará atrás.
Aquel momento fue asquerosamente respetado por un dios llamado tristeza y olvido, éste le miró un poco avergonzado, pero con mucho respeto, así que, ¿cómo era bizco en su personalidad, y sordo en los momentos que no sabía cómo afrontar la situación, decidió armarse de valor y coger su varita mágica para transformar al perro en un engendro de Satán, sadomaso y adicto a las más gordas salchichas.
Entonces, el tío alimonado mutó en naranja, parecida a don-patch, de piel gruesa con un sospechoso olor tirando a limón poco maduro, pero muy podrido, siendo una incongruencia, pero también verdad.¿pero que diablos has hecho, joder? Quiero ser limón.
Serás lo que tienes que ser mientras que el sea un alimonado, y no salga con tonterías y coma mocos color verde con pan. Además, para ser pijo, maricón, alimonado tienes buen aspecto, y no como el pájaro pringado, que se mete todo lo que le vende el fantástico y maravilloso carapene del perro, y se fue hacia el gran montículo de salsa y dijo que aquello era el no va más-.
Moja salchichas aquí -dijo el perro-.
No, cobrarían vida.
-¿cómo lo sabes?
-Esa salsa lleva mucha pimienta negra.
Aa, achís.
Saludos. Pero deja de dar por detrás de mi esos brincos histéricos como si fueras un puñetero mono de tan solo tres cabezas y medio pene.
Perdón. Es que no como muchos bogavantes al medio día, por eso salto de esa manera.
Pues ya podías dejar esa dieta de recatores al Torcuato Carod Rovira.
De repente, apareció un esquiador olímpico budista que miró admirado los dos personajes de cómic underground. Le ponían cachondo, pero decidió desaparecer.
El perro flipó, y también desapareció. El esquiador budista se quedó mudo al encontrárselo en su culo. Pero estaba limpio como la mojama y con unos buenos calzoncillos resplandecientes. Entonces, decidió decírselo:
-Tus calzoncillos son como galletas chinas de la suerte.
Si, ¿quieres probártelos?
-No sé si me servirán, soy un poco más culón que supersticioso, y mi enorme verruga trasera es motivo de grandes problemas. Aunque ya conseguí encogerla con caucho recauchutado ardiendo.
Eso debe doler.
No sabes cuánto tiene que costar rascarse el escroto con un rastrillo.
Fin del cuento.
Epílogo:
Después de un largo día, un gnomo zahorí, salió por patas de su choza de 33.550.336 polígonos.
-
Juegemos la historia virtual
Había una vez en un lugar cerca de todo lejos de nada, un tío alimonado, que siempre quiso salir del armario, pero un día, un pájaro pringado, que le esperaba un poco acongojado, le cagó encima. En ese momento pasó por allí un perro parlanchín, juguetón y saltarín, se quedó clavado mirando el armario, luego le dijo:
-Mariquita y pijo, a que esperas, ¿o es que, acaso tu todavía no has viajado?
- No, tengo qué?
- Si, deberías viajar para poder sentir cómo tu patinete empieza a despegar dejando atrás a tu cobarde e increíblemente ridículo escenario fabricado con diecisiete cucuruchos de helado.
- ¿perro estas fumado?
-Sí, me gusta levantarme cada mañana con los pulmones muy bien negros y salir a defecar, dejando rastros marrones y pegajosos de la más original manera posible.
- Con razón deliras.
Entonces el pájaro pringado, desenfundó una armónica, comenzando a tocar esa famosa melodía: caballeros del zodiaco.
El tío alimonado empezó a silbar un triste blues el cual le hizo llorar mucho recordando la guardería, y a esas viejas amistades que le habían convertido en un gnomo adicto a los barbitúricos, después de un rato, el perro fue a consolarlo.
No temas.
Dijo.
- Confía en que algún lejano día todo quedará atrás.
Aquel momento fue asquerosamente respetado por un dios llamado tristeza y olvido, éste le miró un poco avergonzado, pero con mucho respeto, así que, ¿cómo era bizco en su personalidad, y sordo en los momentos que no sabía cómo afrontar la situación, decidió armarse de valor y coger su varita mágica para transformar al perro en un engendro de Satán, sadomaso y adicto a las más gordas salchichas.
Entonces, el tío alimonado mutó en naranja, parecida a don-patch, de piel gruesa con un sospechoso olor tirando a limón poco maduro, pero muy podrido, siendo una incongruencia, pero también verdad.¿pero que diablos has hecho, joder? Quiero ser limón.
- Serás lo que tienes que ser mientras que el sea un alimonado, y no salga con tonterías y coma mocos color verde con pan. Además, para ser pijo, maricón, alimonado tienes buen aspecto, y no como el pájaro pringado, que se mete todo lo que le vende el fantástico y maravilloso carapene del perro, y se fue hacia el gran montículo de salsa y dijo que aquello era el no va más-
-moja salchichas aquí -dijo el perro-.
-no, cobrarían vida.
-¿cómo lo sabes?
-esa salsa lleva mucha pimienta negra.
- Aa, achís.
- Saludos. Pero deja de dar por detrás de mi esos brincos histéricos como si fueras un puñetero mono de tan solo tres cabezas y medio pene.
-perdón. Es que no como muchos bogavantes al medio día, por eso salto de esa manera.
- Pues ya podías dejar esa dieta de recatores al Torcuato Carod Rovira.
De repente, apareció un esquiador olímpico budista que miró admirado los dos personajes de cómic underground. Le ponían cachondo, pero decidió desaparecer.
El perro flipó, y también desapareció. El esquiador budista se quedó mudo al encontrárselo en su culo. Pero estaba limpio como la mojama y con unos buenos calzoncillos resplandecientes. Entonces, decidió decírselo:
-tus calzoncillos son como galletas chinas de la suerte.
- Si, ¿quieres probártelos?
- No sé si me servirán, soy un poco más culón que supersticioso, y mi enorme verruga trasera es motivo de grandes problemas. Aunque ya conseguí encogerla con caucho recauchutado ardiendo.
- Eso debe doler.
- No sabes cuánto tiene que costar rascarse el escroto con un rastrillo.
Fin del cuento.
Epílogo:
Después de un largo día, un gnomo zahorí, salió por patas de su choza de 33.550.336 polígonos.
-caramba, que calor.
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Juegemos la historia virtual
Había una vez en un lugar cerca de todo lejos de nada, un tío alimonado, que siempre quiso salir del armario, pero un día, un pájaro pringado, que le esperaba un poco acongojado, le cagó encima. En ese momento pasó por allí un perro parlanchín, juguetón y saltarín, se quedó clavado mirando el armario, luego le dijo:
-Mariquita y pijo, a que esperas, ¿o es que, acaso tu todavía no has viajado?
-No, tengo qué?
-Si, deberías viajar para poder sentir cómo tu patinete empieza a despegar dejando atrás a tu cobarde e increíblemente ridículo escenario fabricado con diecisiete cucuruchos de helado.
-¿perro estas fumado?
-Sí, me gusta levantarme cada mañana con los pulmones muy bien negros y salir a defecar, dejando rastros marrones y pegajosos de la más original manera posible.
Con razón deliras.
Entonces el pájaro pringado, desenfundó una armónica, comenzando a tocar esa famosa melodía: caballeros del zodiaco.
El tío alimonado empezó a silbar un triste blues el cual le hizo llorar mucho recordando la guardería, y a esas viejas amistades que le habían convertido en un gnomo adicto a los barbitúricos, después de un rato, el perro fue a consolarlo.
No temas.
Dijo.
Confía en que algún lejano día todo quedará atrás.
Aquel momento fue asquerosamente respetado por un dios llamado tristeza y olvido, éste le miró un poco avergonzado, pero con mucho respeto, así que, ¿cómo era bizco en su personalidad, y sordo en los momentos que no sabía cómo afrontar la situación, decidió armarse de valor y coger su varita mágica para transformar al perro en un engendro de Satán, sadomaso y adicto a las más gordas salchichas.
Entonces, el tío alimonado mutó en naranja, parecida a don-patch, de piel gruesa con un sospechoso olor tirando a limón poco maduro, pero muy podrido, siendo una incongruencia, pero también verdad.¿pero que diablos has hecho, joder? Quiero ser limón.
Serás lo que tienes que ser mientras que el sea un alimonado, y no salga con tonterías y coma mocos color verde con pan. Además, para ser pijo, maricón, alimonado tienes buen aspecto, y no como el pájaro pringado, que se mete todo lo que le vende el fantástico y maravilloso carapene del perro, y se fue hacia el gran montículo de salsa y dijo que aquello era el no va más-.
Moja salchichas aquí -dijo el perro-.
No, cobrarían vida.
-¿cómo lo sabes?
-Esa salsa lleva mucha pimienta negra.
Aa, achís.
Saludos. Pero deja de dar por detrás de mi esos brincos histéricos como si fueras un puñetero mono de tan solo tres cabezas y medio pene.
Perdón. Es que no como muchos bogavantes al medio día, por eso salto de esa manera.
Pues ya podías dejar esa dieta de recatores al Torcuato Carod Rovira.
De repente, apareció un esquiador olímpico budista que miró admirado los dos personajes de cómic underground. Le ponían cachondo, pero decidió desaparecer.
El perro flipó, y también desapareció. El esquiador budista se quedó mudo al encontrárselo en su culo. Pero estaba limpio como la mojama y con unos buenos calzoncillos resplandecientes. Entonces, decidió decírselo:
-Tus calzoncillos son como galletas chinas de la suerte.
Si, ¿quieres probártelos?
-No sé si me servirán, soy un poco más culón que supersticioso, y mi enorme verruga trasera es motivo de grandes problemas. Aunque ya conseguí encogerla con caucho recauchutado ardiendo.
Eso debe doler.
No sabes cuánto tiene que costar rascarse el escroto con un rastrillo.
Fin del cuento.
Epílogo:
Después de un largo día, un gnomo zahorí, salió por patas de su choza de 33.550.336 polígonos.
Caramba, que calor- dijo mientras tocaba.
-
Juegemos la historia virtual
Había una vez en un lugar cerca de todo lejos de nada, un tío alimonado, que siempre quiso salir del armario, pero un día, un pájaro pringado, que le esperaba un poco acongojado, le cagó encima. En ese momento pasó por allí un perro parlanchín, juguetón y saltarín, se quedó clavado mirando el armario, luego le dijo:
-Mariquita y pijo, a que esperas, ¿o es que, acaso tu todavía no has viajado?
-No, tengo qué?
-Si, deberías viajar para poder sentir cómo tu patinete empieza a despegar dejando atrás a tu cobarde e increíblemente ridículo escenario fabricado con diecisiete cucuruchos de helado.
-¿perro estas fumado?
-Sí, me gusta levantarme cada mañana con los pulmones muy bien negros y salir a defecar, dejando rastros marrones y pegajosos de la más original manera posible.
Con razón deliras.
Entonces el pájaro pringado, desenfundó una armónica, comenzando a tocar esa famosa melodía: caballeros del zodiaco.
El tío alimonado empezó a silbar un triste blues el cual le hizo llorar mucho recordando la guardería, y a esas viejas amistades que le habían convertido en un gnomo adicto a los barbitúricos, después de un rato, el perro fue a consolarlo.
No temas.
Dijo.
Confía en que algún lejano día todo quedará atrás.
Aquel momento fue asquerosamente respetado por un dios llamado tristeza y olvido, éste le miró un poco avergonzado, pero con mucho respeto, así que, ¿cómo era bizco en su personalidad, y sordo en los momentos que no sabía cómo afrontar la situación, decidió armarse de valor y coger su varita mágica para transformar al perro en un engendro de Satán, sadomaso y adicto a las más gordas salchichas.
Entonces, el tío alimonado mutó en naranja, parecida a don-patch, de piel gruesa con un sospechoso olor tirando a limón poco maduro, pero muy podrido, siendo una incongruencia, pero también verdad.¿pero que diablos has hecho, joder? Quiero ser limón.
Serás lo que tienes que ser mientras que el sea un alimonado, y no salga con tonterías y coma mocos color verde con pan. Además, para ser pijo, maricón, alimonado tienes buen aspecto, y no como el pájaro pringado, que se mete todo lo que le vende el fantástico y maravilloso carapene del perro, y se fue hacia el gran montículo de salsa y dijo que aquello era el no va más-.
Moja salchichas aquí -dijo el perro-.
No, cobrarían vida.
-¿cómo lo sabes?
-Esa salsa lleva mucha pimienta negra.
Aa, achís.
Saludos. Pero deja de dar por detrás de mi esos brincos histéricos como si fueras un puñetero mono de tan solo tres cabezas y medio pene.
Perdón. Es que no como muchos bogavantes al medio día, por eso salto de esa manera.
Pues ya podías dejar esa dieta de recatores al Torcuato Carod Rovira.
De repente, apareció un esquiador olímpico budista que miró admirado los dos personajes de cómic underground. Le ponían cachondo, pero decidió desaparecer.
El perro flipó, y también desapareció. El esquiador budista se quedó mudo al encontrárselo en su culo. Pero estaba limpio como la mojama y con unos buenos calzoncillos resplandecientes. Entonces, decidió decírselo:
-Tus calzoncillos son como galletas chinas de la suerte.
Si, ¿quieres probártelos?
-No sé si me servirán, soy un poco más culón que supersticioso, y mi enorme verruga trasera es motivo de grandes problemas. Aunque ya conseguí encogerla con caucho recauchutado ardiendo.
Eso debe doler.
No sabes cuánto tiene que costar rascarse el escroto con un rastrillo.
Fin del cuento.
Epílogo:
Después de un largo día, un gnomo zahorí, salió por patas de su choza de 33.550.336 polígonos.
Caramba, que calor- Dijo mientras tocaba libidinosamente su enorme.
-
Juegemos la historia virtual
Había una vez en un lugar cerca de todo lejos de nada, un tío alimonado, que siempre quiso salir del armario, pero un día, un pájaro pringado, que le esperaba un poco acongojado, le cagó encima. En ese momento pasó por allí un perro parlanchín, juguetón y saltarín, se quedó clavado mirando el armario, luego le dijo:
-Mariquita y pijo, a que esperas, ¿o es que, acaso tu todavía no has viajado?
-No, tengo qué?
-Si, deberías viajar para poder sentir cómo tu patinete empieza a despegar dejando atrás a tu cobarde e increíblemente ridículo escenario fabricado con diecisiete cucuruchos de helado.
-¿perro estas fumado?
-Sí, me gusta levantarme cada mañana con los pulmones muy bien negros y salir a defecar, dejando rastros marrones y pegajosos de la más original manera posible.
Con razón deliras.
Entonces el pájaro pringado, desenfundó una armónica, comenzando a tocar esa famosa melodía: caballeros del zodiaco.
El tío alimonado empezó a silbar un triste blues el cual le hizo llorar mucho recordando la guardería, y a esas viejas amistades que le habían convertido en un gnomo adicto a los barbitúricos, después de un rato, el perro fue a consolarlo.
No temas.
Dijo.
Confía en que algún lejano día todo quedará atrás.
Aquel momento fue asquerosamente respetado por un dios llamado tristeza y olvido, éste le miró un poco avergonzado, pero con mucho respeto, así que, ¿cómo era bizco en su personalidad, y sordo en los momentos que no sabía cómo afrontar la situación, decidió armarse de valor y coger su varita mágica para transformar al perro en un engendro de Satán, sadomaso y adicto a las más gordas salchichas.
Entonces, el tío alimonado mutó en naranja, parecida a don-patch, de piel gruesa con un sospechoso olor tirando a limón poco maduro, pero muy podrido, siendo una incongruencia, pero también verdad.¿pero que diablos has hecho, joder? Quiero ser limón.
Serás lo que tienes que ser mientras que el sea un alimonado, y no salga con tonterías y coma mocos color verde con pan. Además, para ser pijo, maricón, alimonado tienes buen aspecto, y no como el pájaro pringado, que se mete todo lo que le vende el fantástico y maravilloso carapene del perro, y se fue hacia el gran montículo de salsa y dijo que aquello era el no va más-.
Moja salchichas aquí -dijo el perro-.
No, cobrarían vida.
-¿cómo lo sabes?
-Esa salsa lleva mucha pimienta negra.
Aa, achís.
Saludos. Pero deja de dar por detrás de mi esos brincos histéricos como si fueras un puñetero mono de tan solo tres cabezas y medio pene.
Perdón. Es que no como muchos bogavantes al medio día, por eso salto de esa manera.
Pues ya podías dejar esa dieta de recatores al Torcuato Carod Rovira.
De repente, apareció un esquiador olímpico budista que miró admirado los dos personajes de cómic underground. Le ponían cachondo, pero decidió desaparecer.
El perro flipó, y también desapareció. El esquiador budista se quedó mudo al encontrárselo en su culo. Pero estaba limpio como la mojama y con unos buenos calzoncillos resplandecientes. Entonces, decidió decírselo:
-Tus calzoncillos son como galletas chinas de la suerte.
Si, ¿quieres probártelos?
-No sé si me servirán, soy un poco más culón que supersticioso, y mi enorme verruga trasera es motivo de grandes problemas. Aunque ya conseguí encogerla con caucho recauchutado ardiendo.
Eso debe doler.
No sabes cuánto tiene que costar rascarse el escroto con un rastrillo.
Fin del cuento.
Epílogo:
Después de un largo día, un gnomo zahorí, salió por patas de su choza de 33.550.336 polígonos.
Caramba, que calor- Dijo mientras tocaba libidinosamente su enorme Ukelele de pvc.
-
Juegemos la historia virtual
Había una vez en un lugar cerca de todo lejos de nada, un tío alimonado, que siempre quiso salir del armario, pero un día, un pájaro pringado, que le esperaba un poco acongojado, le cagó encima. En ese momento pasó por allí un perro parlanchín, juguetón y saltarín, se quedó clavado mirando el armario, luego le dijo:
-Mariquita y pijo, a que esperas, ¿o es que, acaso tu todavía no has viajado?
-No, tengo qué?
-Si, deberías viajar para poder sentir cómo tu patinete empieza a despegar dejando atrás a tu cobarde e increíblemente ridículo escenario fabricado con diecisiete cucuruchos de helado.
-¿perro estas fumado?
-Sí, me gusta levantarme cada mañana con los pulmones muy bien negros y salir a defecar, dejando rastros marrones y pegajosos de la más original manera posible.
Con razón deliras.
Entonces el pájaro pringado, desenfundó una armónica, comenzando a tocar esa famosa melodía: caballeros del zodiaco.
El tío alimonado empezó a silbar un triste blues el cual le hizo llorar mucho recordando la guardería, y a esas viejas amistades que le habían convertido en un gnomo adicto a los barbitúricos, después de un rato, el perro fue a consolarlo.
No temas.
Dijo.
Confía en que algún lejano día todo quedará atrás.
Aquel momento fue asquerosamente respetado por un dios llamado tristeza y olvido, éste le miró un poco avergonzado, pero con mucho respeto, así que, ¿cómo era bizco en su personalidad, y sordo en los momentos que no sabía cómo afrontar la situación, decidió armarse de valor y coger su varita mágica para transformar al perro en un engendro de Satán, sadomaso y adicto a las más gordas salchichas.
Entonces, el tío alimonado mutó en naranja, parecida a don-patch, de piel gruesa con un sospechoso olor tirando a limón poco maduro, pero muy podrido, siendo una incongruencia, pero también verdad.¿pero que diablos has hecho, joder? Quiero ser limón.
Serás lo que tienes que ser mientras que el sea un alimonado, y no salga con tonterías y coma mocos color verde con pan. Además, para ser pijo, maricón, alimonado tienes buen aspecto, y no como el pájaro pringado, que se mete todo lo que le vende el fantástico y maravilloso carapene del perro, y se fue hacia el gran montículo de salsa y dijo que aquello era el no va más-.
Moja salchichas aquí -dijo el perro-.
No, cobrarían vida.
-¿cómo lo sabes?
-Esa salsa lleva mucha pimienta negra.
Aa, achís.
Saludos. Pero deja de dar por detrás de mi esos brincos histéricos como si fueras un puñetero mono de tan solo tres cabezas y medio pene.
Perdón. Es que no como muchos bogavantes al medio día, por eso salto de esa manera.
Pues ya podías dejar esa dieta de recatores al Torcuato Carod Rovira.
De repente, apareció un esquiador olímpico budista que miró admirado los dos personajes de cómic underground. Le ponían cachondo, pero decidió desaparecer.
El perro flipó, y también desapareció. El esquiador budista se quedó mudo al encontrárselo en su culo. Pero estaba limpio como la mojama y con unos buenos calzoncillos resplandecientes. Entonces, decidió decírselo:
-Tus calzoncillos son como galletas chinas de la suerte.
Si, ¿quieres probártelos?
-No sé si me servirán, soy un poco más culón que supersticioso, y mi enorme verruga trasera es motivo de grandes problemas. Aunque ya conseguí encogerla con caucho recauchutado ardiendo.
Eso debe doler.
No sabes cuánto tiene que costar rascarse el escroto con un rastrillo.
Fin del cuento.
Epílogo:
Después de un largo día, un gnomo zahorí, salió por patas de su choza de 33.550.336 polígonos.
Caramba, que calor- Dijo mientras tocaba libidinosamente su enorme Ukelele de pvc.
al encontrarse con.
-
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-
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Había una vez en un lugar cerca de todo lejos de nada, un tío alimonado, que siempre quiso salir del armario, pero un día, un pájaro pringado, que le esperaba un poco acongojado, le cagó encima. En ese momento pasó por allí un perro parlanchín, juguetón y saltarín, se quedó clavado mirando el armario, luego le dijo:
-Mariquita y pijo, a que esperas, ¿o es que, acaso tu todavía no has viajado?
- No, tengo qué?
- Si, deberías viajar para poder sentir cómo tu patinete empieza a despegar dejando atrás a tu cobarde e increíblemente ridículo escenario fabricado con diecisiete cucuruchos de helado.
- ¿perro estas fumado?
-Sí, me gusta levantarme cada mañana con los pulmones muy bien negros y salir a defecar, dejando rastros marrones y pegajosos de la más original manera posible.
- Con razón deliras.
Entonces el pájaro pringado, desenfundó una armónica, comenzando a tocar esa famosa melodía: caballeros del zodiaco.
El tío alimonado empezó a silbar un triste blues el cual le hizo llorar mucho recordando la guardería, y a esas viejas amistades que le habían convertido en un gnomo adicto a los barbitúricos, después de un rato, el perro fue a consolarlo.
No temas.
Dijo.
- Confía en que algún lejano día todo quedará atrás.
Aquel momento fue asquerosamente respetado por un dios llamado tristeza y olvido, éste le miró un poco avergonzado, pero con mucho respeto, así que, ¿cómo era bizco en su personalidad, y sordo en los momentos que no sabía cómo afrontar la situación, decidió armarse de valor y coger su varita mágica para transformar al perro en un engendro de Satán, sadomaso y adicto a las más gordas salchichas, entonces, el tío alimonado mutó en naranja, parecida a don-patch, de piel gruesa con un sospechoso olor tirando a limón poco maduro, pero muy podrido, siendo una incongruencia, pero también verdad.¿pero que diablos has hecho, joder? Quiero ser limón.
- Serás lo que tienes que ser mientras que el sea un alimonado, y no salga con tonterías y coma mocos color verde con pan. Además, para ser pijo, maricón, alimonado tienes buen aspecto, y no como el pájaro pringado, que se mete todo lo que le vende el fantástico y maravilloso carapene del perro, y se fue hacia el gran montículo de salsa y dijo que aquello era el no va más-
-moja salchichas aquí -dijo el perro-.
-no, cobrarían vida.
-¿cómo lo sabes?
-esa salsa lleva mucha pimienta negra.
- Aa, achís.
- Saludos. Pero deja de dar por detrás de mi esos brincos histéricos como si fueras un puñetero mono de tan solo tres cabezas y medio pene.
-perdón. Es que no como muchos bogavantes al medio día, por eso salto de esa manera.
- Pues ya podías dejar esa dieta de recatores al Torcuato Carod Rovira.
De repente, apareció un esquiador olímpico budista que miró admirado los dos personajes de cómic underground. Le ponían cachondo, pero decidió desaparecer.
El perro flipó, y también desapareció. El esquiador budista se quedó mudo al encontrárselo en su culo. Pero estaba limpio como la mojama y con unos buenos calzoncillos resplandecientes. Entonces, decidió decírselo:
-tus calzoncillos son como galletas chinas de la suerte.
- Si, ¿quieres probártelos?
- No sé si me servirán, soy un poco más culón que supersticioso, y mi enorme verruga trasera es motivo de grandes problemas. Aunque ya conseguí encogerla con caucho recauchutado ardiendo.
- Eso debe doler.
- No sabes cuánto tiene que costar rascarse el escroto con un rastrillo.
Fin del cuento.
Epílogo:
Después de un largo día, un gnomo zahorí, salió por patas de su choza de 33.550.336 polígonos.
-caramba, que calor- Dijo mientras tocaba libidinosamente su enorme Ukelele de pvc, al encontrarse con un viejo conocido. corrió lentamente acostado. .
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Juegemos la historia virtual
Había una vez en un lugar cerca de todo lejos de nada, un tío alimonado, que siempre quiso salir del armario, pero un día, un pájaro pringado, que le esperaba un poco acongojado, le cagó encima. En ese momento pasó por allí un perro parlanchín, juguetón y saltarín, se quedó clavado mirando el armario, luego le dijo:
-Mariquita y pijo, a que esperas, ¿o es que, acaso tu todavía no has viajado?
- No, tengo qué?
- Si, deberías viajar para poder sentir cómo tu patinete empieza a despegar dejando atrás a tu cobarde e increíblemente ridículo escenario fabricado con diecisiete cucuruchos de helado.
- ¿perro estas fumado?
-Sí, me gusta levantarme cada mañana con los pulmones muy bien negros y salir a defecar, dejando rastros marrones y pegajosos de la más original manera posible.
- Con razón deliras.
Entonces el pájaro pringado, desenfundó una armónica, comenzando a tocar esa famosa melodía: caballeros del zodiaco.
El tío alimonado empezó a silbar un triste blues el cual le hizo llorar mucho recordando la guardería, y a esas viejas amistades que le habían convertido en un gnomo adicto a los barbitúricos, después de un rato, el perro fue a consolarlo.
No temas.
Dijo.
- Confía en que algún lejano día todo quedará atrás.
Aquel momento fue asquerosamente respetado por un dios llamado tristeza y olvido, éste le miró un poco avergonzado, pero con mucho respeto, así que, ¿cómo era bizco en su personalidad, y sordo en los momentos que no sabía cómo afrontar la situación, decidió armarse de valor y coger su varita mágica para transformar al perro en un engendro de Satán, sadomaso y adicto a las más gordas salchichas.
Entonces, el tío alimonado mutó en naranja, parecida a don-patch, de piel gruesa con un sospechoso olor tirando a limón poco maduro, pero muy podrido, siendo una incongruencia, pero también verdad.¿pero que diablos has hecho, joder? Quiero ser limón.
- Serás lo que tienes que ser mientras que el sea un alimonado, y no salga con tonterías y coma mocos color verde con pan. Además, para ser pijo, maricón, alimonado tienes buen aspecto, y no como el pájaro pringado, que se mete todo lo que le vende el fantástico y maravilloso carapene del perro, y se fue hacia el gran montículo de salsa y dijo que aquello era el no va más-
-moja salchichas aquí -dijo el perro-.
-no, cobrarían vida.
-¿cómo lo sabes?
-esa salsa lleva mucha pimienta negra.
- Aa, achís.
- Saludos. Pero deja de dar por detrás de mi esos brincos histéricos como si fueras un puñetero mono de tan solo tres cabezas y medio pene.
-perdón. Es que no como muchos bogavantes al medio día, por eso salto de esa manera.
- Pues ya podías dejar esa dieta de recatores al Torcuato Carod Rovira.
De repente, apareció un esquiador olímpico budista que miró admirado los dos personajes de cómic underground. Le ponían cachondo, pero decidió desaparecer.
El perro flipó, y también desapareció. El esquiador budista se quedó mudo al encontrárselo en su culo. Pero estaba limpio como la mojama y con unos buenos calzoncillos resplandecientes. Entonces, decidió decírselo:
-tus calzoncillos son como galletas chinas de la suerte.
- Si, ¿quieres probártelos?
- No sé si me servirán, soy un poco más culón que supersticioso, y mi enorme verruga trasera es motivo de grandes problemas. Aunque ya conseguí encogerla con caucho recauchutado ardiendo.
- Eso debe doler.
- No sabes cuánto tiene que costar rascarse el escroto con un rastrillo.
Fin del cuento.
Epílogo:
Después de un largo día, un gnomo zahorí, salió por patas de su choza de 33.550.336 polígonos.
-caramba, que calor- Dijo mientras tocaba libidinosamente su enorme Ukelele de pvc.
Al encontrarse con un viejo conocido, corrió lentamente acostado un gusano qué.
-
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Había una vez en un lugar cerca de todo lejos de nada, un tío alimonado, que siempre quiso salir del armario, pero un día, un pájaro pringado, que le esperaba un poco acongojado, le cagó encima. En ese momento pasó por allí un perro parlanchín, juguetón y saltarín, se quedó clavado mirando el armario, luego le dijo:
-Mariquita y pijo, a que esperas, ¿o es que, acaso tu todavía no has viajado?
-No, tengo qué?
-Si, deberías viajar para poder sentir cómo tu patinete empieza a despegar dejando atrás a tu cobarde e increíblemente ridículo escenario fabricado con diecisiete cucuruchos de helado.
-¿perro estas fumado?
-Sí, me gusta levantarme cada mañana con los pulmones muy bien negros y salir a defecar, dejando rastros marrones y pegajosos de la más original manera posible.
Con razón deliras.
Entonces el pájaro pringado, desenfundó una armónica, comenzando a tocar esa famosa melodía: caballeros del zodiaco.
El tío alimonado empezó a silbar un triste blues el cual le hizo llorar mucho recordando la guardería, y a esas viejas amistades que le habían convertido en un gnomo adicto a los barbitúricos, después de un rato, el perro fue a consolarlo.
No temas.
Dijo.
Confía en que algún lejano día todo quedará atrás.
Aquel momento fue asquerosamente respetado por un dios llamado tristeza y olvido, éste le miró un poco avergonzado, pero con mucho respeto, así que, ¿cómo era bizco en su personalidad, y sordo en los momentos que no sabía cómo afrontar la situación, decidió armarse de valor y coger su varita mágica para transformar al perro en un engendro de Satán, sadomaso y adicto a las más gordas salchichas.
Entonces, el tío alimonado mutó en naranja, parecida a don-patch, de piel gruesa con un sospechoso olor tirando a limón poco maduro, pero muy podrido, siendo una incongruencia, pero también verdad.¿pero que diablos has hecho, joder? Quiero ser limón.
Serás lo que tienes que ser mientras que el sea un alimonado, y no salga con tonterías y coma mocos color verde con pan. Además, para ser pijo, maricón, alimonado tienes buen aspecto, y no como el pájaro pringado, que se mete todo lo que le vende el fantástico y maravilloso carapene del perro, y se fue hacia el gran montículo de salsa y dijo que aquello era el no va más-.
Moja salchichas aquí -dijo el perro-.
No, cobrarían vida.
-¿cómo lo sabes?
-Esa salsa lleva mucha pimienta negra.
Aa, achís.
Saludos. Pero deja de dar por detrás de mi esos brincos histéricos como si fueras un puñetero mono de tan solo tres cabezas y medio pene.
Perdón. Es que no como muchos bogavantes al medio día, por eso salto de esa manera.
Pues ya podías dejar esa dieta de recatores al Torcuato Carod Rovira.
De repente, apareció un esquiador olímpico budista que miró admirado los dos personajes de cómic underground. Le ponían cachondo, pero decidió desaparecer.
El perro flipó, y también desapareció. El esquiador budista se quedó mudo al encontrárselo en su culo. Pero estaba limpio como la mojama y con unos buenos calzoncillos resplandecientes. Entonces, decidió decírselo:
-Tus calzoncillos son como galletas chinas de la suerte.
Si, ¿quieres probártelos?
-No sé si me servirán, soy un poco más culón que supersticioso, y mi enorme verruga trasera es motivo de grandes problemas. Aunque ya conseguí encogerla con caucho recauchutado ardiendo.
Eso debe doler.
No sabes cuánto tiene que costar rascarse el escroto con un rastrillo.
Fin del cuento.
Epílogo:
Después de un largo día, un gnomo zahorí, salió por patas de su choza de 33.550.336 polígonos.
Caramba, que calor- Dijo mientras tocaba libidinosamente su enorme Ukelele de pvc.
Al encontrarse con un viejo conocido, corrió lentamente acostado un gusano que llevaba enorme sombrero .
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Juegemos la historia virtual
Había una vez en un lugar cerca de todo lejos de nada, un tío alimonado, que siempre quiso salir del armario, pero un día, un pájaro pringado, que le esperaba un poco acongojado, le cagó encima. En ese momento pasó por allí un perro parlanchín, juguetón y saltarín, se quedó clavado mirando el armario, luego le dijo:
-Mariquita y pijo, a que esperas, ¿o es que, acaso tu todavía no has viajado?
-No, tengo qué?
-Si, deberías viajar para poder sentir cómo tu patinete empieza a despegar dejando atrás a tu cobarde e increíblemente ridículo escenario fabricado con diecisiete cucuruchos de helado.
-¿perro estas fumado?
-Sí, me gusta levantarme cada mañana con los pulmones muy bien negros y salir a defecar, dejando rastros marrones y pegajosos de la más original manera posible.
Con razón deliras.
Entonces el pájaro pringado, desenfundó una armónica, comenzando a tocar esa famosa melodía: caballeros del zodiaco.
El tío alimonado empezó a silbar un triste blues el cual le hizo llorar mucho recordando la guardería, y a esas viejas amistades que le habían convertido en un gnomo adicto a los barbitúricos, después de un rato, el perro fue a consolarlo.
No temas.
Dijo.
Confía en que algún lejano día todo quedará atrás.
Aquel momento fue asquerosamente respetado por un dios llamado tristeza y olvido, éste le miró un poco avergonzado, pero con mucho respeto, así que, ¿cómo era bizco en su personalidad, y sordo en los momentos que no sabía cómo afrontar la situación, decidió armarse de valor y coger su varita mágica para transformar al perro en un engendro de Satán, sadomaso y adicto a las más gordas salchichas.
Entonces, el tío alimonado mutó en naranja, parecida a don-patch, de piel gruesa con un sospechoso olor tirando a limón poco maduro, pero muy podrido, siendo una incongruencia, pero también verdad.¿pero que diablos has hecho, joder? Quiero ser limón.
Serás lo que tienes que ser mientras que el sea un alimonado, y no salga con tonterías y coma mocos color verde con pan. Además, para ser pijo, maricón, alimonado tienes buen aspecto, y no como el pájaro pringado, que se mete todo lo que le vende el fantástico y maravilloso carapene del perro, y se fue hacia el gran montículo de salsa y dijo que aquello era el no va más-.
Moja salchichas aquí -dijo el perro-.
No, cobrarían vida.
-¿cómo lo sabes?
-Esa salsa lleva mucha pimienta negra.
Aa, achís.
Saludos. Pero deja de dar por detrás de mi esos brincos histéricos como si fueras un puñetero mono de tan solo tres cabezas y medio pene.
Perdón. Es que no como muchos bogavantes al medio día, por eso salto de esa manera.
Pues ya podías dejar esa dieta de recatores al Torcuato Carod Rovira.
De repente, apareció un esquiador olímpico budista que miró admirado los dos personajes de cómic underground. Le ponían cachondo, pero decidió desaparecer.
El perro flipó, y también desapareció. El esquiador budista se quedó mudo al encontrárselo en su culo. Pero estaba limpio como la mojama y con unos buenos calzoncillos resplandecientes. Entonces, decidió decírselo:
-Tus calzoncillos son como galletas chinas de la suerte.
Si, ¿quieres probártelos?
-No sé si me servirán, soy un poco más culón que supersticioso, y mi enorme verruga trasera es motivo de grandes problemas. Aunque ya conseguí encogerla con caucho recauchutado ardiendo.
Eso debe doler.
No sabes cuánto tiene que costar rascarse el escroto con un rastrillo.
Fin del cuento.
Epílogo:
Después de un largo día, un gnomo zahorí, salió por patas de su choza de 33.550.336 polígonos.
Caramba, que calor- Dijo mientras tocaba libidinosamente su enorme Ukelele de pvc.
Al encontrarse con un viejo conocido, corrió lentamente acostado un gusano que llevaba enorme sombrero.
-cuánto tiempo, esquiador. .
-
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Había una vez en un lugar cerca de todo lejos de nada, un tío alimonado, que siempre quiso salir del armario, pero un día, un pájaro pringado, que le esperaba un poco acongojado, le cagó encima. En ese momento pasó por allí un perro parlanchín, juguetón y saltarín, se quedó clavado mirando el armario, luego le dijo:
-Mariquita y pijo, a que esperas, ¿o es que, acaso tu todavía no has viajado?
-No, tengo qué?
-Si, deberías viajar para poder sentir cómo tu patinete empieza a despegar dejando atrás a tu cobarde e increíblemente ridículo escenario fabricado con diecisiete cucuruchos de helado.
-¿perro estas fumado?
-Sí, me gusta levantarme cada mañana con los pulmones muy bien negros y salir a defecar, dejando rastros marrones y pegajosos de la más original manera posible.
Con razón deliras.
Entonces el pájaro pringado, desenfundó una armónica, comenzando a tocar esa famosa melodía: caballeros del zodiaco.
El tío alimonado empezó a silbar un triste blues el cual le hizo llorar mucho recordando la guardería, y a esas viejas amistades que le habían convertido en un gnomo adicto a los barbitúricos, después de un rato, el perro fue a consolarlo.
No temas.
Dijo.
Confía en que algún lejano día todo quedará atrás.
Aquel momento fue asquerosamente respetado por un dios llamado tristeza y olvido, éste le miró un poco avergonzado, pero con mucho respeto, así que, ¿cómo era bizco en su personalidad, y sordo en los momentos que no sabía cómo afrontar la situación, decidió armarse de valor y coger su varita mágica para transformar al perro en un engendro de Satán, sadomaso y adicto a las más gordas salchichas.
Entonces, el tío alimonado mutó en naranja, parecida a don-patch, de piel gruesa con un sospechoso olor tirando a limón poco maduro, pero muy podrido, siendo una incongruencia, pero también verdad.¿pero que diablos has hecho, joder? Quiero ser limón.
Serás lo que tienes que ser mientras que el sea un alimonado, y no salga con tonterías y coma mocos color verde con pan. Además, para ser pijo, maricón, alimonado tienes buen aspecto, y no como el pájaro pringado, que se mete todo lo que le vende el fantástico y maravilloso carapene del perro, y se fue hacia el gran montículo de salsa y dijo que aquello era el no va más-.
Moja salchichas aquí -dijo el perro-.
No, cobrarían vida.
-¿cómo lo sabes?
-Esa salsa lleva mucha pimienta negra.
Aa, achís.
Saludos. Pero deja de dar por detrás de mi esos brincos histéricos como si fueras un puñetero mono de tan solo tres cabezas y medio pene.
Perdón. Es que no como muchos bogavantes al medio día, por eso salto de esa manera.
Pues ya podías dejar esa dieta de recatores al Torcuato Carod Rovira.
De repente, apareció un esquiador olímpico budista que miró admirado los dos personajes de cómic underground. Le ponían cachondo, pero decidió desaparecer.
El perro flipó, y también desapareció. El esquiador budista se quedó mudo al encontrárselo en su culo. Pero estaba limpio como la mojama y con unos buenos calzoncillos resplandecientes. Entonces, decidió decírselo:
-Tus calzoncillos son como galletas chinas de la suerte.
Si, ¿quieres probártelos?
-No sé si me servirán, soy un poco más culón que supersticioso, y mi enorme verruga trasera es motivo de grandes problemas. Aunque ya conseguí encogerla con caucho recauchutado ardiendo.
Eso debe doler.
No sabes cuánto tiene que costar rascarse el escroto con un rastrillo.
Fin del cuento.
Epílogo:
Después de un largo día, un gnomo zahorí, salió por patas de su choza de 33.550.336 polígonos.
Caramba, que calor- Dijo mientras tocaba libidinosamente su enorme Ukelele de pvc.
Al encontrarse con un viejo conocido, corrió lentamente acostado un gusano que llevaba enorme sombrero.
Cuánto tiempo, esquiador.
perdón edito- Bonita choza, ¿3d Studio Max? .
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Juegemos la historia virtual
Son 4 palabras, ojo, te sobra lo de 3ds Max.
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Perdón por editar, no volverá a ocurrir, es que es un hilo muy largo para leerlo entero. Saludos.
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-Mariquita y pijo, a que esperas, ¿o es que, acaso tu todavía no has viajado?
- No, tengo qué?
- Si, deberías viajar para poder sentir cómo tu patinete empieza a despegar dejando atrás a tu cobarde e increíblemente ridículo escenario fabricado con diecisiete cucuruchos de helado.
- ¿perro estas fumado?
-Sí, me gusta levantarme cada mañana con los pulmones muy bien negros y salir a defecar, dejando rastros marrones y pegajosos de la más original manera posible.
- Con razón deliras.
Entonces el pájaro pringado, desenfundó una armónica, comenzando a tocar esa famosa melodía: caballeros del zodiaco.
El tío alimonado empezó a silbar un triste blues el cual le hizo llorar mucho recordando la guardería, y a esas viejas amistades que le habían convertido en un gnomo adicto a los barbitúricos, después de un rato, el perro fue a consolarlo.
No temas.
Dijo.
- Confía en que algún lejano día todo quedará atrás.
Aquel momento fue asquerosamente respetado por un dios llamado tristeza y olvido, éste le miró un poco avergonzado, pero con mucho respeto, así que, ¿cómo era bizco en su personalidad, y sordo en los momentos que no sabía cómo afrontar la situación, decidió armarse de valor y coger su varita mágica para transformar al perro en un engendro de Satán, sadomaso y adicto a las más gordas salchichas, entonces, el tío alimonado mutó en naranja, parecida a don-patch, de piel gruesa con un sospechoso olor tirando a limón poco maduro, pero muy podrido, siendo una incongruencia, pero también verdad.¿pero que diablos has hecho, joder? Quiero ser limón.
- Serás lo que tienes que ser mientras que el sea un alimonado, y no salga con tonterías y coma mocos color verde con pan. Además, para ser pijo, maricón, alimonado tienes buen aspecto, y no como el pájaro pringado, que se mete todo lo que le vende el fantástico y maravilloso carapene del perro, y se fue hacia el gran montículo de salsa y dijo que aquello era el no va más-
-moja salchichas aquí -dijo el perro-.
-no, cobrarían vida.
-¿cómo lo sabes?
-esa salsa lleva mucha pimienta negra.
- Aa, achís.
- Saludos. Pero deja de dar por detrás de mi esos brincos histéricos como si fueras un puñetero mono de tan solo tres cabezas y medio pene.
-perdón. Es que no como muchos bogavantes al medio día, por eso salto de esa manera.
- Pues ya podías dejar esa dieta de recatores al Torcuato Carod Rovira.
De repente, apareció un esquiador olímpico budista que miró admirado los dos personajes de cómic underground. Le ponían cachondo, pero decidió desaparecer.
El perro flipó, y también desapareció. El esquiador budista se quedó mudo al encontrárselo en su culo. Pero estaba limpio como la mojama y con unos buenos calzoncillos resplandecientes. Entonces, decidió decírselo:
-tus calzoncillos son como galletas chinas de la suerte.
- Si, ¿quieres probártelos?
- No sé si me servirán, soy un poco más culón que supersticioso, y mi enorme verruga trasera es motivo de grandes problemas. Aunque ya conseguí encogerla con caucho recauchutado ardiendo.
- Eso debe doler.
- No sabes cuánto tiene que costar rascarse el escroto con un rastrillo.
Fin del cuento.
Epílogo:
Después de un largo día, un gnomo zahorí, salió por patas de su choza de 33.550.336 polígonos.
-caramba, que calor- Dijo mientras tocaba libidinosamente su enorme Ukelele de pvc, al encontrarse con un viejo conocido, corrió lentamente acostado un gusano que llevaba enorme sombrero.
- Cuánto tiempo, esquiador, bonita choza, ¿3d Studio Max?
- No, es Blender.
-
Juegemos la historia virtual
Había una vez en un lugar cerca de todo lejos de nada, un tío alimonado, que siempre quiso salir del armario, pero un día, un pájaro pringado, que le esperaba un poco acongojado, le cagó encima. En ese momento pasó por allí un perro parlanchín, juguetón y saltarín, se quedó clavado mirando el armario, luego le dijo:
-Mariquita y pijo, a que esperas, ¿o es que, acaso tu todavía no has viajado?
-No, tengo qué?
-Si, deberías viajar para poder sentir cómo tu patinete empieza a despegar dejando atrás a tu cobarde e increíblemente ridículo escenario fabricado con diecisiete cucuruchos de helado.
-¿perro estas fumado?
-Sí, me gusta levantarme cada mañana con los pulmones muy bien negros y salir a defecar, dejando rastros marrones y pegajosos de la más original manera posible.
Con razón deliras.
Entonces el pájaro pringado, desenfundó una armónica, comenzando a tocar esa famosa melodía: caballeros del zodiaco.
El tío alimonado empezó a silbar un triste blues el cual le hizo llorar mucho recordando la guardería, y a esas viejas amistades que le habían convertido en un gnomo adicto a los barbitúricos, después de un rato, el perro fue a consolarlo.
No temas.
Dijo.
Confía en que algún lejano día todo quedará atrás.
Aquel momento fue asquerosamente respetado por un dios llamado tristeza y olvido, éste le miró un poco avergonzado, pero con mucho respeto, así que, ¿cómo era bizco en su personalidad, y sordo en los momentos que no sabía cómo afrontar la situación, decidió armarse de valor y coger su varita mágica para transformar al perro en un engendro de Satán, sadomaso y adicto a las más gordas salchichas.
Entonces, el tío alimonado mutó en naranja, parecida a don-patch, de piel gruesa con un sospechoso olor tirando a limón poco maduro, pero muy podrido, siendo una incongruencia, pero también verdad.¿pero que diablos has hecho, joder? Quiero ser limón.
Serás lo que tienes que ser mientras que el sea un alimonado, y no salga con tonterías y coma mocos color verde con pan. Además, para ser pijo, maricón, alimonado tienes buen aspecto, y no como el pájaro pringado, que se mete todo lo que le vende el fantástico y maravilloso carapene del perro, y se fue hacia el gran montículo de salsa y dijo que aquello era el no va más-.
Moja salchichas aquí -dijo el perro-.
No, cobrarían vida.
-¿cómo lo sabes?
-Esa salsa lleva mucha pimienta negra.
Aa, achís.
Saludos. Pero deja de dar por detrás de mi esos brincos histéricos como si fueras un puñetero mono de tan solo tres cabezas y medio pene.
Perdón. Es que no como muchos bogavantes al medio día, por eso salto de esa manera.
Pues ya podías dejar esa dieta de recatores al Torcuato Carod Rovira.
De repente, apareció un esquiador olímpico budista que miró admirado los dos personajes de cómic underground. Le ponían cachondo, pero decidió desaparecer.
El perro flipó, y también desapareció. El esquiador budista se quedó mudo al encontrárselo en su culo. Pero estaba limpio como la mojama y con unos buenos calzoncillos resplandecientes. Entonces, decidió decírselo:
-Tus calzoncillos son como galletas chinas de la suerte.
Si, ¿quieres probártelos?
-No sé si me servirán, soy un poco más culón que supersticioso, y mi enorme verruga trasera es motivo de grandes problemas. Aunque ya conseguí encogerla con caucho recauchutado ardiendo.
Eso debe doler.
No sabes cuánto tiene que costar rascarse el escroto con un rastrillo.
Fin del cuento.
Epílogo:
Después de un largo día, un gnomo zahorí, salió por patas de su choza de 33.550.336 polígonos.
Caramba, que calor- Dijo mientras tocaba libidinosamente su enorme Ukelele de pvc.
Al encontrarse con un viejo conocido, corrió lentamente acostado un gusano que llevaba enorme sombrero.
Cuánto tiempo, esquiador.
Bonita choza, ¿3d Studio Max?
-No, es Blender.
el intrépido gnomo.
-
Juegemos la historia virtual
Había una vez en un lugar cerca de todo lejos de nada, un tío alimonado, que siempre quiso salir del armario, pero un día, un pájaro pringado, que le esperaba un poco acongojado, le cagó encima. En ese momento pasó por allí un perro parlanchín, juguetón y saltarín, se quedó clavado mirando el armario, luego le dijo:
-Mariquita y pijo, a que esperas, ¿o es que, acaso tu todavía no has viajado?
- No, tengo qué?
- Si, deberías viajar para poder sentir cómo tu patinete empieza a despegar dejando atrás a tu cobarde e increíblemente ridículo escenario fabricado con diecisiete cucuruchos de helado.
- ¿perro estas fumado?
-Sí, me gusta levantarme cada mañana con los pulmones muy bien negros y salir a defecar, dejando rastros marrones y pegajosos de la más original manera posible.
- Con razón deliras.
Entonces el pájaro pringado, desenfundó una armónica, comenzando a tocar esa famosa melodía: caballeros del zodiaco.
El tío alimonado empezó a silbar un triste blues el cual le hizo llorar mucho recordando la guardería, y a esas viejas amistades que le habían convertido en un gnomo adicto a los barbitúricos, después de un rato, el perro fue a consolarlo.
No temas.
Dijo.
- Confía en que algún lejano día todo quedará atrás.
Aquel momento fue asquerosamente respetado por un dios llamado tristeza y olvido, éste le miró un poco avergonzado, pero con mucho respeto, así que, ¿cómo era bizco en su personalidad, y sordo en los momentos que no sabía cómo afrontar la situación, decidió armarse de valor y coger su varita mágica para transformar al perro en un engendro de Satán, sadomaso y adicto a las más gordas salchichas, entonces, el tío alimonado mutó en naranja, parecida a don-patch, de piel gruesa con un sospechoso olor tirando a limón poco maduro, pero muy podrido, siendo una incongruencia, pero también verdad.¿pero que diablos has hecho, joder? Quiero ser limón.
- Serás lo que tienes que ser mientras que el sea un alimonado, y no salga con tonterías y coma mocos color verde con pan. Además, para ser pijo, maricón, alimonado tienes buen aspecto, y no como el pájaro pringado, que se mete todo lo que le vende el fantástico y maravilloso carapene del perro, y se fue hacia el gran montículo de salsa y dijo que aquello era el no va más-
-moja salchichas aquí -dijo el perro-.
-no, cobrarían vida.
-¿cómo lo sabes?
-esa salsa lleva mucha pimienta negra.
- Aa, achís.
- Saludos. Pero deja de dar por detrás de mi esos brincos histéricos como si fueras un puñetero mono de tan solo tres cabezas y medio pene.
-perdón. Es que no como muchos bogavantes al medio día, por eso salto de esa manera.
- Pues ya podías dejar esa dieta de recatores al Torcuato Carod Rovira.
De repente, apareció un esquiador olímpico budista que miró admirado los dos personajes de cómic underground. Le ponían cachondo, pero decidió desaparecer.
El perro flipó, y también desapareció. El esquiador budista se quedó mudo al encontrárselo en su culo. Pero estaba limpio como la mojama y con unos buenos calzoncillos resplandecientes. Entonces, decidió decírselo:
-tus calzoncillos son como galletas chinas de la suerte.
- Si, ¿quieres probártelos?
- No sé si me servirán, soy un poco más culón que supersticioso, y mi enorme verruga trasera es motivo de grandes problemas. Aunque ya conseguí encogerla con caucho recauchutado ardiendo.
- Eso debe doler.
- No sabes cuánto tiene que costar rascarse el escroto con un rastrillo.
Fin del cuento.
Epílogo:
Después de un largo día, un gnomo zahorí, salió por patas de su choza de 33.550.336 polígonos.
-caramba, que calor- Dijo mientras tocaba libidinosamente su enorme Ukelele de pvc, al encontrarse con un viejo conocido, corrió lentamente acostado un gusano que llevaba enorme sombrero.
- Cuánto tiempo, esquiador, bonita choza, ¿3d Studio Max?
- No, es Blender, el intrépido gnomo, usuario de XSI.
-
Juegemos la historia virtual
Había una vez en un lugar cerca de todo lejos de nada, un tío alimonado, que siempre quiso salir del armario, pero un día, un pájaro pringado, que le esperaba un poco acongojado, le cagó encima. En ese momento pasó por allí un perro parlanchín, juguetón y saltarín, se quedó clavado mirando el armario, luego le dijo:
-Mariquita y pijo, a que esperas, ¿o es que, acaso tu todavía no has viajado?
- No, tengo qué?
- Si, deberías viajar para poder sentir cómo tu patinete empieza a despegar dejando atrás a tu cobarde e increíblemente ridículo escenario fabricado con diecisiete cucuruchos de helado.
- ¿perro estas fumado?
-Sí, me gusta levantarme cada mañana con los pulmones muy bien negros y salir a defecar, dejando rastros marrones y pegajosos de la más original manera posible.
- Con razón deliras.
Entonces el pájaro pringado, desenfundó una armónica, comenzando a tocar esa famosa melodía: caballeros del zodiaco.
El tío alimonado empezó a silbar un triste blues el cual le hizo llorar mucho recordando la guardería, y a esas viejas amistades que le habían convertido en un gnomo adicto a los barbitúricos, después de un rato, el perro fue a consolarlo.
No temas.
Dijo.
- Confía en que algún lejano día todo quedará atrás.
Aquel momento fue asquerosamente respetado por un dios llamado tristeza y olvido, éste le miró un poco avergonzado, pero con mucho respeto, así que, ¿cómo era bizco en su personalidad, y sordo en los momentos que no sabía cómo afrontar la situación, decidió armarse de valor y coger su varita mágica para transformar al perro en un engendro de Satán, sadomaso y adicto a las más gordas salchichas, entonces, el tío alimonado mutó en naranja, parecida a don-patch, de piel gruesa con un sospechoso olor tirando a limón poco maduro, pero muy podrido, siendo una incongruencia, pero también verdad.¿pero que diablos has hecho, joder? Quiero ser limón.
- Serás lo que tienes que ser mientras que el sea un alimonado, y no salga con tonterías y coma mocos color verde con pan. Además, para ser pijo, maricón, alimonado tienes buen aspecto, y no como el pájaro pringado, que se mete todo lo que le vende el fantástico y maravilloso carapene del perro, y se fue hacia el gran montículo de salsa y dijo que aquello era el no va más-
-moja salchichas aquí -dijo el perro-.
-no, cobrarían vida.
-¿cómo lo sabes?
-esa salsa lleva mucha pimienta negra.
- Aa, achís.
- Saludos. Pero deja de dar por detrás de mi esos brincos histéricos como si fueras un puñetero mono de tan solo tres cabezas y medio pene.
-perdón. Es que no como muchos bogavantes al medio día, por eso salto de esa manera.
- Pues ya podías dejar esa dieta de recatores al Torcuato Carod Rovira.
De repente, apareció un esquiador olímpico budista que miró admirado los dos personajes de cómic underground. Le ponían cachondo, pero decidió desaparecer.
El perro flipó, y también desapareció. El esquiador budista se quedó mudo al encontrárselo en su culo. Pero estaba limpio como la mojama y con unos buenos calzoncillos resplandecientes. Entonces, decidió decírselo:
-tus calzoncillos son como galletas chinas de la suerte.
- Si, ¿quieres probártelos?
- No sé si me servirán, soy un poco más culón que supersticioso, y mi enorme verruga trasera es motivo de grandes problemas. Aunque ya conseguí encogerla con caucho recauchutado ardiendo.
- Eso debe doler.
- No sabes cuánto tiene que costar rascarse el escroto con un rastrillo.
Fin del cuento.
Epílogo:
Después de un largo día, un gnomo zahorí, salió por patas de su choza de 33.550.336 polígonos.
-caramba, que calor- Dijo mientras tocaba libidinosamente su enorme Ukelele de pvc, al encontrarse con un viejo conocido, corrió lentamente acostado un gusano que llevaba enorme sombrero.
- Cuánto tiempo, esquiador, bonita choza, ¿3d Studio Max?
- No, es Blender, el intrépido gnomo, usuario de XSI, sintió profunda envidia.
.
-
Juegemos la historia virtual
Había una vez en un lugar cerca de todo lejos de nada, un tío alimonado, que siempre quiso salir del armario, pero un día, un pájaro pringado, que le esperaba un poco acongojado, le cagó encima. En ese momento pasó por allí un perro parlanchín, juguetón y saltarín, se quedó clavado mirando el armario, luego le dijo:
-Mariquita y pijo, a que esperas, ¿o es que, acaso tu todavía no has viajado?
-No, tengo qué?
-Si, deberías viajar para poder sentir cómo tu patinete empieza a despegar dejando atrás a tu cobarde e increíblemente ridículo escenario fabricado con diecisiete cucuruchos de helado.
-¿perro estas fumado?
-Sí, me gusta levantarme cada mañana con los pulmones muy bien negros y salir a defecar, dejando rastros marrones y pegajosos de la más original manera posible.
Con razón deliras.
Entonces el pájaro pringado, desenfundó una armónica, comenzando a tocar esa famosa melodía: caballeros del zodiaco.
El tío alimonado empezó a silbar un triste blues el cual le hizo llorar mucho recordando la guardería, y a esas viejas amistades que le habían convertido en un gnomo adicto a los barbitúricos, después de un rato, el perro fue a consolarlo.
No temas.
Dijo.
Confía en que algún lejano día todo quedará atrás.
Aquel momento fue asquerosamente respetado por un dios llamado tristeza y olvido, éste le miró un poco avergonzado, pero con mucho respeto, así que, ¿cómo era bizco en su personalidad, y sordo en los momentos que no sabía cómo afrontar la situación, decidió armarse de valor y coger su varita mágica para transformar al perro en un engendro de Satán, sadomaso y adicto a las más gordas salchichas.
Entonces, el tío alimonado mutó en naranja, parecida a don-patch, de piel gruesa con un sospechoso olor tirando a limón poco maduro, pero muy podrido, siendo una incongruencia, pero también verdad.¿pero que diablos has hecho, joder? Quiero ser limón.
Serás lo que tienes que ser mientras que el sea un alimonado, y no salga con tonterías y coma mocos color verde con pan. Además, para ser pijo, maricón, alimonado tienes buen aspecto, y no como el pájaro pringado, que se mete todo lo que le vende el fantástico y maravilloso carapene del perro, y se fue hacia el gran montículo de salsa y dijo que aquello era el no va más-.
Moja salchichas aquí -dijo el perro-.
No, cobrarían vida.
-¿cómo lo sabes?
-Esa salsa lleva mucha pimienta negra.
Aa, achís.
Saludos. Pero deja de dar por detrás de mi esos brincos histéricos como si fueras un puñetero mono de tan solo tres cabezas y medio pene.
Perdón. Es que no como muchos bogavantes al medio día, por eso salto de esa manera.
Pues ya podías dejar esa dieta de recatores al Torcuato Carod Rovira.
De repente, apareció un esquiador olímpico budista que miró admirado los dos personajes de cómic underground. Le ponían cachondo, pero decidió desaparecer.
El perro flipó, y también desapareció. El esquiador budista se quedó mudo al encontrárselo en su culo. Pero estaba limpio como la mojama y con unos buenos calzoncillos resplandecientes. Entonces, decidió decírselo:
-Tus calzoncillos son como galletas chinas de la suerte.
Si, ¿quieres probártelos?
-No sé si me servirán, soy un poco más culón que supersticioso, y mi enorme verruga trasera es motivo de grandes problemas. Aunque ya conseguí encogerla con caucho recauchutado ardiendo.
Eso debe doler.
No sabes cuánto tiene que costar rascarse el escroto con un rastrillo.
Fin del cuento.
Epílogo:
Después de un largo día, un gnomo zahorí, salió por patas de su choza de 33.550.336 polígonos.
Caramba, que calor- Dijo mientras tocaba libidinosamente su enorme Ukelele de pvc.
Al encontrarse con un viejo conocido, corrió lentamente acostado un gusano que llevaba enorme sombrero.
Cuánto tiempo, esquiador.
Bonita choza, ¿3d Studio Max?
-No, es Blender.
El intrépido gnomo, usuario de XSI, sintió profunda envidia y aborrecimiento total.
.
-
Juegemos la historia virtual
Había una vez en un lugar cerca de todo lejos de nada, un tío alimonado, que siempre quiso salir del armario, pero un día, un pájaro pringado, que le esperaba un poco acongojado, le cagó encima. En ese momento pasó por allí un perro parlanchín, juguetón y saltarín, se quedó clavado mirando el armario, luego le dijo:
-Mariquita y pijo, a que esperas, ¿o es que, acaso tu todavía no has viajado?
- No, tengo qué?
- Si, deberías viajar para poder sentir cómo tu patinete empieza a despegar dejando atrás a tu cobarde e increíblemente ridículo escenario fabricado con diecisiete cucuruchos de helado.
- ¿perro estas fumado?
-Sí, me gusta levantarme cada mañana con los pulmones muy bien negros y salir a defecar, dejando rastros marrones y pegajosos de la más original manera posible.
- Con razón deliras.
Entonces el pájaro pringado, desenfundó una armónica, comenzando a tocar esa famosa melodía: caballeros del zodiaco.
El tío alimonado empezó a silbar un triste blues el cual le hizo llorar mucho recordando la guardería, y a esas viejas amistades que le habían convertido en un gnomo adicto a los barbitúricos, después de un rato, el perro fue a consolarlo.
No temas.
Dijo.
- Confía en que algún lejano día todo quedará atrás.
Aquel momento fue asquerosamente respetado por un dios llamado tristeza y olvido, éste le miró un poco avergonzado, pero con mucho respeto, así que, ¿cómo era bizco en su personalidad, y sordo en los momentos que no sabía cómo afrontar la situación, decidió armarse de valor y coger su varita mágica para transformar al perro en un engendro de Satán, sadomaso y adicto a las más gordas salchichas, entonces, el tío alimonado mutó en naranja, parecida a don-patch, de piel gruesa con un sospechoso olor tirando a limón poco maduro, pero muy podrido, siendo una incongruencia, pero también verdad.¿pero que diablos has hecho, joder? Quiero ser limón.
- Serás lo que tienes que ser mientras que el sea un alimonado, y no salga con tonterías y coma mocos color verde con pan. Además, para ser pijo, maricón, alimonado tienes buen aspecto, y no como el pájaro pringado, que se mete todo lo que le vende el fantástico y maravilloso carapene del perro, y se fue hacia el gran montículo de salsa y dijo que aquello era el no va más-
-moja salchichas aquí -dijo el perro-.
-no, cobrarían vida.
-¿cómo lo sabes?
-esa salsa lleva mucha pimienta negra.
- Aa, achís.
- Saludos. Pero deja de dar por detrás de mi esos brincos histéricos como si fueras un puñetero mono de tan solo tres cabezas y medio pene.
-perdón. Es que no como muchos bogavantes al medio día, por eso salto de esa manera.
- Pues ya podías dejar esa dieta de recatores al Torcuato Carod Rovira.
De repente, apareció un esquiador olímpico budista que miró admirado los dos personajes de cómic underground. Le ponían cachondo, pero decidió desaparecer.
El perro flipó, y también desapareció. El esquiador budista se quedó mudo al encontrárselo en su culo. Pero estaba limpio como la mojama y con unos buenos calzoncillos resplandecientes. Entonces, decidió decírselo:
-tus calzoncillos son como galletas chinas de la suerte.
- Si, ¿quieres probártelos?
- No sé si me servirán, soy un poco más culón que supersticioso, y mi enorme verruga trasera es motivo de grandes problemas. Aunque ya conseguí encogerla con caucho recauchutado ardiendo.
- Eso debe doler.
- No sabes cuánto tiene que costar rascarse el escroto con un rastrillo.
Fin del cuento.
Epílogo:
Después de un largo día, un gnomo zahorí, salió por patas de su choza de 33.550.336 polígonos.
-caramba, que calor- Dijo mientras tocaba libidinosamente su enorme Ukelele de pvc, al encontrarse con un viejo conocido, corrió lentamente acostado un gusano que llevaba enorme sombrero.
- Cuánto tiempo, esquiador, bonita choza, ¿3d Studio Max?
- No, es Blender, el intrépido gnomo, usuario de XSI, sintió profunda envidia y aborrecimiento total de utilizar Combustion para.
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Juegemos la historia virtual
[quote]Había una vez en un lugar cerca de todo lejos de nada, un tío alimonado, que siempre quiso salir del armario, pero un día, un pájaro pringado, que le esperaba un poco acongojado, le cagó encima. En ese momento pasó por allí un perro parlanchín, juguetón y saltarín, se quedó clavado mirando el armario, luego le dijo:
-Mariquita y pijo, a que esperas, ¿o es que, acaso tu todavía no has viajado?
-No, tengo qué?
-Si, deberías viajar para poder sentir cómo tu patinete empieza a despegar dejando atrás a tu cobarde e increíblemente ridículo escenario fabricado con diecisiete cucuruchos de helado.
-¿perro estas fumado?
-Sí, me gusta levantarme cada mañana con los pulmones muy bien negros y salir a defecar, dejando rastros marrones y pegajosos de la más original manera posible.
Con razón deliras.
Entonces el pájaro pringado, desenfundó una armónica, comenzando a tocar esa famosa melodía: caballeros del zodiaco.
El tío alimonado empezó a silbar un triste blues el cual le hizo llorar mucho recordando la guardería, y a esas viejas amistades que le habían convertido en un gnomo adicto a los barbitúricos, después de un rato, el perro fue a consolarlo.
No temas.
Dijo.
Confía en que algún lejano día todo quedará atrás.
Aquel momento fue asquerosamente respetado por un dios llamado tristeza y olvido, éste le miró un poco avergonzado, pero con mucho respeto, así que, ¿cómo era bizco en su personalidad, y sordo en los momentos que no sabía cómo afrontar la situación, decidió armarse de valor y coger su varita mágica para transformar al perro en un engendro de Satán, sadomaso y adicto a las más gordas salchichas.
Entonces, el tío alimonado mutó en naranja, parecida a don-patch, de piel gruesa con un sospechoso olor tirando a limón poco maduro, pero muy podrido, siendo una incongruencia, pero también verdad.¿pero que diablos has hecho, joder? Quiero ser limón.
Serás lo que tienes que ser mientras que el sea un alimonado, y no salga con tonterías y coma mocos color verde con pan. Además, para ser pijo, maricón, alimonado tienes buen aspecto, y no como el pájaro pringado, que se mete todo lo que le vende el fantástico y maravilloso carapene del perro, y se fue hacia el gran montículo de salsa y dijo que aquello era el no va más-.
Moja salchichas aquí -dijo el perro-.
No, cobrarían vida.
-¿cómo lo sabes?
-Esa salsa lleva mucha pimienta negra.
Aa, achís.
Saludos. Pero deja de dar por detrás de mi esos brincos histéricos como si fueras un puñetero mono de tan solo tres cabezas y medio pene.
Perdón. Es que no como muchos bogavantes al medio día, por eso salto de esa manera.
Pues ya podías dejar esa dieta de recatores al Torcuato Carod Rovira.
De repente, apareció un esquiador olímpico budista que miró admirado los dos personajes de cómic underground. Le ponían cachondo, pero decidió desaparecer.
El perro flipó, y también desapareció. El esquiador budista se quedó mudo al encontrárselo en su culo. Pero estaba limpio como la mojama y con unos buenos calzoncillos resplandecientes. Entonces, decidió decírselo:
-Tus calzoncillos son como galletas chinas de la suerte.
Si, ¿quieres probártelos?
-No sé si me servirán, soy un poco más culón que supersticioso, y mi enorme verruga trasera es motivo de grandes problemas. Aunque ya conseguí encogerla con caucho recauchutado ardiendo.
Eso debe doler.
No sabes cuánto tiene que costar rascarse el escroto con un rastrillo.
Fin del cuento.
Epílogo:
Después de un largo día, un gnomo zahorí, salió por patas de su choza de 33.550.336 polígonos.
Caramba, que calor- Dijo mientras tocaba libidinosamente su enorme Ukelele de pvc.
Al encontrarse con un viejo conocido, corrió lentamente acostado un gusano que llevaba enorme sombrero.
Cuánto tiempo, esquiador.
Bonita choza, ¿3d Studio Max?
-No, es Blender.
El intrépido gnomo, usuario de XSI, sintió profunda envidia y aborrecimiento total de utilizar Combustion para encender el puro.
-
Juegemos la historia virtual
Había una vez en un lugar cerca de todo lejos de nada, un tío alimonado, que siempre quiso salir del armario, pero un día, un pájaro pringado, que le esperaba un poco acongojado, le cagó encima. En ese momento pasó por allí un perro parlanchín, juguetón y saltarín, se quedó clavado mirando el armario, luego le dijo:
-Mariquita y pijo, a que esperas, ¿o es que, acaso tu todavía no has viajado?
-No, tengo qué?
-Si, deberías viajar para poder sentir cómo tu patinete empieza a despegar dejando atrás a tu cobarde e increíblemente ridículo escenario fabricado con diecisiete cucuruchos de helado.
-¿perro estas fumado?
-Sí, me gusta levantarme cada mañana con los pulmones muy bien negros y salir a defecar, dejando rastros marrones y pegajosos de la más original manera posible.
Con razón deliras.
Entonces el pájaro pringado, desenfundó una armónica, comenzando a tocar esa famosa melodía: caballeros del zodiaco.
El tío alimonado empezó a silbar un triste blues el cual le hizo llorar mucho recordando la guardería, y a esas viejas amistades que le habían convertido en un gnomo adicto a los barbitúricos, después de un rato, el perro fue a consolarlo.
No temas.
Dijo.
Confía en que algún lejano día todo quedará atrás.
Aquel momento fue asquerosamente respetado por un dios llamado tristeza y olvido, éste le miró un poco avergonzado, pero con mucho respeto, así que, ¿cómo era bizco en su personalidad, y sordo en los momentos que no sabía cómo afrontar la situación, decidió armarse de valor y coger su varita mágica para transformar al perro en un engendro de Satán, sadomaso y adicto a las más gordas salchichas.
Entonces, el tío alimonado mutó en naranja, parecida a don-patch, de piel gruesa con un sospechoso olor tirando a limón poco maduro, pero muy podrido, siendo una incongruencia, pero también verdad.¿pero que diablos has hecho, joder? Quiero ser limón.
Serás lo que tienes que ser mientras que el sea un alimonado, y no salga con tonterías y coma mocos color verde con pan. Además, para ser pijo, maricón, alimonado tienes buen aspecto, y no como el pájaro pringado, que se mete todo lo que le vende el fantástico y maravilloso carapene del perro, y se fue hacia el gran montículo de salsa y dijo que aquello era el no va más-.
Moja salchichas aquí -dijo el perro-.
No, cobrarían vida.
-¿cómo lo sabes?
-Esa salsa lleva mucha pimienta negra.
Aa, achís.
Saludos. Pero deja de dar por detrás de mi esos brincos histéricos como si fueras un puñetero mono de tan solo tres cabezas y medio pene.
Perdón. Es que no como muchos bogavantes al medio día, por eso salto de esa manera.
Pues ya podías dejar esa dieta de recatores al Torcuato Carod Rovira.
De repente, apareció un esquiador olímpico budista que miró admirado los dos personajes de cómic underground. Le ponían cachondo, pero decidió desaparecer.
El perro flipó, y también desapareció. El esquiador budista se quedó mudo al encontrárselo en su culo. Pero estaba limpio como la mojama y con unos buenos calzoncillos resplandecientes. Entonces, decidió decírselo:
-Tus calzoncillos son como galletas chinas de la suerte.
Si, ¿quieres probártelos?
-No sé si me servirán, soy un poco más culón que supersticioso, y mi enorme verruga trasera es motivo de grandes problemas. Aunque ya conseguí encogerla con caucho recauchutado ardiendo.
Eso debe doler.
No sabes cuánto tiene que costar rascarse el escroto con un rastrillo.
Fin del cuento.
Epílogo:
Después de un largo día, un gnomo zahorí, salió por patas de su choza de 33.550.336 polígonos.
Caramba, que calor- Dijo mientras tocaba libidinosamente su enorme Ukelele de pvc.
Al encontrarse con un viejo conocido, corrió lentamente acostado un gusano que llevaba enorme sombrero.
Cuánto tiempo, esquiador.
Bonita choza, ¿3d Studio Max?
-No, es Blender.
El intrépido gnomo, usuario de XSI, sintió profunda envidia y aborrecimiento total de utilizar Combustion para encender el puro gritando eso de:.
-
Juegemos la historia virtual
Había una vez en un lugar cerca de todo lejos de nada, un tío alimonado, que siempre quiso salir del armario, pero un día, un pájaro pringado, que le esperaba un poco acongojado, le cagó encima. En ese momento pasó por allí un perro parlanchín, juguetón y saltarín, se quedó clavado mirando el armario, luego le dijo:
-Mariquita y pijo, a que esperas, ¿o es que, acaso tu todavía no has viajado?
-No, tengo qué?
-Si, deberías viajar para poder sentir cómo tu patinete empieza a despegar dejando atrás a tu cobarde e increíblemente ridículo escenario fabricado con diecisiete cucuruchos de helado.
-¿perro estas fumado?
-Sí, me gusta levantarme cada mañana con los pulmones muy bien negros y salir a defecar, dejando rastros marrones y pegajosos de la más original manera posible.
Con razón deliras.
Entonces el pájaro pringado, desenfundó una armónica, comenzando a tocar esa famosa melodía: caballeros del zodiaco.
El tío alimonado empezó a silbar un triste blues el cual le hizo llorar mucho recordando la guardería, y a esas viejas amistades que le habían convertido en un gnomo adicto a los barbitúricos, después de un rato, el perro fue a consolarlo.
No temas.
Dijo.
Confía en que algún lejano día todo quedará atrás.
Aquel momento fue asquerosamente respetado por un dios llamado tristeza y olvido, éste le miró un poco avergonzado, pero con mucho respeto, así que, ¿cómo era bizco en su personalidad, y sordo en los momentos que no sabía cómo afrontar la situación, decidió armarse de valor y coger su varita mágica para transformar al perro en un engendro de Satán, sadomaso y adicto a las más gordas salchichas.
Entonces, el tío alimonado mutó en naranja, parecida a don-patch, de piel gruesa con un sospechoso olor tirando a limón poco maduro, pero muy podrido, siendo una incongruencia, pero también verdad.¿pero que diablos has hecho, joder? Quiero ser limón.
Serás lo que tienes que ser mientras que el sea un alimonado, y no salga con tonterías y coma mocos color verde con pan. Además, para ser pijo, maricón, alimonado tienes buen aspecto, y no como el pájaro pringado, que se mete todo lo que le vende el fantástico y maravilloso carapene del perro, y se fue hacia el gran montículo de salsa y dijo que aquello era el no va más-.
Moja salchichas aquí -dijo el perro-.
No, cobrarían vida.
-¿cómo lo sabes?
-Esa salsa lleva mucha pimienta negra.
Aa, achís.
Saludos. Pero deja de dar por detrás de mi esos brincos histéricos como si fueras un puñetero mono de tan solo tres cabezas y medio pene.
Perdón. Es que no como muchos bogavantes al medio día, por eso salto de esa manera.
Pues ya podías dejar esa dieta de recatores al Torcuato Carod Rovira.
De repente, apareció un esquiador olímpico budista que miró admirado los dos personajes de cómic underground. Le ponían cachondo, pero decidió desaparecer.
El perro flipó, y también desapareció. El esquiador budista se quedó mudo al encontrárselo en su culo. Pero estaba limpio como la mojama y con unos buenos calzoncillos resplandecientes. Entonces, decidió decírselo:
-Tus calzoncillos son como galletas chinas de la suerte.
Si, ¿quieres probártelos?
-No sé si me servirán, soy un poco más culón que supersticioso, y mi enorme verruga trasera es motivo de grandes problemas. Aunque ya conseguí encogerla con caucho recauchutado ardiendo.
Eso debe doler.
No sabes cuánto tiene que costar rascarse el escroto con un rastrillo.
Fin del cuento.
Epílogo:
Después de un largo día, un gnomo zahorí, salió por patas de su choza de 33.550.336 polígonos.
Caramba, que calor- Dijo mientras tocaba libidinosamente su enorme Ukelele de pvc.
Al encontrarse con un viejo conocido, corrió lentamente acostado un gusano que llevaba enorme sombrero.
Cuánto tiempo, esquiador.
Bonita choza, ¿3d Studio Max?
-No, es Blender.
El intrépido gnomo, usuario de XSI, sintió profunda envidia y aborrecimiento total de utilizar Combustion para encender el puro gritando eso de:
-.abajo las teteras.
-
Juegemos la historia virtual
A la vez. Anda borra esto que ya lo has eliminado.
-
Juegemos la historia virtual
Cuando se me ocurra otra cosa regreso.
-
Juegemos la historia virtual
En 3 palabras: dios, que frikis.
-
Juegemos la historia virtual
Había una vez en un lugar cerca de todo lejos de nada, un tío alimonado, que siempre quiso salir del armario, pero un día, un pájaro pringado, que le esperaba un poco acongojado, le cagó encima. En ese momento pasó por allí un perro parlanchín, juguetón y saltarín, se quedó clavado mirando el armario, luego le dijo:
-Mariquita y pijo, a que esperas, ¿o es que, acaso tu todavía no has viajado?
-No, tengo qué?
-Si, deberías viajar para poder sentir cómo tu patinete empieza a despegar dejando atrás a tu cobarde e increíblemente ridículo escenario fabricado con diecisiete cucuruchos de helado.
-¿perro estas fumado?
-Sí, me gusta levantarme cada mañana con los pulmones muy bien negros y salir a defecar, dejando rastros marrones y pegajosos de la más original manera posible.
Con razón deliras.
Entonces el pájaro pringado, desenfundó una armónica, comenzando a tocar esa famosa melodía: caballeros del zodiaco.
El tío alimonado empezó a silbar un triste blues el cual le hizo llorar mucho recordando la guardería, y a esas viejas amistades que le habían convertido en un gnomo adicto a los barbitúricos, después de un rato, el perro fue a consolarlo.
No temas.
Dijo.
Confía en que algún lejano día todo quedará atrás.
Aquel momento fue asquerosamente respetado por un dios llamado tristeza y olvido, éste le miró un poco avergonzado, pero con mucho respeto, así que, ¿cómo era bizco en su personalidad, y sordo en los momentos que no sabía cómo afrontar la situación, decidió armarse de valor y coger su varita mágica para transformar al perro en un engendro de Satán, sadomaso y adicto a las más gordas salchichas.
Entonces, el tío alimonado mutó en naranja, parecida a don-patch, de piel gruesa con un sospechoso olor tirando a limón poco maduro, pero muy podrido, siendo una incongruencia, pero también verdad.¿pero que diablos has hecho, joder? Quiero ser limón.
Serás lo que tienes que ser mientras que el sea un alimonado, y no salga con tonterías y coma mocos color verde con pan. Además, para ser pijo, maricón, alimonado tienes buen aspecto, y no como el pájaro pringado, que se mete todo lo que le vende el fantástico y maravilloso carapene del perro, y se fue hacia el gran montículo de salsa y dijo que aquello era el no va más-.
Moja salchichas aquí -dijo el perro-.
No, cobrarían vida.
-¿cómo lo sabes?
-Esa salsa lleva mucha pimienta negra.
Aa, achís.
Saludos. Pero deja de dar por detrás de mi esos brincos histéricos como si fueras un puñetero mono de tan solo tres cabezas y medio pene.
Perdón. Es que no como muchos bogavantes al medio día, por eso salto de esa manera.
Pues ya podías dejar esa dieta de recatores al Torcuato Carod Rovira.
De repente, apareció un esquiador olímpico budista que miró admirado los dos personajes de cómic underground. Le ponían cachondo, pero decidió desaparecer.
El perro flipó, y también desapareció. El esquiador budista se quedó mudo al encontrárselo en su culo. Pero estaba limpio como la mojama y con unos buenos calzoncillos resplandecientes. Entonces, decidió decírselo:
-Tus calzoncillos son como galletas chinas de la suerte.
Si, ¿quieres probártelos?
-No sé si me servirán, soy un poco más culón que supersticioso, y mi enorme verruga trasera es motivo de grandes problemas. Aunque ya conseguí encogerla con caucho recauchutado ardiendo.
Eso debe doler.
No sabes cuánto tiene que costar rascarse el escroto con un rastrillo.
Fin del cuento.
Epílogo:
Después de un largo día, un gnomo zahorí, salió por patas de su choza de 33.550.336 polígonos.
Caramba, que calor- Dijo mientras tocaba libidinosamente su enorme Ukelele de pvc.
Al encontrarse con un viejo conocido, corrió lentamente acostado un gusano que llevaba enorme sombrero.
Cuánto tiempo, esquiador.
Bonita choza, ¿3d Studio Max?
-No, es Blender.
El intrépido gnomo, usuario de XSI, sintió profunda envidia y aborrecimiento total de utilizar Combustion para encender el puro gritando eso de:
-.abajo las teteras.
Nada más decir.
-
Juegemos la historia virtual
Había una vez en un lugar cerca de todo lejos de nada, un tío alimonado, que siempre quiso salir del armario, pero un día, un pájaro pringado, que le esperaba un poco acongojado, le cagó encima. En ese momento pasó por allí un perro parlanchín, juguetón y saltarín, se quedó clavado mirando el armario, luego le dijo:
-Mariquita y pijo, a que esperas, ¿o es que, acaso tu todavía no has viajado?
- No, tengo qué?
- Si, deberías viajar para poder sentir cómo tu patinete empieza a despegar dejando atrás a tu cobarde e increíblemente ridículo escenario fabricado con diecisiete cucuruchos de helado.
- ¿perro estas fumado?
-Sí, me gusta levantarme cada mañana con los pulmones muy bien negros y salir a defecar, dejando rastros marrones y pegajosos de la más original manera posible.
- Con razón deliras.
Entonces el pájaro pringado, desenfundó una armónica, comenzando a tocar esa famosa melodía: caballeros del zodiaco.
El tío alimonado empezó a silbar un triste blues el cual le hizo llorar mucho recordando la guardería, y a esas viejas amistades que le habían convertido en un gnomo adicto a los barbitúricos, después de un rato, el perro fue a consolarlo.
No temas.
Dijo.
- Confía en que algún lejano día todo quedará atrás.
Aquel momento fue asquerosamente respetado por un dios llamado tristeza y olvido, éste le miró un poco avergonzado, pero con mucho respeto, así que, ¿cómo era bizco en su personalidad, y sordo en los momentos que no sabía cómo afrontar la situación, decidió armarse de valor y coger su varita mágica para transformar al perro en un engendro de Satán, sadomaso y adicto a las más gordas salchichas, entonces, el tío alimonado mutó en naranja, parecida a don-patch, de piel gruesa con un sospechoso olor tirando a limón poco maduro, pero muy podrido, siendo una incongruencia, pero también verdad.¿pero que diablos has hecho, joder? Quiero ser limón.
- Serás lo que tienes que ser mientras que el sea un alimonado, y no salga con tonterías y coma mocos color verde con pan. Además, para ser pijo, maricón, alimonado tienes buen aspecto, y no como el pájaro pringado, que se mete todo lo que le vende el fantástico y maravilloso carapene del perro, y se fue hacia el gran montículo de salsa y dijo que aquello era el no va más-
-moja salchichas aquí -dijo el perro-.
-no, cobrarían vida.
-¿cómo lo sabes?
-esa salsa lleva mucha pimienta negra.
- Aa, achís.
- Saludos. Pero deja de dar por detrás de mi esos brincos histéricos como si fueras un puñetero mono de tan solo tres cabezas y medio pene.
-perdón. Es que no como muchos bogavantes al medio día, por eso salto de esa manera.
- Pues ya podías dejar esa dieta de recatores al Torcuato Carod Rovira.
De repente, apareció un esquiador olímpico budista que miró admirado los dos personajes de cómic underground. Le ponían cachondo, pero decidió desaparecer.
El perro flipó, y también desapareció. El esquiador budista se quedó mudo al encontrárselo en su culo. Pero estaba limpio como la mojama y con unos buenos calzoncillos resplandecientes. Entonces, decidió decírselo:
-tus calzoncillos son como galletas chinas de la suerte.
- Si, ¿quieres probártelos?
- No sé si me servirán, soy un poco más culón que supersticioso, y mi enorme verruga trasera es motivo de grandes problemas. Aunque ya conseguí encogerla con caucho recauchutado ardiendo.
- Eso debe doler.
- No sabes cuánto tiene que costar rascarse el escroto con un rastrillo.
Fin del cuento.
Epílogo:
Después de un largo día, un gnomo zahorí, salió por patas de su choza de 33.550.336 polígonos.
-caramba, que calor- Dijo mientras tocaba libidinosamente su enorme Ukelele de pvc, al encontrarse con un viejo conocido, corrió lentamente acostado un gusano que llevaba enorme sombrero.
- Cuánto tiempo, esquiador, bonita choza, ¿3d Studio Max?
- No, es Blender, el intrépido gnomo, usuario de XSI, sintió profunda envidia y aborrecimiento total de utilizar Combustion para encender el puro gritando eso de:
-.abajo las teteras.
Nada más decir teteras, sus pezones.
.
-
Juegemos la historia virtual
Había una vez en un lugar cerca de todo lejos de nada, un tío alimonado, que siempre quiso salir del armario, pero un día, un pájaro pringado, que le esperaba un poco acongojado, le cagó encima. En ese momento pasó por allí un perro parlanchín, juguetón y saltarín, se quedó clavado mirando el armario, luego le dijo:
-Mariquita y pijo, a que esperas, ¿o es que, acaso tu todavía no has viajado?
- No, tengo qué?
- Si, deberías viajar para poder sentir cómo tu patinete empieza a despegar dejando atrás a tu cobarde e increíblemente ridículo escenario fabricado con diecisiete cucuruchos de helado.
- ¿perro estas fumado?
-Sí, me gusta levantarme cada mañana con los pulmones muy bien negros y salir a defecar, dejando rastros marrones y pegajosos de la más original manera posible.
- Con razón deliras.
Entonces el pájaro pringado, desenfundó una armónica, comenzando a tocar esa famosa melodía: caballeros del zodiaco.
El tío alimonado empezó a silbar un triste blues el cual le hizo llorar mucho recordando la guardería, y a esas viejas amistades que le habían convertido en un gnomo adicto a los barbitúricos, después de un rato, el perro fue a consolarlo.
No temas.
Dijo.
- Confía en que algún lejano día todo quedará atrás.
Aquel momento fue asquerosamente respetado por un dios llamado tristeza y olvido, éste le miró un poco avergonzado, pero con mucho respeto, así que, ¿cómo era bizco en su personalidad, y sordo en los momentos que no sabía cómo afrontar la situación, decidió armarse de valor y coger su varita mágica para transformar al perro en un engendro de Satán, sadomaso y adicto a las más gordas salchichas, entonces, el tío alimonado mutó en naranja, parecida a don-patch, de piel gruesa con un sospechoso olor tirando a limón poco maduro, pero muy podrido, siendo una incongruencia, pero también verdad.¿pero que diablos has hecho, joder? Quiero ser limón.
- Serás lo que tienes que ser mientras que el sea un alimonado, y no salga con tonterías y coma mocos color verde con pan. Además, para ser pijo, maricón, alimonado tienes buen aspecto, y no como el pájaro pringado, que se mete todo lo que le vende el fantástico y maravilloso carapene del perro, y se fue hacia el gran montículo de salsa y dijo que aquello era el no va más-
-moja salchichas aquí -dijo el perro-.
-no, cobrarían vida.
-¿cómo lo sabes?
-esa salsa lleva mucha pimienta negra.
- Aa, achís.
- Saludos. Pero deja de dar por detrás de mi esos brincos histéricos como si fueras un puñetero mono de tan solo tres cabezas y medio pene.
-perdón. Es que no como muchos bogavantes al medio día, por eso salto de esa manera.
- Pues ya podías dejar esa dieta de recatores al Torcuato Carod Rovira.
De repente, apareció un esquiador olímpico budista que miró admirado los dos personajes de cómic underground. Le ponían cachondo, pero decidió desaparecer.
El perro flipó, y también desapareció. El esquiador budista se quedó mudo al encontrárselo en su culo. Pero estaba limpio como la mojama y con unos buenos calzoncillos resplandecientes. Entonces, decidió decírselo:
-tus calzoncillos son como galletas chinas de la suerte.
- Si, ¿quieres probártelos?
- No sé si me servirán, soy un poco más culón que supersticioso, y mi enorme verruga trasera es motivo de grandes problemas. Aunque ya conseguí encogerla con caucho recauchutado ardiendo.
- Eso debe doler.
- No sabes cuánto tiene que costar rascarse el escroto con un rastrillo.
Fin del cuento.
Epílogo:
Después de un largo día, un gnomo zahorí, salió por patas de su choza de 33.550.336 polígonos.
-caramba, que calor- Dijo mientras tocaba libidinosamente su enorme Ukelele de pvc, al encontrarse con un viejo conocido, corrió lentamente acostado un gusano que llevaba enorme sombrero.
- Cuánto tiempo, esquiador, bonita choza, ¿3d Studio Max?
- No, es Blender, el intrépido gnomo, usuario de XSI, sintió profunda envidia y aborrecimiento total de utilizar Combustion para encender el puro gritando eso de:
-.abajo las teteras.
Nada más decir teteras, sus pezonesagitados al viento.
-
Juegemos la historia virtual
Había una vez en un lugar cerca de todo lejos de nada, un tío alimonado, que siempre quiso salir del armario, pero un día, un pájaro pringado, que le esperaba un poco acongojado, le cagó encima. En ese momento pasó por allí un perro parlanchín, juguetón y saltarín, se quedó clavado mirando el armario, luego le dijo:
-Mariquita y pijo, a que esperas, ¿o es que, acaso tu todavía no has viajado?
-No, tengo qué?
-Si, deberías viajar para poder sentir cómo tu patinete empieza a despegar dejando atrás a tu cobarde e increíblemente ridículo escenario fabricado con diecisiete cucuruchos de helado.
-¿perro estas fumado?
-Sí, me gusta levantarme cada mañana con los pulmones muy bien negros y salir a defecar, dejando rastros marrones y pegajosos de la más original manera posible.
Con razón deliras.
Entonces el pájaro pringado, desenfundó una armónica, comenzando a tocar esa famosa melodía: caballeros del zodiaco.
El tío alimonado empezó a silbar un triste blues el cual le hizo llorar mucho recordando la guardería, y a esas viejas amistades que le habían convertido en un gnomo adicto a los barbitúricos, después de un rato, el perro fue a consolarlo.
No temas.
Dijo.
Confía en que algún lejano día todo quedará atrás.
Aquel momento fue asquerosamente respetado por un dios llamado tristeza y olvido, éste le miró un poco avergonzado, pero con mucho respeto, así que, ¿cómo era bizco en su personalidad, y sordo en los momentos que no sabía cómo afrontar la situación, decidió armarse de valor y coger su varita mágica para transformar al perro en un engendro de Satán, sadomaso y adicto a las más gordas salchichas.
Entonces, el tío alimonado mutó en naranja, parecida a don-patch, de piel gruesa con un sospechoso olor tirando a limón poco maduro, pero muy podrido, siendo una incongruencia, pero también verdad.¿pero que diablos has hecho, joder? Quiero ser limón.
Serás lo que tienes que ser mientras que el sea un alimonado, y no salga con tonterías y coma mocos color verde con pan. Además, para ser pijo, maricón, alimonado tienes buen aspecto, y no como el pájaro pringado, que se mete todo lo que le vende el fantástico y maravilloso carapene del perro, y se fue hacia el gran montículo de salsa y dijo que aquello era el no va más-.
Moja salchichas aquí -dijo el perro-.
No, cobrarían vida.
-¿cómo lo sabes?
-Esa salsa lleva mucha pimienta negra.
Aa, achís.
Saludos. Pero deja de dar por detrás de mi esos brincos histéricos como si fueras un puñetero mono de tan solo tres cabezas y medio pene.
Perdón. Es que no como muchos bogavantes al medio día, por eso salto de esa manera.
Pues ya podías dejar esa dieta de recatores al Torcuato Carod Rovira.
De repente, apareció un esquiador olímpico budista que miró admirado los dos personajes de cómic underground. Le ponían cachondo, pero decidió desaparecer.
El perro flipó, y también desapareció. El esquiador budista se quedó mudo al encontrárselo en su culo. Pero estaba limpio como la mojama y con unos buenos calzoncillos resplandecientes. Entonces, decidió decírselo:
-Tus calzoncillos son como galletas chinas de la suerte.
Si, ¿quieres probártelos?
-No sé si me servirán, soy un poco más culón que supersticioso, y mi enorme verruga trasera es motivo de grandes problemas. Aunque ya conseguí encogerla con caucho recauchutado ardiendo.
Eso debe doler.
No sabes cuánto tiene que costar rascarse el escroto con un rastrillo.
Fin del cuento.
Epílogo:
Después de un largo día, un gnomo zahorí, salió por patas de su choza de 33.550.336 polígonos.
Caramba, que calor- Dijo mientras tocaba libidinosamente su enorme Ukelele de pvc.
Al encontrarse con un viejo conocido, corrió lentamente acostado un gusano que llevaba enorme sombrero.
Cuánto tiempo, esquiador.
Bonita choza, ¿3d Studio Max?
-No, es Blender.
El intrépido gnomo, usuario de XSI, sintió profunda envidia y aborrecimiento total de utilizar Combustion para encender el puro gritando eso de:
-.abajo las teteras.
Nada más decir teteras, sus pezones agitados al viento. proyectaron una Vray Light.
-
Juegemos la historia virtual
Había una vez en un lugar cerca de todo lejos de nada, un tío alimonado, que siempre quiso salir del armario, pero un día, un pájaro pringado, que le esperaba un poco acongojado, le cagó encima. En ese momento pasó por allí un perro parlanchín, juguetón y saltarín, se quedó clavado mirando el armario, luego le dijo:
-Mariquita y pijo, a que esperas, ¿o es que, acaso tu todavía no has viajado?
-No, tengo qué?
-Si, deberías viajar para poder sentir cómo tu patinete empieza a despegar dejando atrás a tu cobarde e increíblemente ridículo escenario fabricado con diecisiete cucuruchos de helado.
-¿perro estas fumado?
-Sí, me gusta levantarme cada mañana con los pulmones muy bien negros y salir a defecar, dejando rastros marrones y pegajosos de la más original manera posible.
Con razón deliras.
Entonces el pájaro pringado, desenfundó una armónica, comenzando a tocar esa famosa melodía: caballeros del zodiaco.
El tío alimonado empezó a silbar un triste blues el cual le hizo llorar mucho recordando la guardería, y a esas viejas amistades que le habían convertido en un gnomo adicto a los barbitúricos, después de un rato, el perro fue a consolarlo.
No temas.
Dijo.
Confía en que algún lejano día todo quedará atrás.
Aquel momento fue asquerosamente respetado por un dios llamado tristeza y olvido, éste le miró un poco avergonzado, pero con mucho respeto, así que, ¿cómo era bizco en su personalidad, y sordo en los momentos que no sabía cómo afrontar la situación, decidió armarse de valor y coger su varita mágica para transformar al perro en un engendro de Satán, sadomaso y adicto a las más gordas salchichas.
Entonces, el tío alimonado mutó en naranja, parecida a don-patch, de piel gruesa con un sospechoso olor tirando a limón poco maduro, pero muy podrido, siendo una incongruencia, pero también verdad.¿pero que diablos has hecho, joder? Quiero ser limón.
Serás lo que tienes que ser mientras que el sea un alimonado, y no salga con tonterías y coma mocos color verde con pan. Además, para ser pijo, maricón, alimonado tienes buen aspecto, y no como el pájaro pringado, que se mete todo lo que le vende el fantástico y maravilloso carapene del perro, y se fue hacia el gran montículo de salsa y dijo que aquello era el no va más-.
Moja salchichas aquí -dijo el perro-.
No, cobrarían vida.
-¿cómo lo sabes?
-Esa salsa lleva mucha pimienta negra.
Aa, achís.
Saludos. Pero deja de dar por detrás de mi esos brincos histéricos como si fueras un puñetero mono de tan solo tres cabezas y medio pene.
Perdón. Es que no como muchos bogavantes al medio día, por eso salto de esa manera.
Pues ya podías dejar esa dieta de recatores al Torcuato Carod Rovira.
De repente, apareció un esquiador olímpico budista que miró admirado los dos personajes de cómic underground. Le ponían cachondo, pero decidió desaparecer.
El perro flipó, y también desapareció. El esquiador budista se quedó mudo al encontrárselo en su culo. Pero estaba limpio como la mojama y con unos buenos calzoncillos resplandecientes. Entonces, decidió decírselo:
-Tus calzoncillos son como galletas chinas de la suerte.
Si, ¿quieres probártelos?
-No sé si me servirán, soy un poco más culón que supersticioso, y mi enorme verruga trasera es motivo de grandes problemas. Aunque ya conseguí encogerla con caucho recauchutado ardiendo.
Eso debe doler.
No sabes cuánto tiene que costar rascarse el escroto con un rastrillo.
Fin del cuento.
Epílogo:
Después de un largo día, un gnomo zahorí, salió por patas de su choza de 33.550.336 polígonos.
Caramba, que calor- Dijo mientras tocaba libidinosamente su enorme Ukelele de pvc.
Al encontrarse con un viejo conocido, corrió lentamente acostado un gusano que llevaba enorme sombrero.
Cuánto tiempo, esquiador.
Bonita choza, ¿3d Studio Max?
-No, es Blender.
El intrépido gnomo, usuario de XSI, sintió profunda envidia y aborrecimiento total de utilizar Combustion para encender el puro gritando eso de:
-.abajo las teteras.
Nada más decir teteras, sus pezones agitados al viento proyectaron una Vray Light. y la choza.
-
Juegemos la historia virtual
Había una vez en un lugar cerca de todo lejos de nada, un tío alimonado, que siempre quiso salir del armario, pero un día, un pájaro pringado, que le esperaba un poco acongojado, le cagó encima. En ese momento pasó por allí un perro parlanchín, juguetón y saltarín, se quedó clavado mirando el armario, luego le dijo:
-Mariquita y pijo, a que esperas, ¿o es que, acaso tu todavía no has viajado?
- No, tengo qué?
- Si, deberías viajar para poder sentir cómo tu patinete empieza a despegar dejando atrás a tu cobarde e increíblemente ridículo escenario fabricado con diecisiete cucuruchos de helado.
- ¿perro estas fumado?
-Sí, me gusta levantarme cada mañana con los pulmones muy bien negros y salir a defecar, dejando rastros marrones y pegajosos de la más original manera posible.
- Con razón deliras.
Entonces el pájaro pringado, desenfundó una armónica, comenzando a tocar esa famosa melodía: caballeros del zodiaco.
El tío alimonado empezó a silbar un triste blues el cual le hizo llorar mucho recordando la guardería, y a esas viejas amistades que le habían convertido en un gnomo adicto a los barbitúricos, después de un rato, el perro fue a consolarlo.
No temas.
Dijo.
- Confía en que algún lejano día todo quedará atrás.
Aquel momento fue asquerosamente respetado por un dios llamado tristeza y olvido, éste le miró un poco avergonzado, pero con mucho respeto, así que, ¿cómo era bizco en su personalidad, y sordo en los momentos que no sabía cómo afrontar la situación, decidió armarse de valor y coger su varita mágica para transformar al perro en un engendro de Satán, sadomaso y adicto a las más gordas salchichas, entonces, el tío alimonado mutó en naranja, parecida a don-patch, de piel gruesa con un sospechoso olor tirando a limón poco maduro, pero muy podrido, siendo una incongruencia, pero también verdad.¿pero que diablos has hecho, joder? Quiero ser limón.
- Serás lo que tienes que ser mientras que el sea un alimonado, y no salga con tonterías y coma mocos color verde con pan. Además, para ser pijo, maricón, alimonado tienes buen aspecto, y no como el pájaro pringado, que se mete todo lo que le vende el fantástico y maravilloso carapene del perro, y se fue hacia el gran montículo de salsa y dijo que aquello era el no va más-
-moja salchichas aquí -dijo el perro-.
-no, cobrarían vida.
-¿cómo lo sabes?
-esa salsa lleva mucha pimienta negra.
- Aa, achís.
- Saludos. Pero deja de dar por detrás de mi esos brincos histéricos como si fueras un puñetero mono de tan solo tres cabezas y medio pene.
-perdón. Es que no como muchos bogavantes al medio día, por eso salto de esa manera.
- Pues ya podías dejar esa dieta de recatores al Torcuato Carod Rovira.
De repente, apareció un esquiador olímpico budista que miró admirado los dos personajes de cómic underground. Le ponían cachondo, pero decidió desaparecer.
El perro flipó, y también desapareció. El esquiador budista se quedó mudo al encontrárselo en su culo. Pero estaba limpio como la mojama y con unos buenos calzoncillos resplandecientes. Entonces, decidió decírselo:
-tus calzoncillos son como galletas chinas de la suerte.
- Si, ¿quieres probártelos?
- No sé si me servirán, soy un poco más culón que supersticioso, y mi enorme verruga trasera es motivo de grandes problemas. Aunque ya conseguí encogerla con caucho recauchutado ardiendo.
- Eso debe doler.
- No sabes cuánto tiene que costar rascarse el escroto con un rastrillo.
Fin del cuento.
Epílogo:
Después de un largo día, un gnomo zahorí, salió por patas de su choza de 33.550.336 polígonos.
-caramba, que calor- Dijo mientras tocaba libidinosamente su enorme Ukelele de pvc, al encontrarse con un viejo conocido, corrió lentamente acostado un gusano que llevaba enorme sombrero.
- Cuánto tiempo, esquiador, bonita choza, ¿3d Studio Max?
- No, es Blender, el intrépido gnomo, usuario de XSI, sintió profunda envidia y aborrecimiento total de utilizar Combustion para encender el puro gritando eso de:
-.abajo las teteras.
Nada más decir teteras, sus pezones agitados al viento proyectaron una Vray Light. Y la choza, antes tenuemente iluminada,.
-
Juegemos la historia virtual
¿No os estáis frikando demasiado?
-
Juegemos la historia virtual
Había una vez en un lugar cerca de todo lejos de nada, un tío alimonado, que siempre quiso salir del armario, pero un día, un pájaro pringado, que le esperaba un poco acongojado, le cagó encima. En ese momento pasó por allí un perro parlanchín, juguetón y saltarín, se quedó clavado mirando el armario, luego le dijo:
-Mariquita y pijo, a que esperas, ¿o es que, acaso tu todavía no has viajado?
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- Si, deberías viajar para poder sentir cómo tu patinete empieza a despegar dejando atrás a tu cobarde e increíblemente ridículo escenario fabricado con diecisiete cucuruchos de helado.
- ¿perro estas fumado?
-Sí, me gusta levantarme cada mañana con los pulmones muy bien negros y salir a defecar, dejando rastros marrones y pegajosos de la más original manera posible.
- Con razón deliras.
Entonces el pájaro pringado, desenfundó una armónica, comenzando a tocar esa famosa melodía: caballeros del zodiaco.
El tío alimonado empezó a silbar un triste blues el cual le hizo llorar mucho recordando la guardería, y a esas viejas amistades que le habían convertido en un gnomo adicto a los barbitúricos, después de un rato, el perro fue a consolarlo.
No temas.
Dijo.
- Confía en que algún lejano día todo quedará atrás.
Aquel momento fue asquerosamente respetado por un dios llamado tristeza y olvido, éste le miró un poco avergonzado, pero con mucho respeto, así que, ¿cómo era bizco en su personalidad, y sordo en los momentos que no sabía cómo afrontar la situación, decidió armarse de valor y coger su varita mágica para transformar al perro en un engendro de Satán, sadomaso y adicto a las más gordas salchichas.
Entonces, el tío alimonado mutó en naranja, parecida a don-patch, de piel gruesa con un sospechoso olor tirando a limón poco maduro, pero muy podrido, siendo una incongruencia, pero también verdad.¿pero que diablos has hecho, joder? Quiero ser limón.
- Serás lo que tienes que ser mientras que el sea un alimonado, y no salga con tonterías y coma mocos color verde con pan. Además, para ser pijo, maricón, alimonado tienes buen aspecto, y no como el pájaro pringado, que se mete todo lo que le vende el fantástico y maravilloso carapene del perro, y se fue hacia el gran montículo de salsa y dijo que aquello era el no va más-
-moja salchichas aquí -dijo el perro-.
-no, cobrarían vida.
-¿cómo lo sabes?
-esa salsa lleva mucha pimienta negra.
- Aa, achís.
- Saludos. Pero deja de dar por detrás de mi esos brincos histéricos como si fueras un puñetero mono de tan solo tres cabezas y medio pene.
-perdón. Es que no como muchos bogavantes al medio día, por eso salto de esa manera.
- Pues ya podías dejar esa dieta de recatores al Torcuato Carod Rovira.
De repente, apareció un esquiador olímpico budista que miró admirado los dos personajes de cómic underground. Le ponían cachondo, pero decidió desaparecer.
El perro flipó, y también desapareció. El esquiador budista se quedó mudo al encontrárselo en su culo. Pero estaba limpio como la mojama y con unos buenos calzoncillos resplandecientes. Entonces, decidió decírselo:
-tus calzoncillos son como galletas chinas de la suerte.
- Si, ¿quieres probártelos?
- No sé si me servirán, soy un poco más culón que supersticioso, y mi enorme verruga trasera es motivo de grandes problemas. Aunque ya conseguí encogerla con caucho recauchutado ardiendo.
- Eso debe doler.
- No sabes cuánto tiene que costar rascarse el escroto con un rastrillo.
Fin del cuento.
Epílogo:
Después de un largo día, un gnomo zahorí, salió por patas de su choza de 33.550.336 polígonos.
-caramba, que calor- Dijo mientras tocaba libidinosamente su enorme Ukelele de pvc.
Al encontrarse con un viejo conocido, corrió lentamente acostado un gusano que llevaba enorme sombrero.
- Cuánto tiempo, esquiador.
Bonita choza, ¿3d Studio Max?
- No, es Blender.
El intrépido gnomo, usuario de XSI, sintió profunda envidia y aborrecimiento total de utilizar Combustion para encender el puro gritando eso de:
-.abajo las teteras.
Nada más decir teteras, sus pezones agitados al viento proyectaron una Vray Light. Y la choza, antes tenuemente iluminada, adquirió un color .
-
Juegemos la historia virtual
Cita:
¿No os estáis frikando demasiado?
¿sólo demasiado?
-
Juegemos la historia virtual
Había una vez en un lugar cerca de todo lejos de nada, un tío alimonado, que siempre quiso salir del armario, pero un día, un pájaro pringado, que le esperaba un poco acongojado, le cagó encima. En ese momento pasó por allí un perro parlanchín, juguetón y saltarín, se quedó clavado mirando el armario, luego le dijo:
-Mariquita y pijo, a que esperas, ¿o es que, acaso tu todavía no has viajado?
-No, tengo qué?
-Si, deberías viajar para poder sentir cómo tu patinete empieza a despegar dejando atrás a tu cobarde e increíblemente ridículo escenario fabricado con diecisiete cucuruchos de helado.
-¿perro estas fumado?
-Sí, me gusta levantarme cada mañana con los pulmones muy bien negros y salir a defecar, dejando rastros marrones y pegajosos de la más original manera posible.
Con razón deliras.
Entonces el pájaro pringado, desenfundó una armónica, comenzando a tocar esa famosa melodía: caballeros del zodiaco.
El tío alimonado empezó a silbar un triste blues el cual le hizo llorar mucho recordando la guardería, y a esas viejas amistades que le habían convertido en un gnomo adicto a los barbitúricos, después de un rato, el perro fue a consolarlo.
No temas.
Dijo.
Confía en que algún lejano día todo quedará atrás.
Aquel momento fue asquerosamente respetado por un dios llamado tristeza y olvido, éste le miró un poco avergonzado, pero con mucho respeto, así que, ¿cómo era bizco en su personalidad, y sordo en los momentos que no sabía cómo afrontar la situación, decidió armarse de valor y coger su varita mágica para transformar al perro en un engendro de Satán, sadomaso y adicto a las más gordas salchichas.
Entonces, el tío alimonado mutó en naranja, parecida a don-patch, de piel gruesa con un sospechoso olor tirando a limón poco maduro, pero muy podrido, siendo una incongruencia, pero también verdad.¿pero que diablos has hecho, joder? Quiero ser limón.
Serás lo que tienes que ser mientras que el sea un alimonado, y no salga con tonterías y coma mocos color verde con pan. Además, para ser pijo, maricón, alimonado tienes buen aspecto, y no como el pájaro pringado, que se mete todo lo que le vende el fantástico y maravilloso carapene del perro, y se fue hacia el gran montículo de salsa y dijo que aquello era el no va más-.
Moja salchichas aquí -dijo el perro-.
No, cobrarían vida.
-¿cómo lo sabes?
-Esa salsa lleva mucha pimienta negra.
Aa, achís.
Saludos. Pero deja de dar por detrás de mi esos brincos histéricos como si fueras un puñetero mono de tan solo tres cabezas y medio pene.
Perdón. Es que no como muchos bogavantes al medio día, por eso salto de esa manera.
Pues ya podías dejar esa dieta de recatores al Torcuato Carod Rovira.
De repente, apareció un esquiador olímpico budista que miró admirado los dos personajes de cómic underground. Le ponían cachondo, pero decidió desaparecer.
El perro flipó, y también desapareció. El esquiador budista se quedó mudo al encontrárselo en su culo. Pero estaba limpio como la mojama y con unos buenos calzoncillos resplandecientes. Entonces, decidió decírselo:
-Tus calzoncillos son como galletas chinas de la suerte.
Si, ¿quieres probártelos?
-No sé si me servirán, soy un poco más culón que supersticioso, y mi enorme verruga trasera es motivo de grandes problemas. Aunque ya conseguí encogerla con caucho recauchutado ardiendo.
Eso debe doler.
No sabes cuánto tiene que costar rascarse el escroto con un rastrillo.
Fin del cuento.
Epílogo:
Después de un largo día, un gnomo zahorí, salió por patas de su choza de 33.550.336 polígonos.
Caramba, que calor- Dijo mientras tocaba libidinosamente su enorme Ukelele de pvc.
Al encontrarse con un viejo conocido, corrió lentamente acostado un gusano que llevaba enorme sombrero.
Cuánto tiempo, esquiador.
Bonita choza, ¿3d Studio Max?
-No, es Blender.
El intrépido gnomo, usuario de XSI, sintió profunda envidia y aborrecimiento total de utilizar Combustion para encender el puro gritando eso de:
-.abajo las teteras.
Nada más decir teteras, sus pezones agitados al viento proyectaron una Vray Light. Y la choza, antes tenuemente iluminada, adquirió un color ocre.
Cómo mola.-.
-
Juegemos la historia virtual
Había una vez en un lugar cerca de todo lejos de nada, un tío alimonado, que siempre quiso salir del armario, pero un día, un pájaro pringado, que le esperaba un poco acongojado, le cagó encima. En ese momento pasó por allí un perro parlanchín, juguetón y saltarín, se quedó clavado mirando el armario, luego le dijo:
-Mariquita y pijo, a que esperas, ¿o es que, acaso tu todavía no has viajado?
-No, tengo qué?
-Si, deberías viajar para poder sentir cómo tu patinete empieza a despegar dejando atrás a tu cobarde e increíblemente ridículo escenario fabricado con diecisiete cucuruchos de helado.
-¿perro estas fumado?
-Sí, me gusta levantarme cada mañana con los pulmones muy bien negros y salir a defecar, dejando rastros marrones y pegajosos de la más original manera posible.
Con razón deliras.
Entonces el pájaro pringado, desenfundó una armónica, comenzando a tocar esa famosa melodía: caballeros del zodiaco.
El tío alimonado empezó a silbar un triste blues el cual le hizo llorar mucho recordando la guardería, y a esas viejas amistades que le habían convertido en un gnomo adicto a los barbitúricos, después de un rato, el perro fue a consolarlo.
No temas.
Dijo.
Confía en que algún lejano día todo quedará atrás.
Aquel momento fue asquerosamente respetado por un dios llamado tristeza y olvido, éste le miró un poco avergonzado, pero con mucho respeto, así que, ¿cómo era bizco en su personalidad, y sordo en los momentos que no sabía cómo afrontar la situación, decidió armarse de valor y coger su varita mágica para transformar al perro en un engendro de Satán, sadomaso y adicto a las más gordas salchichas.
Entonces, el tío alimonado mutó en naranja, parecida a don-patch, de piel gruesa con un sospechoso olor tirando a limón poco maduro, pero muy podrido, siendo una incongruencia, pero también verdad.¿pero que diablos has hecho, joder? Quiero ser limón.
Serás lo que tienes que ser mientras que el sea un alimonado, y no salga con tonterías y coma mocos color verde con pan. Además, para ser pijo, maricón, alimonado tienes buen aspecto, y no como el pájaro pringado, que se mete todo lo que le vende el fantástico y maravilloso carapene del perro, y se fue hacia el gran montículo de salsa y dijo que aquello era el no va más-.
Moja salchichas aquí -dijo el perro-.
No, cobrarían vida.
-¿cómo lo sabes?
-Esa salsa lleva mucha pimienta negra.
Aa, achís.
Saludos. Pero deja de dar por detrás de mi esos brincos histéricos como si fueras un puñetero mono de tan solo tres cabezas y medio pene.
Perdón. Es que no como muchos bogavantes al medio día, por eso salto de esa manera.
Pues ya podías dejar esa dieta de recatores al Torcuato Carod Rovira.
De repente, apareció un esquiador olímpico budista que miró admirado los dos personajes de cómic underground. Le ponían cachondo, pero decidió desaparecer.
El perro flipó, y también desapareció. El esquiador budista se quedó mudo al encontrárselo en su culo. Pero estaba limpio como la mojama y con unos buenos calzoncillos resplandecientes. Entonces, decidió decírselo:
-Tus calzoncillos son como galletas chinas de la suerte.
Si, ¿quieres probártelos?
-No sé si me servirán, soy un poco más culón que supersticioso, y mi enorme verruga trasera es motivo de grandes problemas. Aunque ya conseguí encogerla con caucho recauchutado ardiendo.
Eso debe doler.
No sabes cuánto tiene que costar rascarse el escroto con un rastrillo.
Fin del cuento.
Epílogo:
Después de un largo día, un gnomo zahorí, salió por patas de su choza de 33.550.336 polígonos.
Caramba, que calor- Dijo mientras tocaba libidinosamente su enorme Ukelele de pvc.
Al encontrarse con un viejo conocido, corrió lentamente acostado un gusano que llevaba enorme sombrero.
Cuánto tiempo, esquiador.
Bonita choza, ¿3d Studio Max?
-No, es Blender.
El intrépido gnomo, usuario de XSI, sintió profunda envidia y aborrecimiento total de utilizar Combustion para encender el puro gritando eso de:
-.abajo las teteras.
Nada más decir teteras, sus pezones agitados al viento proyectaron una Vray Light. Y la choza, antes tenuemente iluminada, adquirió un color ocre.
Cómo mola.-mi pelo nasal.
-
Juegemos la historia virtual
Había una vez en un lugar cerca de todo lejos de nada, un tío alimonado, que siempre quiso salir del armario, pero un día, un pájaro pringado, que le esperaba un poco acongojado, le cagó encima. En ese momento pasó por allí un perro parlanchín, juguetón y saltarín, se quedó clavado mirando el armario, luego le dijo:
-Mariquita y pijo, a que esperas, ¿o es que, acaso tu todavía no has viajado?
-No, tengo qué?
-Si, deberías viajar para poder sentir cómo tu patinete empieza a despegar dejando atrás a tu cobarde e increíblemente ridículo escenario fabricado con diecisiete cucuruchos de helado.
-¿perro estas fumado?
-Sí, me gusta levantarme cada mañana con los pulmones muy bien negros y salir a defecar, dejando rastros marrones y pegajosos de la más original manera posible.
Con razón deliras.
Entonces el pájaro pringado, desenfundó una armónica, comenzando a tocar esa famosa melodía: caballeros del zodiaco.
El tío alimonado empezó a silbar un triste blues el cual le hizo llorar mucho recordando la guardería, y a esas viejas amistades que le habían convertido en un gnomo adicto a los barbitúricos, después de un rato, el perro fue a consolarlo.
No temas.
Dijo.
Confía en que algún lejano día todo quedará atrás.
Aquel momento fue asquerosamente respetado por un dios llamado tristeza y olvido, éste le miró un poco avergonzado, pero con mucho respeto, así que, ¿cómo era bizco en su personalidad, y sordo en los momentos que no sabía cómo afrontar la situación, decidió armarse de valor y coger su varita mágica para transformar al perro en un engendro de Satán, sadomaso y adicto a las más gordas salchichas.
Entonces, el tío alimonado mutó en naranja, parecida a don-patch, de piel gruesa con un sospechoso olor tirando a limón poco maduro, pero muy podrido, siendo una incongruencia, pero también verdad.¿pero que diablos has hecho, joder? Quiero ser limón.
Serás lo que tienes que ser mientras que el sea un alimonado, y no salga con tonterías y coma mocos color verde con pan. Además, para ser pijo, maricón, alimonado tienes buen aspecto, y no como el pájaro pringado, que se mete todo lo que le vende el fantástico y maravilloso carapene del perro, y se fue hacia el gran montículo de salsa y dijo que aquello era el no va más-.
Moja salchichas aquí -dijo el perro-.
No, cobrarían vida.
-¿cómo lo sabes?
-Esa salsa lleva mucha pimienta negra.
Aa, achís.
Saludos. Pero deja de dar por detrás de mi esos brincos histéricos como si fueras un puñetero mono de tan solo tres cabezas y medio pene.
Perdón. Es que no como muchos bogavantes al medio día, por eso salto de esa manera.
Pues ya podías dejar esa dieta de recatores al Torcuato Carod Rovira.
De repente, apareció un esquiador olímpico budista que miró admirado los dos personajes de cómic underground. Le ponían cachondo, pero decidió desaparecer.
El perro flipó, y también desapareció. El esquiador budista se quedó mudo al encontrárselo en su culo. Pero estaba limpio como la mojama y con unos buenos calzoncillos resplandecientes. Entonces, decidió decírselo:
-Tus calzoncillos son como galletas chinas de la suerte.
Si, ¿quieres probártelos?
-No sé si me servirán, soy un poco más culón que supersticioso, y mi enorme verruga trasera es motivo de grandes problemas. Aunque ya conseguí encogerla con caucho recauchutado ardiendo.
Eso debe doler.
No sabes cuánto tiene que costar rascarse el escroto con un rastrillo.
Fin del cuento.
Epílogo:
Después de un largo día, un gnomo zahorí, salió por patas de su choza de 33.550.336 polígonos.
Caramba, que calor- Dijo mientras tocaba libidinosamente su enorme Ukelele de pvc.
Al encontrarse con un viejo conocido, corrió lentamente acostado un gusano que llevaba enorme sombrero.
Cuánto tiempo, esquiador.
Bonita choza, ¿3d Studio Max?
-No, es Blender.
El intrépido gnomo, usuario de XSI, sintió profunda envidia y aborrecimiento total de utilizar Combustion para encender el puro gritando eso de:
-.abajo las teteras.
Nada más decir teteras, sus pezones agitados al viento proyectaron una Vray Light. Y la choza, antes tenuemente iluminada, adquirió un color ocre.
Cómo mola.-mi pelo nasal es tope guay.
-
Juegemos la historia virtual
Había una vez en un lugar cerca de todo lejos de nada, un tío alimonado, que siempre quiso salir del armario, pero un día, un pájaro pringado, que le esperaba un poco acongojado, le cagó encima. En ese momento pasó por allí un perro parlanchín, juguetón y saltarín, se quedó clavado mirando el armario, luego le dijo:
-Mariquita y pijo, a que esperas, ¿o es que, acaso tu todavía no has viajado?
- No, tengo qué?
- Si, deberías viajar para poder sentir cómo tu patinete empieza a despegar dejando atrás a tu cobarde e increíblemente ridículo escenario fabricado con diecisiete cucuruchos de helado.
- ¿perro estas fumado?
-Sí, me gusta levantarme cada mañana con los pulmones muy bien negros y salir a defecar, dejando rastros marrones y pegajosos de la más original manera posible.
- Con razón deliras.
Entonces el pájaro pringado, desenfundó una armónica, comenzando a tocar esa famosa melodía: caballeros del zodiaco.
El tío alimonado empezó a silbar un triste blues el cual le hizo llorar mucho recordando la guardería, y a esas viejas amistades que le habían convertido en un gnomo adicto a los barbitúricos, después de un rato, el perro fue a consolarlo.
No temas.
Dijo.
- Confía en que algún lejano día todo quedará atrás.
Aquel momento fue asquerosamente respetado por un dios llamado tristeza y olvido, éste le miró un poco avergonzado, pero con mucho respeto, así que, ¿cómo era bizco en su personalidad, y sordo en los momentos que no sabía cómo afrontar la situación, decidió armarse de valor y coger su varita mágica para transformar al perro en un engendro de Satán, sadomaso y adicto a las más gordas salchichas, entonces, el tío alimonado mutó en naranja, parecida a don-patch, de piel gruesa con un sospechoso olor tirando a limón poco maduro, pero muy podrido, siendo una incongruencia, pero también verdad.¿pero que diablos has hecho, joder? Quiero ser limón.
- Serás lo que tienes que ser mientras que el sea un alimonado, y no salga con tonterías y coma mocos color verde con pan. Además, para ser pijo, maricón, alimonado tienes buen aspecto, y no como el pájaro pringado, que se mete todo lo que le vende el fantástico y maravilloso carapene del perro, y se fue hacia el gran montículo de salsa y dijo que aquello era el no va más-
-moja salchichas aquí -dijo el perro-.
-no, cobrarían vida.
-¿cómo lo sabes?
-esa salsa lleva mucha pimienta negra.
- Aa, achís.
- Saludos. Pero deja de dar por detrás de mi esos brincos histéricos como si fueras un puñetero mono de tan solo tres cabezas y medio pene.
-perdón. Es que no como muchos bogavantes al medio día, por eso salto de esa manera.
- Pues ya podías dejar esa dieta de recatores al Torcuato Carod Rovira.
De repente, apareció un esquiador olímpico budista que miró admirado los dos personajes de cómic underground. Le ponían cachondo, pero decidió desaparecer.
El perro flipó, y también desapareció. El esquiador budista se quedó mudo al encontrárselo en su culo. Pero estaba limpio como la mojama y con unos buenos calzoncillos resplandecientes. Entonces, decidió decírselo:
-tus calzoncillos son como galletas chinas de la suerte.
- Si, ¿quieres probártelos?
- No sé si me servirán, soy un poco más culón que supersticioso, y mi enorme verruga trasera es motivo de grandes problemas. Aunque ya conseguí encogerla con caucho recauchutado ardiendo.
- Eso debe doler.
- No sabes cuánto tiene que costar rascarse el escroto con un rastrillo.
Fin del cuento.
Epílogo:
Después de un largo día, un gnomo zahorí, salió por patas de su choza de 33.550.336 polígonos.
-caramba, que calor- Dijo mientras tocaba libidinosamente su enorme Ukelele de pvc, al encontrarse con un viejo conocido, corrió lentamente acostado un gusano que llevaba enorme sombrero.
- Cuánto tiempo, esquiador, bonita choza, ¿3d Studio Max?
- No, es Blender, el intrépido gnomo, usuario de XSI, sintió profunda envidia y aborrecimiento total de utilizar Combustion para encender el puro gritando eso de:
-.abajo las teteras.
Nada más decir teteras, sus pezones agitados al viento proyectaron una Vray Light. Y la choza, antes tenuemente iluminada, adquirió un color ocre.
Cómo mola.-mi pelo nasal es tope guay.
después del colocón,.
-
Juegemos la historia virtual
Había una vez en un lugar cerca de todo lejos de nada, un tío alimonado, que siempre quiso salir del armario, pero un día, un pájaro pringado, que le esperaba un poco acongojado, le cagó encima. En ese momento pasó por allí un perro parlanchín, juguetón y saltarín, se quedó clavado mirando el armario, luego le dijo:
-Mariquita y pijo, a que esperas, ¿o es que, acaso tu todavía no has viajado?
-No, tengo qué?
-Si, deberías viajar para poder sentir cómo tu patinete empieza a despegar dejando atrás a tu cobarde e increíblemente ridículo escenario fabricado con diecisiete cucuruchos de helado.
-¿perro estas fumado?
-Sí, me gusta levantarme cada mañana con los pulmones muy bien negros y salir a defecar, dejando rastros marrones y pegajosos de la más original manera posible.
Con razón deliras.
Entonces el pájaro pringado, desenfundó una armónica, comenzando a tocar esa famosa melodía: caballeros del zodiaco.
El tío alimonado empezó a silbar un triste blues el cual le hizo llorar mucho recordando la guardería, y a esas viejas amistades que le habían convertido en un gnomo adicto a los barbitúricos, después de un rato, el perro fue a consolarlo.
No temas.
Dijo.
Confía en que algún lejano día todo quedará atrás.
Aquel momento fue asquerosamente respetado por un dios llamado tristeza y olvido, éste le miró un poco avergonzado, pero con mucho respeto, así que, ¿cómo era bizco en su personalidad, y sordo en los momentos que no sabía cómo afrontar la situación, decidió armarse de valor y coger su varita mágica para transformar al perro en un engendro de Satán, sadomaso y adicto a las más gordas salchichas.
Entonces, el tío alimonado mutó en naranja, parecida a don-patch, de piel gruesa con un sospechoso olor tirando a limón poco maduro, pero muy podrido, siendo una incongruencia, pero también verdad.¿pero que diablos has hecho, joder? Quiero ser limón.
Serás lo que tienes que ser mientras que el sea un alimonado, y no salga con tonterías y coma mocos color verde con pan. Además, para ser pijo, maricón, alimonado tienes buen aspecto, y no como el pájaro pringado, que se mete todo lo que le vende el fantástico y maravilloso carapene del perro, y se fue hacia el gran montículo de salsa y dijo que aquello era el no va más-.
Moja salchichas aquí -dijo el perro-.
No, cobrarían vida.
-¿cómo lo sabes?
-Esa salsa lleva mucha pimienta negra.
Aa, achís.
Saludos. Pero deja de dar por detrás de mi esos brincos histéricos como si fueras un puñetero mono de tan solo tres cabezas y medio pene.
Perdón. Es que no como muchos bogavantes al medio día, por eso salto de esa manera.
Pues ya podías dejar esa dieta de recatores al Torcuato Carod Rovira.
De repente, apareció un esquiador olímpico budista que miró admirado los dos personajes de cómic underground. Le ponían cachondo, pero decidió desaparecer.
El perro flipó, y también desapareció. El esquiador budista se quedó mudo al encontrárselo en su culo. Pero estaba limpio como la mojama y con unos buenos calzoncillos resplandecientes. Entonces, decidió decírselo:
-Tus calzoncillos son como galletas chinas de la suerte.
Si, ¿quieres probártelos?
-No sé si me servirán, soy un poco más culón que supersticioso, y mi enorme verruga trasera es motivo de grandes problemas. Aunque ya conseguí encogerla con caucho recauchutado ardiendo.
Eso debe doler.
No sabes cuánto tiene que costar rascarse el escroto con un rastrillo.
Fin del cuento.
Epílogo:
Después de un largo día, un gnomo zahorí, salió por patas de su choza de 33.550.336 polígonos.
Caramba, que calor- Dijo mientras tocaba libidinosamente su enorme Ukelele de pvc.
Al encontrarse con un viejo conocido, corrió lentamente acostado un gusano que llevaba enorme sombrero.
Cuánto tiempo, esquiador.
Bonita choza, ¿3d Studio Max?
-No, es Blender.
El intrépido gnomo, usuario de XSI, sintió profunda envidia y aborrecimiento total de utilizar Combustion para encender el puro gritando eso de:
-.abajo las teteras.
Nada más decir teteras, sus pezones agitados al viento proyectaron una Vray Light. Y la choza, antes tenuemente iluminada, adquirió un color ocre.
Cómo mola.-mi pelo nasal es tope guay.
Después del colocón, Vray todavía renderizaba.
-
Juegemos la historia virtual
Había una vez en un lugar cerca de todo lejos de nada, un tío alimonado, que siempre quiso salir del armario, pero un día, un pájaro pringado, que le esperaba un poco acongojado, le cagó encima. En ese momento pasó por allí un perro parlanchín, juguetón y saltarín, se quedó clavado mirando el armario, luego le dijo:
-Mariquita y pijo, a que esperas, ¿o es que, acaso tu todavía no has viajado?
-No, tengo qué?
-Si, deberías viajar para poder sentir cómo tu patinete empieza a despegar dejando atrás a tu cobarde e increíblemente ridículo escenario fabricado con diecisiete cucuruchos de helado.
-¿perro estas fumado?
-Sí, me gusta levantarme cada mañana con los pulmones muy bien negros y salir a defecar, dejando rastros marrones y pegajosos de la más original manera posible.
Con razón deliras.
Entonces el pájaro pringado, desenfundó una armónica, comenzando a tocar esa famosa melodía: caballeros del zodiaco.
El tío alimonado empezó a silbar un triste blues el cual le hizo llorar mucho recordando la guardería, y a esas viejas amistades que le habían convertido en un gnomo adicto a los barbitúricos, después de un rato, el perro fue a consolarlo.
No temas.
Dijo.
Confía en que algún lejano día todo quedará atrás.
Aquel momento fue asquerosamente respetado por un dios llamado tristeza y olvido, éste le miró un poco avergonzado, pero con mucho respeto, así que, ¿cómo era bizco en su personalidad, y sordo en los momentos que no sabía cómo afrontar la situación, decidió armarse de valor y coger su varita mágica para transformar al perro en un engendro de Satán, sadomaso y adicto a las más gordas salchichas.
Entonces, el tío alimonado mutó en naranja, parecida a don-patch, de piel gruesa con un sospechoso olor tirando a limón poco maduro, pero muy podrido, siendo una incongruencia, pero también verdad.¿pero que diablos has hecho, joder? Quiero ser limón.
Serás lo que tienes que ser mientras que el sea un alimonado, y no salga con tonterías y coma mocos color verde con pan. Además, para ser pijo, maricón, alimonado tienes buen aspecto, y no como el pájaro pringado, que se mete todo lo que le vende el fantástico y maravilloso cara del perro, y se fue hacia el gran montículo de salsa y dijo que aquello era el no va más-.
Moja salchichas aquí -dijo el perro-.
No, cobrarían vida.
-¿cómo lo sabes?
-Esa salsa lleva mucha pimienta negra.
Aa, achís.
Saludos. Pero deja de dar por detrás de mi esos brincos histéricos como si fueras un puñetero mono de tan solo tres cabezas y medio pene.
Perdón. Es que no como muchos bogavantes al medio día, por eso salto de esa manera.
Pues ya podías dejar esa dieta de recatores al Torcuato Carod Rovira.
De repente, apareció un esquiador olímpico budista que miró admirado los dos personajes de cómic underground. Le ponían cachondo, pero decidió desaparecer.
El perro flipó, y también desapareció. El esquiador budista se quedó mudo al encontrárselo en su culo. Pero estaba limpio como la mojama y con unos buenos calzoncillos resplandecientes. Entonces, decidió decírselo:
-Tus calzoncillos son como galletas chinas de la suerte.
Si, ¿quieres probártelos?
-No sé si me servirán, soy un poco más culón que supersticioso, y mi enorme verruga trasera es motivo de grandes problemas. Aunque ya conseguí encogerla con caucho recauchutado ardiendo.
Eso debe doler.
No sabes cuánto tiene que costar rascarse el escroto con un rastrillo.
Fin del cuento.
Epílogo:
Después de un largo día, un gnomo zahorí, salió por patas de su choza de 33.550.336 polígonos.
Caramba, que calor- Dijo mientras tocaba libidinosamente su enorme Ukelele de pvc.
Al encontrarse con un viejo conocido, corrió lentamente acostado un gusano que llevaba enorme sombrero.
Cuánto tiempo, esquiador.
Bonita choza, ¿3d Studio Max?
-No, es Blender.
El intrépido gnomo, usuario de XSI, sintió profunda envidia y aborrecimiento total de utilizar Combustion para encender el puro gritando eso de:
-.abajo las teteras.
Nada más decir teteras, sus pezones agitados al viento proyectaron una Vray Light. Y la choza, antes tenuemente iluminada, adquirió un color ocre.
Cómo mola.-mi pelo nasal es tope guay.
Después del colocón, Vray todavía renderizaba.
- ¿son Splines renderizables?
.
-
Juegemos la historia virtual
Había una vez en un lugar cerca de todo lejos de nada, un tío alimonado, que siempre quiso salir del armario, pero un día, un pájaro pringado, que le esperaba un poco acongojado, le cagó encima. En ese momento pasó por allí un perro parlanchín, juguetón y saltarín, se quedó clavado mirando el armario, luego le dijo:
-Mariquita y pijo, a que esperas, ¿o es que, acaso tu todavía no has viajado?
- No, tengo qué?
- Si, deberías viajar para poder sentir cómo tu patinete empieza a despegar dejando atrás a tu cobarde e increíblemente ridículo escenario fabricado con diecisiete cucuruchos de helado.
- ¿perro estas fumado?
-Sí, me gusta levantarme cada mañana con los pulmones muy bien negros y salir a defecar, dejando rastros marrones y pegajosos de la más original manera posible.
- Con razón deliras.
Entonces el pájaro pringado, desenfundó una armónica, comenzando a tocar esa famosa melodía: caballeros del zodiaco.
El tío alimonado empezó a silbar un triste blues el cual le hizo llorar mucho recordando la guardería, y a esas viejas amistades que le habían convertido en un gnomo adicto a los barbitúricos, después de un rato, el perro fue a consolarlo.
No temas.
Dijo.
- Confía en que algún lejano día todo quedará atrás.
Aquel momento fue asquerosamente respetado por un dios llamado tristeza y olvido, éste le miró un poco avergonzado, pero con mucho respeto, así que, ¿cómo era bizco en su personalidad, y sordo en los momentos que no sabía cómo afrontar la situación, decidió armarse de valor y coger su varita mágica para transformar al perro en un engendro de Satán, sadomaso y adicto a las más gordas salchichas, entonces, el tío alimonado mutó en naranja, parecida a don-patch, de piel gruesa con un sospechoso olor tirando a limón poco maduro, pero muy podrido, siendo una incongruencia, pero también verdad.¿pero que diablos has hecho, joder? Quiero ser limón.
- Serás lo que tienes que ser mientras que el sea un alimonado, y no salga con tonterías y coma mocos color verde con pan. Además, para ser pijo, maricón, alimonado tienes buen aspecto, y no como el pájaro pringado, que se mete todo lo que le vende el fantástico y maravilloso carapene del perro, y se fue hacia el gran montículo de salsa y dijo que aquello era el no va más-
-moja salchichas aquí -dijo el perro-.
-no, cobrarían vida.
-¿cómo lo sabes?
-esa salsa lleva mucha pimienta negra.
- Aa, achís.
- Saludos. Pero deja de dar por detrás de mi esos brincos histéricos como si fueras un puñetero mono de tan solo tres cabezas y medio pene.
-perdón. Es que no como muchos bogavantes al medio día, por eso salto de esa manera.
- Pues ya podías dejar esa dieta de recatores al Torcuato Carod Rovira.
De repente, apareció un esquiador olímpico budista que miró admirado los dos personajes de cómic underground. Le ponían cachondo, pero decidió desaparecer.
El perro flipó, y también desapareció. El esquiador budista se quedó mudo al encontrárselo en su culo. Pero estaba limpio como la mojama y con unos buenos calzoncillos resplandecientes. Entonces, decidió decírselo:
-tus calzoncillos son como galletas chinas de la suerte.
- Si, ¿quieres probártelos?
- No sé si me servirán, soy un poco más culón que supersticioso, y mi enorme verruga trasera es motivo de grandes problemas. Aunque ya conseguí encogerla con caucho recauchutado ardiendo.
- Eso debe doler.
- No sabes cuánto tiene que costar rascarse el escroto con un rastrillo.
Fin del cuento.
Epílogo:
Después de un largo día, un gnomo zahorí, salió por patas de su choza de 33.550.336 polígonos.
-caramba, que calor- Dijo mientras tocaba libidinosamente su enorme Ukelele de pvc, al encontrarse con un viejo conocido, corrió lentamente acostado un gusano que llevaba enorme sombrero.
- Cuánto tiempo, esquiador, bonita choza, ¿3d Studio Max?
- No, es Blender, el intrépido gnomo, usuario de XSI, sintió profunda envidia y aborrecimiento total de utilizar Combustion para encender el puro gritando eso de:
-.abajo las teteras.
Nada más decir teteras, sus pezones agitados al viento proyectaron una Vray Light. Y la choza, antes tenuemente iluminada, adquirió un color ocre.
Cómo mola.-mi pelo nasal es tope guay.
Después del colocón, Vray todavía renderizaba.
- ¿son Splines renderizables?
- Ignorante de la vida.
-
Juegemos la historia virtual
Había una vez en un lugar cerca de todo lejos de nada, un tío alimonado, que siempre quiso salir del armario, pero un día, un pájaro pringado, que le esperaba un poco acongojado, le cagó encima. En ese momento pasó por allí un perro parlanchín, juguetón y saltarín, se quedó clavado mirando el armario, luego le dijo:
-Mariquita y pijo, a que esperas, ¿o es que, acaso tu todavía no has viajado?
-No, tengo qué?
-Si, deberías viajar para poder sentir cómo tu patinete empieza a despegar dejando atrás a tu cobarde e increíblemente ridículo escenario fabricado con diecisiete cucuruchos de helado.
-¿perro estas fumado?
-Sí, me gusta levantarme cada mañana con los pulmones muy bien negros y salir a defecar, dejando rastros marrones y pegajosos de la más original manera posible.
Con razón deliras.
Entonces el pájaro pringado, desenfundó una armónica, comenzando a tocar esa famosa melodía: caballeros del zodiaco.
El tío alimonado empezó a silbar un triste blues el cual le hizo llorar mucho recordando la guardería, y a esas viejas amistades que le habían convertido en un gnomo adicto a los barbitúricos, después de un rato, el perro fue a consolarlo.
No temas.
Dijo.
Confía en que algún lejano día todo quedará atrás.
Aquel momento fue asquerosamente respetado por un dios llamado tristeza y olvido, éste le miró un poco avergonzado, pero con mucho respeto, así que, ¿cómo era bizco en su personalidad, y sordo en los momentos que no sabía cómo afrontar la situación, decidió armarse de valor y coger su varita mágica para transformar al perro en un engendro de Satán, sadomaso y adicto a las más gordas salchichas.
Entonces, el tío alimonado mutó en naranja, parecida a don-patch, de piel gruesa con un sospechoso olor tirando a limón poco maduro, pero muy podrido, siendo una incongruencia, pero también verdad.¿pero que diablos has hecho, joder? Quiero ser limón.
Serás lo que tienes que ser mientras que el sea un alimonado, y no salga con tonterías y coma mocos color verde con pan. Además, para ser pijo, maricón, alimonado tienes buen aspecto, y no como el pájaro pringado, que se mete todo lo que le vende el fantástico y maravilloso carapene del perro, y se fue hacia el gran montículo de salsa y dijo que aquello era el no va más-.
Moja salchichas aquí -dijo el perro-.
No, cobrarían vida.
-¿cómo lo sabes?
-Esa salsa lleva mucha pimienta negra.
Aa, achís.
Saludos. Pero deja de dar por detrás de mi esos brincos histéricos como si fueras un puñetero mono de tan solo tres cabezas y medio pene.
Perdón. Es que no como muchos bogavantes al medio día, por eso salto de esa manera.
Pues ya podías dejar esa dieta de recatores al Torcuato Carod Rovira.
De repente, apareció un esquiador olímpico budista que miró admirado los dos personajes de cómic underground. Le ponían cachondo, pero decidió desaparecer.
El perro flipó, y también desapareció. El esquiador budista se quedó mudo al encontrárselo en su culo. Pero estaba limpio como la mojama y con unos buenos calzoncillos resplandecientes. Entonces, decidió decírselo:
-Tus calzoncillos son como galletas chinas de la suerte.
Si, ¿quieres probártelos?
-No sé si me servirán, soy un poco más culón que supersticioso, y mi enorme verruga trasera es motivo de grandes problemas. Aunque ya conseguí encogerla con caucho recauchutado ardiendo.
Eso debe doler.
No sabes cuánto tiene que costar rascarse el escroto con un rastrillo.
Fin del cuento.
Epílogo:
Después de un largo día, un gnomo zahorí, salió por patas de su choza de 33.550.336 polígonos.
Caramba, que calor- Dijo mientras tocaba libidinosamente su enorme Ukelele de pvc.
Al encontrarse con un viejo conocido, corrió lentamente acostado un gusano que llevaba enorme sombrero.
Cuánto tiempo, esquiador.
Bonita choza, ¿3d Studio Max?
-No, es Blender.
El intrépido gnomo, usuario de XSI, sintió profunda envidia y aborrecimiento total de utilizar Combustion para encender el puro gritando eso de:
-.abajo las teteras.
Nada más decir teteras, sus pezones agitados al viento proyectaron una Vray Light. Y la choza, antes tenuemente iluminada, adquirió un color ocre.
Cómo mola.-mi pelo nasal es tope guay.
Después del colocón, Vray todavía renderizaba.
-¿son Splines renderizables?
-Ignorante de la vida, es Hair FX.
-
Juegemos la historia virtual
Había una vez en un lugar cerca de todo lejos de nada, un tío alimonado, que siempre quiso salir del armario, pero un día, un pájaro pringado, que le esperaba un poco acongojado, le cagó encima. En ese momento pasó por allí un perro parlanchín, juguetón y saltarín, se quedó clavado mirando el armario, luego le dijo:
-Mariquita y pijo, a que esperas, ¿o es que, acaso tu todavía no has viajado?
-No, tengo qué?
-Si, deberías viajar para poder sentir cómo tu patinete empieza a despegar dejando atrás a tu cobarde e increíblemente ridículo escenario fabricado con diecisiete cucuruchos de helado.
-¿perro estas fumado?
-Sí, me gusta levantarme cada mañana con los pulmones muy bien negros y salir a defecar, dejando rastros marrones y pegajosos de la más original manera posible.
Con razón deliras.
Entonces el pájaro pringado, desenfundó una armónica, comenzando a tocar esa famosa melodía: caballeros del zodiaco.
El tío alimonado empezó a silbar un triste blues el cual le hizo llorar mucho recordando la guardería, y a esas viejas amistades que le habían convertido en un gnomo adicto a los barbitúricos, después de un rato, el perro fue a consolarlo.
No temas.
Dijo.
Confía en que algún lejano día todo quedará atrás.
Aquel momento fue asquerosamente respetado por un dios llamado tristeza y olvido, éste le miró un poco avergonzado, pero con mucho respeto, así que, ¿cómo era bizco en su personalidad, y sordo en los momentos que no sabía cómo afrontar la situación, decidió armarse de valor y coger su varita mágica para transformar al perro en un engendro de Satán, sadomaso y adicto a las más gordas salchichas.
Entonces, el tío alimonado mutó en naranja, parecida a don-patch, de piel gruesa con un sospechoso olor tirando a limón poco maduro, pero muy podrido, siendo una incongruencia, pero también verdad.¿pero que diablos has hecho, joder? Quiero ser limón.
Serás lo que tienes que ser mientras que el sea un alimonado, y no salga con tonterías y coma mocos color verde con pan. Además, para ser pijo, maricón, alimonado tienes buen aspecto, y no como el pájaro pringado, que se mete todo lo que le vende el fantástico y maravilloso carapene del perro, y se fue hacia el gran montículo de salsa y dijo que aquello era el no va más-.
Moja salchichas aquí -dijo el perro-.
No, cobrarían vida.
-¿cómo lo sabes?
-Esa salsa lleva mucha pimienta negra.
Aa, achís.
Saludos. Pero deja de dar por detrás de mi esos brincos histéricos como si fueras un puñetero mono de tan solo tres cabezas y medio pene.
Perdón. Es que no como muchos bogavantes al medio día, por eso salto de esa manera.
Pues ya podías dejar esa dieta de recatores al Torcuato Carod Rovira.
De repente, apareció un esquiador olímpico budista que miró admirado los dos personajes de cómic underground. Le ponían cachondo, pero decidió desaparecer.
El perro flipó, y también desapareció. El esquiador budista se quedó mudo al encontrárselo en su culo. Pero estaba limpio como la mojama y con unos buenos calzoncillos resplandecientes. Entonces, decidió decírselo:
-Tus calzoncillos son como galletas chinas de la suerte.
Si, ¿quieres probártelos?
-No sé si me servirán, soy un poco más culón que supersticioso, y mi enorme verruga trasera es motivo de grandes problemas. Aunque ya conseguí encogerla con caucho recauchutado ardiendo.
Eso debe doler.
No sabes cuánto tiene que costar rascarse el escroto con un rastrillo.
Fin del cuento.
Epílogo:
Después de un largo día, un gnomo zahorí, salió por patas de su choza de 33.550.336 polígonos.
Caramba, que calor- Dijo mientras tocaba libidinosamente su enorme Ukelele de pvc.
Al encontrarse con un viejo conocido, corrió lentamente acostado un gusano que llevaba enorme sombrero.
Cuánto tiempo, esquiador.
Bonita choza, ¿3d Studio Max?
-No, es Blender.
El intrépido gnomo, usuario de XSI, sintió profunda envidia y aborrecimiento total de utilizar Combustion para encender el puro gritando eso de:
-.abajo las teteras.
Nada más decir teteras, sus pezones agitados al viento proyectaron una Vray Light. Y la choza, antes tenuemente iluminada, adquirió un color ocre.
Cómo mola.-mi pelo nasal es tope guay.
Después del colocón, Vray todavía renderizaba.
-¿son Splines renderizables?
-Ignorante de la vida, es Hair FX.
- Si eres calvo.
-
Juegemos la historia virtual
Había una vez en un lugar cerca de todo lejos de nada, un tío alimonado, que siempre quiso salir del armario, pero un día, un pájaro pringado, que le esperaba un poco acongojado, le cagó encima. En ese momento pasó por allí un perro parlanchín, juguetón y saltarín, se quedó clavado mirando el armario, luego le dijo:
-Mariquita y pijo, a que esperas, ¿o es que, acaso tu todavía no has viajado?
- No, tengo qué?
- Si, deberías viajar para poder sentir cómo tu patinete empieza a despegar dejando atrás a tu cobarde e increíblemente ridículo escenario fabricado con diecisiete cucuruchos de helado.
- ¿perro estas fumado?
-Sí, me gusta levantarme cada mañana con los pulmones muy bien negros y salir a defecar, dejando rastros marrones y pegajosos de la más original manera posible.
- Con razón deliras.
Entonces el pájaro pringado, desenfundó una armónica, comenzando a tocar esa famosa melodía: caballeros del zodiaco.
El tío alimonado empezó a silbar un triste blues el cual le hizo llorar mucho recordando la guardería, y a esas viejas amistades que le habían convertido en un gnomo adicto a los barbitúricos, después de un rato, el perro fue a consolarlo.
No temas.
Dijo.
- Confía en que algún lejano día todo quedará atrás.
Aquel momento fue asquerosamente respetado por un dios llamado tristeza y olvido, éste le miró un poco avergonzado, pero con mucho respeto, así que, ¿cómo era bizco en su personalidad, y sordo en los momentos que no sabía cómo afrontar la situación, decidió armarse de valor y coger su varita mágica para transformar al perro en un engendro de Satán, sadomaso y adicto a las más gordas salchichas.
Entonces, el tío alimonado mutó en naranja, parecida a don-patch, de piel gruesa con un sospechoso olor tirando a limón poco maduro, pero muy podrido, siendo una incongruencia, pero también verdad.¿pero que diablos has hecho, joder? Quiero ser limón.
- Serás lo que tienes que ser mientras que el sea un alimonado, y no salga con tonterías y coma mocos color verde con pan. Además, para ser pijo, maricón, alimonado tienes buen aspecto, y no como el pájaro pringado, que se mete todo lo que le vende el fantástico y maravilloso carapene del perro, y se fue hacia el gran montículo de salsa y dijo que aquello era el no va más-
-moja salchichas aquí -dijo el perro-.
-no, cobrarían vida.
-¿cómo lo sabes?
-esa salsa lleva mucha pimienta negra.
- Aa, achís.
- Saludos. Pero deja de dar por detrás de mi esos brincos histéricos como si fueras un puñetero mono de tan solo tres cabezas y medio pene.
-perdón. Es que no como muchos bogavantes al medio día, por eso salto de esa manera.
- Pues ya podías dejar esa dieta de recatores al Torcuato Carod Rovira.
De repente, apareció un esquiador olímpico budista que miró admirado los dos personajes de cómic underground. Le ponían cachondo, pero decidió desaparecer.
El perro flipó, y también desapareció. El esquiador budista se quedó mudo al encontrárselo en su culo. Pero estaba limpio como la mojama y con unos buenos calzoncillos resplandecientes. Entonces, decidió decírselo:
-tus calzoncillos son como galletas chinas de la suerte.
- Si, ¿quieres probártelos?
- No sé si me servirán, soy un poco más culón que supersticioso, y mi enorme verruga trasera es motivo de grandes problemas. Aunque ya conseguí encogerla con caucho recauchutado ardiendo.
- Eso debe doler.
- No sabes cuánto tiene que costar rascarse el escroto con un rastrillo.
Fin del cuento.
Epílogo:
Después de un largo día, un gnomo zahorí, salió por patas de su choza de 33.550.336 polígonos.
-caramba, que calor- Dijo mientras tocaba libidinosamente su enorme Ukelele de pvc.
Al encontrarse con un viejo conocido, corrió lentamente acostado un gusano que llevaba enorme sombrero.
- Cuánto tiempo, esquiador.
Bonita choza, ¿3d Studio Max?
- No, es Blender.
El intrépido gnomo, usuario de XSI, sintió profunda envidia y aborrecimiento total de utilizar Combustion para encender el puro gritando eso de:
-.abajo las teteras.
Nada más decir teteras, sus pezones agitados al viento proyectaron una Vray Light. Y la choza, antes tenuemente iluminada, adquirió un color ocre.
Cómo mola.-mi pelo nasal es tope guay.
Después del colocón, Vray todavía renderizaba.
-¿son Splines renderizables?
- Ignorante de la vida, es Hair FX.
- si eres calvo.
- ¿calvo? ¿yo? Pero.