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Juegemos la historia virtual
Había una vez en un lugar cerca de todo lejos de nada, un tío alimonado, que siempre quiso salir del armario, pero un día, un pájaro pringado, que le esperaba un poco acongojado, le cagó encima. En ese momento pasó por allí un perro parlanchín, juguetón y saltarín, se quedó clavado mirando el armario, luego le dijo:
-Mariquita y pijo, a que esperas, ¿o es que, acaso tu todavía no has viajado?
-No, tengo qué?
-Si, deberías viajar para poder sentir cómo tu patinete empieza a despegar dejando atrás a tu cobarde e increíblemente ridículo escenario fabricado con diecisiete cucuruchos de helado.
-¿perro estas fumado?
-Sí, me gusta levantarme cada mañana con los pulmones muy bien negros y salir a defecar, dejando rastros marrones y pegajosos de la más original manera posible.
Con razón deliras.
Entonces el pájaro pringado, desenfundó una armónica, comenzando a tocar esa famosa melodía: caballeros del zodiaco.
El tío alimonado empezó a silbar un triste blues el cual le hizo llorar mucho recordando la guardería, y a esas viejas amistades que le habían convertido en un gnomo adicto a los barbitúricos, después de un rato, el perro fue a consolarlo.
No temas.
Dijo.
Confía en que algún lejano día todo quedará atrás.
Aquel momento fue asquerosamente respetado por un dios llamado tristeza y olvido, éste le miró un poco avergonzado, pero con mucho respeto, así que, ¿cómo era bizco en su personalidad, y sordo en los momentos que no sabía cómo afrontar la situación, decidió armarse de valor y coger su varita mágica para transformar al perro en un engendro de Satán, sadomaso y adicto a las más gordas salchichas.
Entonces, el tío alimonado mutó en naranja, parecida a don-patch, de piel gruesa con un sospechoso olor tirando a limón poco maduro, pero muy podrido, siendo una incongruencia, pero también verdad.¿pero que diablos has hecho, joder? Quiero ser limón.
Serás lo que tienes que ser mientras que el sea un alimonado, y no salga con tonterías y coma mocos color verde con pan. Además, para ser pijo, maricón, alimonado tienes buen aspecto, y no como el pájaro pringado, que se mete todo lo que le vende el fantástico y maravilloso carapene del perro, y se fue hacia el gran montículo de salsa y dijo que aquello era el no va más-.
Moja salchichas aquí -dijo el perro-.
No, cobrarían vida.
-¿cómo lo sabes?
-Esa salsa lleva mucha pimienta negra.
Aa, achís.
Saludos. Pero deja de dar por detrás de mi esos brincos histéricos como si fueras un puñetero mono de tan solo tres cabezas y medio pene.
Perdón. Es que no como muchos bogavantes al medio día, por eso salto.
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Había una vez en un lugar cerca de todo lejos de nada, un tío alimonado, que siempre quiso salir del armario, pero un día, un pájaro pringado, que le esperaba un poco acongojado, le cagó encima. En ese momento pasó por allí un perro parlanchín, juguetón y saltarín, se quedó clavado mirando el armario, luego le dijo:
-Mariquita y pijo, a que esperas, ¿o es que, acaso tu todavía no has viajado?
-No, tengo qué?
-Si, deberías viajar para poder sentir cómo tu patinete empieza a despegar dejando atrás a tu cobarde e increíblemente ridículo escenario fabricado con diecisiete cucuruchos de helado.
-¿perro estas fumado?
-Sí, me gusta levantarme cada mañana con los pulmones muy bien negros y salir a defecar, dejando rastros marrones y pegajosos de la más original manera posible.
Con razón deliras.
Entonces el pájaro pringado, desenfundó una armónica, comenzando a tocar esa famosa melodía: caballeros del zodiaco.
El tío alimonado empezó a silbar un triste blues el cual le hizo llorar mucho recordando la guardería, y a esas viejas amistades que le habían convertido en un gnomo adicto a los barbitúricos, después de un rato, el perro fue a consolarlo.
No temas.
Dijo.
Confía en que algún lejano día todo quedará atrás.
Aquel momento fue asquerosamente respetado por un dios llamado tristeza y olvido, éste le miró un poco avergonzado, pero con mucho respeto, así que, ¿cómo era bizco en su personalidad, y sordo en los momentos que no sabía cómo afrontar la situación, decidió armarse de valor y coger su varita mágica para transformar al perro en un engendro de Satán, sadomaso y adicto a las más gordas salchichas.
Entonces, el tío alimonado mutó en naranja, parecida a don-patch, de piel gruesa con un sospechoso olor tirando a limón poco maduro, pero muy podrido, siendo una incongruencia, pero también verdad.¿pero que diablos has hecho, joder? Quiero ser limón.
Serás lo que tienes que ser mientras que el sea un alimonado, y no salga con tonterías y coma mocos color verde con pan. Además, para ser pijo, maricón, alimonado tienes buen aspecto, y no como el pájaro pringado, que se mete todo lo que le vende el fantástico y maravilloso carapene del perro, y se fue hacia el gran montículo de salsa y dijo que aquello era el no va más-.
Moja salchichas aquí -dijo el perro-.
No, cobrarían vida.
-¿cómo lo sabes?
-Esa salsa lleva mucha pimienta negra.
Aa, achís.
Saludos. Pero deja de dar por detrás de mi esos brincos histéricos como si fueras un puñetero mono de tan solo tres cabezas y medio pene.
Perdón. Es que no como muchos bogavantes al medio día, por eso salto de esa manera.
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Había una vez en un lugar cerca de todo lejos de nada, un tío alimonado, que siempre quiso salir del armario, pero un día, un pájaro pringado, que le esperaba un poco acongojado, le cagó encima. En ese momento pasó por allí un perro parlanchín, juguetón y saltarín, se quedó clavado mirando el armario, luego le dijo:
-Mariquita y pijo, a que esperas, ¿o es que, acaso tu todavía no has viajado?
- No, tengo qué?
- Si, deberías viajar para poder sentir cómo tu patinete empieza a despegar dejando atrás a tu cobarde e increíblemente ridículo escenario fabricado con diecisiete cucuruchos de helado.
- ¿perro estas fumado?
-Sí, me gusta levantarme cada mañana con los pulmones muy bien negros y salir a defecar, dejando rastros marrones y pegajosos de la más original manera posible.
- Con razón deliras.
Entonces el pájaro pringado, desenfundó una armónica, comenzando a tocar esa famosa melodía: caballeros del zodiaco.
El tío alimonado empezó a silbar un triste blues el cual le hizo llorar mucho recordando la guardería, y a esas viejas amistades que le habían convertido en un gnomo adicto a los barbitúricos, después de un rato, el perro fue a consolarlo.
No temas.
Dijo.
- Confía en que algún lejano día todo quedará atrás.
Aquel momento fue asquerosamente respetado por un dios llamado tristeza y olvido, éste le miró un poco avergonzado, pero con mucho respeto, así que, ¿cómo era bizco en su personalidad, y sordo en los momentos que no sabía cómo afrontar la situación, decidió armarse de valor y coger su varita mágica para transformar al perro en un engendro de Satán, sadomaso y adicto a las más gordas salchichas.
Entonces, el tío alimonado mutó en naranja, parecida a don-patch, de piel gruesa con un sospechoso olor tirando a limón poco maduro, pero muy podrido, siendo una incongruencia, pero también verdad.¿pero que diablos has hecho, joder? Quiero ser limón.
- Serás lo que tienes que ser mientras que el sea un alimonado, y no salga con tonterías y coma mocos color verde con pan. Además, para ser pijo, maricón, alimonado tienes buen aspecto, y no como el pájaro pringado, que se mete todo lo que le vende el fantástico y maravilloso carapene del perro, y se fue hacia el gran montículo de salsa y dijo que aquello era el no va más-
-moja salchichas aquí -dijo el perro-.
-no, cobrarían vida.
-¿cómo lo sabes?
-esa salsa lleva mucha pimienta negra.
- Aa, achís.
- Saludos. Pero deja de dar por detrás de mi esos brincos histéricos como si fueras un puñetero mono de tan solo tres cabezas y medio pene.
-perdón. Es que no como muchos bogavantes al medio día, por eso salto de esa manera.
- pues ya podías.
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Había una vez en un lugar cerca de todo lejos de nada, un tío alimonado, que siempre quiso salir del armario, pero un día, un pájaro pringado, que le esperaba un poco acongojado, le cagó encima. En ese momento pasó por allí un perro parlanchín, juguetón y saltarín, se quedó clavado mirando el armario, luego le dijo:
-Mariquita y pijo, a que esperas, ¿o es que, acaso tu todavía no has viajado?
-No, tengo qué?
-Si, deberías viajar para poder sentir cómo tu patinete empieza a despegar dejando atrás a tu cobarde e increíblemente ridículo escenario fabricado con diecisiete cucuruchos de helado.
-¿perro estas fumado?
-Sí, me gusta levantarme cada mañana con los pulmones muy bien negros y salir a defecar, dejando rastros marrones y pegajosos de la más original manera posible.
Con razón deliras.
Entonces el pájaro pringado, desenfundó una armónica, comenzando a tocar esa famosa melodía: caballeros del zodiaco.
El tío alimonado empezó a silbar un triste blues el cual le hizo llorar mucho recordando la guardería, y a esas viejas amistades que le habían convertido en un gnomo adicto a los barbitúricos, después de un rato, el perro fue a consolarlo.
No temas.
Dijo.
Confía en que algún lejano día todo quedará atrás.
Aquel momento fue asquerosamente respetado por un dios llamado tristeza y olvido, éste le miró un poco avergonzado, pero con mucho respeto, así que, ¿cómo era bizco en su personalidad, y sordo en los momentos que no sabía cómo afrontar la situación, decidió armarse de valor y coger su varita mágica para transformar al perro en un engendro de Satán, sadomaso y adicto a las más gordas salchichas.
Entonces, el tío alimonado mutó en naranja, parecida a don-patch, de piel gruesa con un sospechoso olor tirando a limón poco maduro, pero muy podrido, siendo una incongruencia, pero también verdad.¿pero que diablos has hecho, joder? Quiero ser limón.
Serás lo que tienes que ser mientras que el sea un alimonado, y no salga con tonterías y coma mocos color verde con pan. Además, para ser pijo, maricón, alimonado tienes buen aspecto, y no como el pájaro pringado, que se mete todo lo que le vende el fantástico y maravilloso carapene del perro, y se fue hacia el gran montículo de salsa y dijo que aquello era el no va más-.
Moja salchichas aquí -dijo el perro-.
No, cobrarían vida.
-¿cómo lo sabes?
-Esa salsa lleva mucha pimienta negra.
Aa, achís.
Saludos. Pero deja de dar por detrás de mi esos brincos histéricos como si fueras un puñetero mono de tan solo tres cabezas y medio pene.
Perdón. Es que no como muchos bogavantes al medio día, por eso salto de esa manera.
Pues ya podías dejar esa dieta.
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Juegemos la historia virtual
Había una vez en un lugar cerca de todo lejos de nada, un tío alimonado, que siempre quiso salir del armario, pero un día, un pájaro pringado, que le esperaba un poco acongojado, le cagó encima. En ese momento pasó por allí un perro parlanchín, juguetón y saltarín, se quedó clavado mirando el armario, luego le dijo:
-Mariquita y pijo, a que esperas, ¿o es que, acaso tu todavía no has viajado?
- No, tengo qué?
- Si, deberías viajar para poder sentir cómo tu patinete empieza a despegar dejando atrás a tu cobarde e increíblemente ridículo escenario fabricado con diecisiete cucuruchos de helado.
- ¿perro estas fumado?
-Sí, me gusta levantarme cada mañana con los pulmones muy bien negros y salir a defecar, dejando rastros marrones y pegajosos de la más original manera posible.
- Con razón deliras.
Entonces el pájaro pringado, desenfundó una armónica, comenzando a tocar esa famosa melodía: caballeros del zodiaco.
El tío alimonado empezó a silbar un triste blues el cual le hizo llorar mucho recordando la guardería, y a esas viejas amistades que le habían convertido en un gnomo adicto a los barbitúricos, después de un rato, el perro fue a consolarlo.
No temas.
Dijo.
- Confía en que algún lejano día todo quedará atrás.
Aquel momento fue asquerosamente respetado por un dios llamado tristeza y olvido, éste le miró un poco avergonzado, pero con mucho respeto, así que, ¿cómo era bizco en su personalidad, y sordo en los momentos que no sabía cómo afrontar la situación, decidió armarse de valor y coger su varita mágica para transformar al perro en un engendro de Satán, sadomaso y adicto a las más gordas salchichas.
Entonces, el tío alimonado mutó en naranja, parecida a don-patch, de piel gruesa con un sospechoso olor tirando a limón poco maduro, pero muy podrido, siendo una incongruencia, pero también verdad.¿pero que diablos has hecho, joder? Quiero ser limón.
- Serás lo que tienes que ser mientras que el sea un alimonado, y no salga con tonterías y coma mocos color verde con pan. Además, para ser pijo, maricón, alimonado tienes buen aspecto, y no como el pájaro pringado, que se mete todo lo que le vende el fantástico y maravilloso carapene del perro, y se fue hacia el gran montículo de salsa y dijo que aquello era el no va más-
-moja salchichas aquí -dijo el perro-.
-no, cobrarían vida.
-¿cómo lo sabes?
-esa salsa lleva mucha pimienta negra.
- Aa, achís.
- Saludos. Pero deja de dar por detrás de mi esos brincos histéricos como si fueras un puñetero mono de tan solo tres cabezas y medio pene.
-perdón. Es que no como muchos bogavantes al medio día, por eso salto de esa manera.
- Pues ya podías dejar esa dieta de recatores al.
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Había una vez en un lugar cerca de todo lejos de nada, un tío alimonado, que siempre quiso salir del armario, pero un día, un pájaro pringado, que le esperaba un poco acongojado, le cagó encima. En ese momento pasó por allí un perro parlanchín, juguetón y saltarín, se quedó clavado mirando el armario, luego le dijo:
-Mariquita y pijo, a que esperas, ¿o es que, acaso tu todavía no has viajado?
-No, tengo qué?
-Si, deberías viajar para poder sentir cómo tu patinete empieza a despegar dejando atrás a tu cobarde e increíblemente ridículo escenario fabricado con diecisiete cucuruchos de helado.
-¿perro estas fumado?
-Sí, me gusta levantarme cada mañana con los pulmones muy bien negros y salir a defecar, dejando rastros marrones y pegajosos de la más original manera posible.
Con razón deliras.
Entonces el pájaro pringado, desenfundó una armónica, comenzando a tocar esa famosa melodía: caballeros del zodiaco.
El tío alimonado empezó a silbar un triste blues el cual le hizo llorar mucho recordando la guardería, y a esas viejas amistades que le habían convertido en un gnomo adicto a los barbitúricos, después de un rato, el perro fue a consolarlo.
No temas.
Dijo.
Confía en que algún lejano día todo quedará atrás.
Aquel momento fue asquerosamente respetado por un dios llamado tristeza y olvido, éste le miró un poco avergonzado, pero con mucho respeto, así que, ¿cómo era bizco en su personalidad, y sordo en los momentos que no sabía cómo afrontar la situación, decidió armarse de valor y coger su varita mágica para transformar al perro en un engendro de Satán, sadomaso y adicto a las más gordas salchichas.
Entonces, el tío alimonado mutó en naranja, parecida a don-patch, de piel gruesa con un sospechoso olor tirando a limón poco maduro, pero muy podrido, siendo una incongruencia, pero también verdad.¿pero que diablos has hecho, joder? Quiero ser limón.
Serás lo que tienes que ser mientras que el sea un alimonado, y no salga con tonterías y coma mocos color verde con pan. Además, para ser pijo, maricón, alimonado tienes buen aspecto, y no como el pájaro pringado, que se mete todo lo que le vende el fantástico y maravilloso carapene del perro, y se fue hacia el gran montículo de salsa y dijo que aquello era el no va más-.
Moja salchichas aquí -dijo el perro-.
No, cobrarían vida.
-¿cómo lo sabes?
-Esa salsa lleva mucha pimienta negra.
Aa, achís.
Saludos. Pero deja de dar por detrás de mi esos brincos histéricos como si fueras un puñetero mono de tan solo tres cabezas y medio pene.
Perdón. Es que no como muchos bogavantes al medio día, por eso salto de esa manera.
Pues ya podías dejar esa dieta de recatores al Torcuato Carod Rovira.
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Juegemos la historia virtual
Había una vez en un lugar cerca de todo lejos de nada, un tío alimonado, que siempre quiso salir del armario, pero un día, un pájaro pringado, que le esperaba un poco acongojado, le cagó encima. En ese momento pasó por allí un perro parlanchín, juguetón y saltarín, se quedó clavado mirando el armario, luego le dijo:
-Mariquita y pijo, a que esperas, ¿o es que, acaso tu todavía no has viajado?
-No, tengo qué?
-Si, deberías viajar para poder sentir cómo tu patinete empieza a despegar dejando atrás a tu cobarde e increíblemente ridículo escenario fabricado con diecisiete cucuruchos de helado.
-¿perro estas fumado?
-Sí, me gusta levantarme cada mañana con los pulmones muy bien negros y salir a defecar, dejando rastros marrones y pegajosos de la más original manera posible.
Con razón deliras.
Entonces el pájaro pringado, desenfundó una armónica, comenzando a tocar esa famosa melodía: caballeros del zodiaco.
El tío alimonado empezó a silbar un triste blues el cual le hizo llorar mucho recordando la guardería, y a esas viejas amistades que le habían convertido en un gnomo adicto a los barbitúricos, después de un rato, el perro fue a consolarlo.
No temas.
Dijo.
Confía en que algún lejano día todo quedará atrás.
Aquel momento fue asquerosamente respetado por un dios llamado tristeza y olvido, éste le miró un poco avergonzado, pero con mucho respeto, así que, ¿cómo era bizco en su personalidad, y sordo en los momentos que no sabía cómo afrontar la situación, decidió armarse de valor y coger su varita mágica para transformar al perro en un engendro de Satán, sadomaso y adicto a las más gordas salchichas.
Entonces, el tío alimonado mutó en naranja, parecida a don-patch, de piel gruesa con un sospechoso olor tirando a limón poco maduro, pero muy podrido, siendo una incongruencia, pero también verdad.¿pero que diablos has hecho, joder? Quiero ser limón.
Serás lo que tienes que ser mientras que el sea un alimonado, y no salga con tonterías y coma mocos color verde con pan. Además, para ser pijo, maricón, alimonado tienes buen aspecto, y no como el pájaro pringado, que se mete todo lo que le vende el fantástico y maravilloso carapene del perro, y se fue hacia el gran montículo de salsa y dijo que aquello era el no va más-.
Moja salchichas aquí -dijo el perro-.
No, cobrarían vida.
-¿cómo lo sabes?
-Esa salsa lleva mucha pimienta negra.
Aa, achís.
Saludos. Pero deja de dar por detrás de mi esos brincos histéricos como si fueras un puñetero mono de tan solo tres cabezas y medio pene.
Perdón. Es que no como muchos bogavantes al medio día, por eso salto de esa manera.
Pues ya podías dejar esa dieta de recatores al Torcuato Carod Rovira.
derrepente, apareció un.
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Había una vez en un lugar cerca de todo lejos de nada, un tío alimonado, que siempre quiso salir del armario, pero un día, un pájaro pringado, que le esperaba un poco acongojado, le cagó encima. En ese momento pasó por allí un perro parlanchín, juguetón y saltarín, se quedó clavado mirando el armario, luego le dijo:
-Mariquita y pijo, a que esperas, ¿o es que, acaso tu todavía no has viajado?
-No, tengo qué?
-Si, deberías viajar para poder sentir cómo tu patinete empieza a despegar dejando atrás a tu cobarde e increíblemente ridículo escenario fabricado con diecisiete cucuruchos de helado.
-¿perro estas fumado?
-Sí, me gusta levantarme cada mañana con los pulmones muy bien negros y salir a defecar, dejando rastros marrones y pegajosos de la más original manera posible.
Con razón deliras.
Entonces el pájaro pringado, desenfundó una armónica, comenzando a tocar esa famosa melodía: caballeros del zodiaco.
El tío alimonado empezó a silbar un triste blues el cual le hizo llorar mucho recordando la guardería, y a esas viejas amistades que le habían convertido en un gnomo adicto a los barbitúricos, después de un rato, el perro fue a consolarlo.
No temas.
Dijo.
Confía en que algún lejano día todo quedará atrás.
Aquel momento fue asquerosamente respetado por un dios llamado tristeza y olvido, éste le miró un poco avergonzado, pero con mucho respeto, así que, ¿cómo era bizco en su personalidad, y sordo en los momentos que no sabía cómo afrontar la situación, decidió armarse de valor y coger su varita mágica para transformar al perro en un engendro de Satán, sadomaso y adicto a las más gordas salchichas.
Entonces, el tío alimonado mutó en naranja, parecida a don-patch, de piel gruesa con un sospechoso olor tirando a limón poco maduro, pero muy podrido, siendo una incongruencia, pero también verdad.¿pero que diablos has hecho, joder? Quiero ser limón.
Serás lo que tienes que ser mientras que el sea un alimonado, y no salga con tonterías y coma mocos color verde con pan. Además, para ser pijo, maricón, alimonado tienes buen aspecto, y no como el pájaro pringado, que se mete todo lo que le vende el fantástico y maravilloso carapene del perro, y se fue hacia el gran montículo de salsa y dijo que aquello era el no va más-.
Moja salchichas aquí -dijo el perro-.
No, cobrarían vida.
-¿cómo lo sabes?
-Esa salsa lleva mucha pimienta negra.
Aa, achís.
Saludos. Pero deja de dar por detrás de mi esos brincos histéricos como si fueras un puñetero mono de tan solo tres cabezas y medio pene.
Perdón. Es que no como muchos bogavantes al medio día, por eso salto de esa manera.
Pues ya podías dejar esa dieta de recatores al Torcuato Carod Rovira.
Derrepente, apareció un esquiador olímpico budista.
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Había una vez en un lugar cerca de todo lejos de nada, un tío alimonado, que siempre quiso salir del armario, pero un día, un pájaro pringado, que le esperaba un poco acongojado, le cagó encima. En ese momento pasó por allí un perro parlanchín, juguetón y saltarín, se quedó clavado mirando el armario, luego le dijo:
-Mariquita y pijo, a que esperas, ¿o es que, acaso tu todavía no has viajado?
- No, tengo qué?
- Si, deberías viajar para poder sentir cómo tu patinete empieza a despegar dejando atrás a tu cobarde e increíblemente ridículo escenario fabricado con diecisiete cucuruchos de helado.
- ¿perro estas fumado?
-Sí, me gusta levantarme cada mañana con los pulmones muy bien negros y salir a defecar, dejando rastros marrones y pegajosos de la más original manera posible.
- Con razón deliras.
Entonces el pájaro pringado, desenfundó una armónica, comenzando a tocar esa famosa melodía: caballeros del zodiaco.
El tío alimonado empezó a silbar un triste blues el cual le hizo llorar mucho recordando la guardería, y a esas viejas amistades que le habían convertido en un gnomo adicto a los barbitúricos, después de un rato, el perro fue a consolarlo.
No temas.
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Aquel momento fue asquerosamente respetado por un dios llamado tristeza y olvido, éste le miró un poco avergonzado, pero con mucho respeto, así que, ¿cómo era bizco en su personalidad, y sordo en los momentos que no sabía cómo afrontar la situación, decidió armarse de valor y coger su varita mágica para transformar al perro en un engendro de Satán, sadomaso y adicto a las más gordas salchichas.
Entonces, el tío alimonado mutó en naranja, parecida a don-patch, de piel gruesa con un sospechoso olor tirando a limón poco maduro, pero muy podrido, siendo una incongruencia, pero también verdad.¿pero que diablos has hecho, joder? Quiero ser limón.
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- Pues ya podías dejar esa dieta de recatores al Torcuato Carod Rovira.
Derrepente, apareció un palláso muy saltarín.
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---edtio, no había notado el mensaje de kelmer------ Había una vez en un lugar cerca de todo lejos de nada, un tío alimonado, que siempre quiso salir del armario, pero un día, un pájaro pringado, que le esperaba un poco acongojado, le cagó encima. En ese momento pasó por allí un perro parlanchín, juguetón y saltarín, se quedó clavado mirando el armario, luego le dijo:
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El tío alimonado empezó a silbar un triste blues el cual le hizo llorar mucho recordando la guardería, y a esas viejas amistades que le habían convertido en un gnomo adicto a los barbitúricos, después de un rato, el perro fue a consolarlo.
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Entonces, el tío alimonado mutó en naranja, parecida a don-patch, de piel gruesa con un sospechoso olor tirando a limón poco maduro, pero muy podrido, siendo una incongruencia, pero también verdad.¿pero que diablos has hecho, joder? Quiero ser limón.
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Moja salchichas aquí -dijo el perro-.
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-¿cómo lo sabes?
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Aa, achís.
Saludos. Pero deja de dar por detrás de mi esos brincos histéricos como si fueras un puñetero mono de tan solo tres cabezas y medio pene.
Perdón. Es que no como muchos bogavantes al medio día, por eso salto de esa manera.
Pues ya podías dejar esa dieta de recatores al Torcuato Carod Rovira.
Derrepente, apareció un esquiador olímpico budista que miró admirado. Saludos.
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Había una vez en un lugar cerca de todo lejos de nada, un tío alimonado, que siempre quiso salir del armario, pero un día, un pájaro pringado, que le esperaba un poco acongojado, le cagó encima. En ese momento pasó por allí un perro parlanchín, juguetón y saltarín, se quedó clavado mirando el armario, luego le dijo:
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Dijo.
Confía en que algún lejano día todo quedará atrás.
Aquel momento fue asquerosamente respetado por un dios llamado tristeza y olvido, éste le miró un poco avergonzado, pero con mucho respeto, así que, ¿cómo era bizco en su personalidad, y sordo en los momentos que no sabía cómo afrontar la situación, decidió armarse de valor y coger su varita mágica para transformar al perro en un engendro de Satán, sadomaso y adicto a las más gordas salchichas.
Entonces, el tío alimonado mutó en naranja, parecida a don-patch, de piel gruesa con un sospechoso olor tirando a limón poco maduro, pero muy podrido, siendo una incongruencia, pero también verdad.¿pero que diablos has hecho, joder? Quiero ser limón.
Serás lo que tienes que ser mientras que el sea un alimonado, y no salga con tonterías y coma mocos color verde con pan. Además, para ser pijo, maricón, alimonado tienes buen aspecto, y no como el pájaro pringado, que se mete todo lo que le vende el fantástico y maravilloso carapene del perro, y se fue hacia el gran montículo de salsa y dijo que aquello era el no va más-.
Moja salchichas aquí -dijo el perro-.
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-¿cómo lo sabes?
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Perdón. Es que no como muchos bogavantes al medio día, por eso salto de esa manera.
Pues ya podías dejar esa dieta de recatores al Torcuato Carod Rovira.
Derrepente, apareció un esquiador olímpico budista que miró admirado los dos personajes.
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Juegemos la historia virtual
Había una vez en un lugar cerca de todo lejos de nada, un tío alimonado, que siempre quiso salir del armario, pero un día, un pájaro pringado, que le esperaba un poco acongojado, le cagó encima. En ese momento pasó por allí un perro parlanchín, juguetón y saltarín, se quedó clavado mirando el armario, luego le dijo:
-Mariquita y pijo, a que esperas, ¿o es que, acaso tu todavía no has viajado?
-No, tengo qué?
-Si, deberías viajar para poder sentir cómo tu patinete empieza a despegar dejando atrás a tu cobarde e increíblemente ridículo escenario fabricado con diecisiete cucuruchos de helado.
-¿perro estas fumado?
-Sí, me gusta levantarme cada mañana con los pulmones muy bien negros y salir a defecar, dejando rastros marrones y pegajosos de la más original manera posible.
Con razón deliras.
Entonces el pájaro pringado, desenfundó una armónica, comenzando a tocar esa famosa melodía: caballeros del zodiaco.
El tío alimonado empezó a silbar un triste blues el cual le hizo llorar mucho recordando la guardería, y a esas viejas amistades que le habían convertido en un gnomo adicto a los barbitúricos, después de un rato, el perro fue a consolarlo.
No temas.
Dijo.
Confía en que algún lejano día todo quedará atrás.
Aquel momento fue asquerosamente respetado por un dios llamado tristeza y olvido, éste le miró un poco avergonzado, pero con mucho respeto, así que, ¿cómo era bizco en su personalidad, y sordo en los momentos que no sabía cómo afrontar la situación, decidió armarse de valor y coger su varita mágica para transformar al perro en un engendro de Satán, sadomaso y adicto a las más gordas salchichas.
Entonces, el tío alimonado mutó en naranja, parecida a don-patch, de piel gruesa con un sospechoso olor tirando a limón poco maduro, pero muy podrido, siendo una incongruencia, pero también verdad.¿pero que diablos has hecho, joder? Quiero ser limón.
Serás lo que tienes que ser mientras que el sea un alimonado, y no salga con tonterías y coma mocos color verde con pan. Además, para ser pijo, maricón, alimonado tienes buen aspecto, y no como el pájaro pringado, que se mete todo lo que le vende el fantástico y maravilloso carapene del perro, y se fue hacia el gran montículo de salsa y dijo que aquello era el no va más-.
Moja salchichas aquí -dijo el perro-.
No, cobrarían vida.
-¿cómo lo sabes?
-Esa salsa lleva mucha pimienta negra.
Aa, achís.
Saludos. Pero deja de dar por detrás de mi esos brincos histéricos como si fueras un puñetero mono de tan solo tres cabezas y medio pene.
Perdón. Es que no como muchos bogavantes al medio día, por eso salto de esa manera.
Pues ya podías dejar esa dieta de recatores al Torcuato Carod Rovira.
Derrepente, apareció un esquiador olímpico budista que miró admirado los dos personajes de cómic underground.
-
Juegemos la historia virtual
Había una vez en un lugar cerca de todo lejos de nada, un tío alimonado, que siempre quiso salir del armario, pero un día, un pájaro pringado, que le esperaba un poco acongojado, le cagó encima. En ese momento pasó por allí un perro parlanchín, juguetón y saltarín, se quedó clavado mirando el armario, luego le dijo:
-Mariquita y pijo, a que esperas, ¿o es que, acaso tu todavía no has viajado?
-No, tengo qué?
-Si, deberías viajar para poder sentir cómo tu patinete empieza a despegar dejando atrás a tu cobarde e increíblemente ridículo escenario fabricado con diecisiete cucuruchos de helado.
-¿perro estas fumado?
-Sí, me gusta levantarme cada mañana con los pulmones muy bien negros y salir a defecar, dejando rastros marrones y pegajosos de la más original manera posible.
Con razón deliras.
Entonces el pájaro pringado, desenfundó una armónica, comenzando a tocar esa famosa melodía: caballeros del zodiaco.
El tío alimonado empezó a silbar un triste blues el cual le hizo llorar mucho recordando la guardería, y a esas viejas amistades que le habían convertido en un gnomo adicto a los barbitúricos, después de un rato, el perro fue a consolarlo.
No temas.
Dijo.
Confía en que algún lejano día todo quedará atrás.
Aquel momento fue asquerosamente respetado por un dios llamado tristeza y olvido, éste le miró un poco avergonzado, pero con mucho respeto, así que, ¿cómo era bizco en su personalidad, y sordo en los momentos que no sabía cómo afrontar la situación, decidió armarse de valor y coger su varita mágica para transformar al perro en un engendro de Satán, sadomaso y adicto a las más gordas salchichas.
Entonces, el tío alimonado mutó en naranja, parecida a don-patch, de piel gruesa con un sospechoso olor tirando a limón poco maduro, pero muy podrido, siendo una incongruencia, pero también verdad.¿pero que diablos has hecho, joder? Quiero ser limón.
Serás lo que tienes que ser mientras que el sea un alimonado, y no salga con tonterías y coma mocos color verde con pan. Además, para ser pijo, maricón, alimonado tienes buen aspecto, y no como el pájaro pringado, que se mete todo lo que le vende el fantástico y maravilloso carapene del perro, y se fue hacia el gran montículo de salsa y dijo que aquello era el no va más-.
Moja salchichas aquí -dijo el perro-.
No, cobrarían vida.
-¿cómo lo sabes?
-Esa salsa lleva mucha pimienta negra.
Aa, achís.
Saludos. Pero deja de dar por detrás de mi esos brincos histéricos como si fueras un puñetero mono de tan solo tres cabezas y medio pene.
Perdón. Es que no como muchos bogavantes al medio día, por eso salto de esa manera.
Pues ya podías dejar esa dieta de recatores al Torcuato Carod Rovira.
Derrepente, apareció un esquiador olímpico budista que miró admirado los dos personajes de cómic underground , le ponían cachondo.
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Había una vez en un lugar cerca de todo lejos de nada, un tío alimonado, que siempre quiso salir del armario, pero un día, un pájaro pringado, que le esperaba un poco acongojado, le cagó encima. En ese momento pasó por allí un perro parlanchín, juguetón y saltarín, se quedó clavado mirando el armario, luego le dijo:
-Mariquita y pijo, a que esperas, ¿o es que, acaso tu todavía no has viajado?
-No, tengo qué?
-Si, deberías viajar para poder sentir cómo tu patinete empieza a despegar dejando atrás a tu cobarde e increíblemente ridículo escenario fabricado con diecisiete cucuruchos de helado.
-¿perro estas fumado?
-Sí, me gusta levantarme cada mañana con los pulmones muy bien negros y salir a defecar, dejando rastros marrones y pegajosos de la más original manera posible.
Con razón deliras.
Entonces el pájaro pringado, desenfundó una armónica, comenzando a tocar esa famosa melodía: caballeros del zodiaco.
El tío alimonado empezó a silbar un triste blues el cual le hizo llorar mucho recordando la guardería, y a esas viejas amistades que le habían convertido en un gnomo adicto a los barbitúricos, después de un rato, el perro fue a consolarlo.
No temas.
Dijo.
Confía en que algún lejano día todo quedará atrás.
Aquel momento fue asquerosamente respetado por un dios llamado tristeza y olvido, éste le miró un poco avergonzado, pero con mucho respeto, así que, ¿cómo era bizco en su personalidad, y sordo en los momentos que no sabía cómo afrontar la situación, decidió armarse de valor y coger su varita mágica para transformar al perro en un engendro de Satán, sadomaso y adicto a las más gordas salchichas.
Entonces, el tío alimonado mutó en naranja, parecida a don-patch, de piel gruesa con un sospechoso olor tirando a limón poco maduro, pero muy podrido, siendo una incongruencia, pero también verdad.¿pero que diablos has hecho, joder? Quiero ser limón.
Serás lo que tienes que ser mientras que el sea un alimonado, y no salga con tonterías y coma mocos color verde con pan. Además, para ser pijo, maricón, alimonado tienes buen aspecto, y no como el pájaro pringado, que se mete todo lo que le vende el fantástico y maravilloso carapene del perro, y se fue hacia el gran montículo de salsa y dijo que aquello era el no va más-.
Moja salchichas aquí -dijo el perro-.
No, cobrarían vida.
-¿cómo lo sabes?
-Esa salsa lleva mucha pimienta negra.
Aa, achís.
Saludos. Pero deja de dar por detrás de mi esos brincos histéricos como si fueras un puñetero mono de tan solo tres cabezas y medio pene.
Perdón. Es que no como muchos bogavantes al medio día, por eso salto de esa manera.
Pues ya podías dejar esa dieta de recatores al Torcuato Carod Rovira.
Derrepente, apareció un esquiador olímpico budista que miró admirado los dos personajes de cómic underground . Le ponían cachondo.
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Había una vez en un lugar cerca de todo lejos de nada, un tío alimonado, que siempre quiso salir del armario, pero un día, un pájaro pringado, que le esperaba un poco acongojado, le cagó encima. En ese momento pasó por allí un perro parlanchín, juguetón y saltarín, se quedó clavado mirando el armario, luego le dijo:
-Mariquita y pijo, a que esperas, ¿o es que, acaso tu todavía no has viajado?
-No, tengo qué?
-Si, deberías viajar para poder sentir cómo tu patinete empieza a despegar dejando atrás a tu cobarde e increíblemente ridículo escenario fabricado con diecisiete cucuruchos de helado.
-¿perro estas fumado?
-Sí, me gusta levantarme cada mañana con los pulmones muy bien negros y salir a defecar, dejando rastros marrones y pegajosos de la más original manera posible.
Con razón deliras.
Entonces el pájaro pringado, desenfundó una armónica, comenzando a tocar esa famosa melodía: caballeros del zodiaco.
El tío alimonado empezó a silbar un triste blues el cual le hizo llorar mucho recordando la guardería, y a esas viejas amistades que le habían convertido en un gnomo adicto a los barbitúricos, después de un rato, el perro fue a consolarlo.
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Aquel momento fue asquerosamente respetado por un dios llamado tristeza y olvido, éste le miró un poco avergonzado, pero con mucho respeto, así que, ¿cómo era bizco en su personalidad, y sordo en los momentos que no sabía cómo afrontar la situación, decidió armarse de valor y coger su varita mágica para transformar al perro en un engendro de Satán, sadomaso y adicto a las más gordas salchichas.
Entonces, el tío alimonado mutó en naranja, parecida a don-patch, de piel gruesa con un sospechoso olor tirando a limón poco maduro, pero muy podrido, siendo una incongruencia, pero también verdad.¿pero que diablos has hecho, joder? Quiero ser limón.
Serás lo que tienes que ser mientras que el sea un alimonado, y no salga con tonterías y coma mocos color verde con pan. Además, para ser pijo, maricón, alimonado tienes buen aspecto, y no como el pájaro pringado, que se mete todo lo que le vende el fantástico y maravilloso carapene del perro, y se fue hacia el gran montículo de salsa y dijo que aquello era el no va más-.
Moja salchichas aquí -dijo el perro-.
No, cobrarían vida.
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Pues ya podías dejar esa dieta de recatores al Torcuato Carod Rovira.
Derrepente, apareció un esquiador olímpico budista que miró admirado los dos personajes de cómic underground. Le ponían cachondo, pero decidió desaparecer.
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Había una vez en un lugar cerca de todo lejos de nada, un tío alimonado, que siempre quiso salir del armario, pero un día, un pájaro pringado, que le esperaba un poco acongojado, le cagó encima. En ese momento pasó por allí un perro parlanchín, juguetón y saltarín, se quedó clavado mirando el armario, luego le dijo:
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-No, tengo qué?
-Si, deberías viajar para poder sentir cómo tu patinete empieza a despegar dejando atrás a tu cobarde e increíblemente ridículo escenario fabricado con diecisiete cucuruchos de helado.
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Con razón deliras.
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El tío alimonado empezó a silbar un triste blues el cual le hizo llorar mucho recordando la guardería, y a esas viejas amistades que le habían convertido en un gnomo adicto a los barbitúricos, después de un rato, el perro fue a consolarlo.
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Entonces, el tío alimonado mutó en naranja, parecida a don-patch, de piel gruesa con un sospechoso olor tirando a limón poco maduro, pero muy podrido, siendo una incongruencia, pero también verdad.¿pero que diablos has hecho, joder? Quiero ser limón.
Serás lo que tienes que ser mientras que el sea un alimonado, y no salga con tonterías y coma mocos color verde con pan. Además, para ser pijo, maricón, alimonado tienes buen aspecto, y no como el pájaro pringado, que se mete todo lo que le vende el fantástico y maravilloso carapene del perro, y se fue hacia el gran montículo de salsa y dijo que aquello era el no va más-.
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Derrepente, apareció un esquiador olímpico budista que miró admirado los dos personajes de cómic underground. Le ponían cachondo, pero decidió desaparecer.
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El perro flipó.
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El tío alimonado empezó a silbar un triste blues el cual le hizo llorar mucho recordando la guardería, y a esas viejas amistades que le habían convertido en un gnomo adicto a los barbitúricos, después de un rato, el perro fue a consolarlo.
No temas.
Dijo.
Confía en que algún lejano día todo quedará atrás.
Aquel momento fue asquerosamente respetado por un dios llamado tristeza y olvido, éste le miró un poco avergonzado, pero con mucho respeto, así que, ¿cómo era bizco en su personalidad, y sordo en los momentos que no sabía cómo afrontar la situación, decidió armarse de valor y coger su varita mágica para transformar al perro en un engendro de Satán, sadomaso y adicto a las más gordas salchichas.
Entonces, el tío alimonado mutó en naranja, parecida a don-patch, de piel gruesa con un sospechoso olor tirando a limón poco maduro, pero muy podrido, siendo una incongruencia, pero también verdad.¿pero que diablos has hecho, joder? Quiero ser limón.
Serás lo que tienes que ser mientras que el sea un alimonado, y no salga con tonterías y coma mocos color verde con pan. Además, para ser pijo, maricón, alimonado tienes buen aspecto, y no como el pájaro pringado, que se mete todo lo que le vende el fantástico y maravilloso carapene del perro, y se fue hacia el gran montículo de salsa y dijo que aquello era el no va más-.
Moja salchichas aquí -dijo el perro-.
No, cobrarían vida.
-¿cómo lo sabes?
-Esa salsa lleva mucha pimienta negra.
Aa, achís.
Saludos. Pero deja de dar por detrás de mi esos brincos histéricos como si fueras un puñetero mono de tan solo tres cabezas y medio pene.
Perdón. Es que no como muchos bogavantes al medio día, por eso salto de esa manera.
Pues ya podías dejar esa dieta de recatores al Torcuato Carod Rovira.
Derrepente, apareció un esquiador olímpico budista que miró admirado los dos personajes de cómic underground. Le ponían cachondo, pero decidió desaparecer.
El perro flipó, y también desapareció.
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Había una vez en un lugar cerca de todo lejos de nada, un tío alimonado, que siempre quiso salir del armario, pero un día, un pájaro pringado, que le esperaba un poco acongojado, le cagó encima. En ese momento pasó por allí un perro parlanchín, juguetón y saltarín, se quedó clavado mirando el armario, luego le dijo:
-Mariquita y pijo, a que esperas, ¿o es que, acaso tu todavía no has viajado?
- No, tengo qué?
- Si, deberías viajar para poder sentir cómo tu patinete empieza a despegar dejando atrás a tu cobarde e increíblemente ridículo escenario fabricado con diecisiete cucuruchos de helado.
- ¿perro estas fumado?
-Sí, me gusta levantarme cada mañana con los pulmones muy bien negros y salir a defecar, dejando rastros marrones y pegajosos de la más original manera posible.
- Con razón deliras.
Entonces el pájaro pringado, desenfundó una armónica, comenzando a tocar esa famosa melodía: caballeros del zodiaco.
El tío alimonado empezó a silbar un triste blues el cual le hizo llorar mucho recordando la guardería, y a esas viejas amistades que le habían convertido en un gnomo adicto a los barbitúricos, después de un rato, el perro fue a consolarlo.
No temas.
Dijo.
- Confía en que algún lejano día todo quedará atrás.
Aquel momento fue asquerosamente respetado por un dios llamado tristeza y olvido, éste le miró un poco avergonzado, pero con mucho respeto, así que, ¿cómo era bizco en su personalidad, y sordo en los momentos que no sabía cómo afrontar la situación, decidió armarse de valor y coger su varita mágica para transformar al perro en un engendro de Satán, sadomaso y adicto a las más gordas salchichas.
Entonces, el tío alimonado mutó en naranja, parecida a don-patch, de piel gruesa con un sospechoso olor tirando a limón poco maduro, pero muy podrido, siendo una incongruencia, pero también verdad.¿pero que diablos has hecho, joder? Quiero ser limón.
- Serás lo que tienes que ser mientras que el sea un alimonado, y no salga con tonterías y coma mocos color verde con pan. Además, para ser pijo, maricón, alimonado tienes buen aspecto, y no como el pájaro pringado, que se mete todo lo que le vende el fantástico y maravilloso carapene del perro, y se fue hacia el gran montículo de salsa y dijo que aquello era el no va más-
-moja salchichas aquí -dijo el perro-.
-no, cobrarían vida.
-¿cómo lo sabes?
-esa salsa lleva mucha pimienta negra.
- Aa, achís.
- Saludos. Pero deja de dar por detrás de mi esos brincos histéricos como si fueras un puñetero mono de tan solo tres cabezas y medio pene.
-perdón. Es que no como muchos bogavantes al medio día, por eso salto de esa manera.
- Pues ya podías dejar esa dieta de recatores al Torcuato Carod Rovira.
Derrepente, apareció un esquiador olímpico budista que miró admirado los dos personajes de cómic underground. Le ponían cachondo, pero decidió desaparecer.
El perro flipó, y también desapareció. el esquiador budista.
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Había una vez en un lugar cerca de todo lejos de nada, un tío alimonado, que siempre quiso salir del armario, pero un día, un pájaro pringado, que le esperaba un poco acongojado, le cagó encima. En ese momento pasó por allí un perro parlanchín, juguetón y saltarín, se quedó clavado mirando el armario, luego le dijo:
-Mariquita y pijo, a que esperas, ¿o es que, acaso tu todavía no has viajado?
- No, tengo qué?
- Si, deberías viajar para poder sentir cómo tu patinete empieza a despegar dejando atrás a tu cobarde e increíblemente ridículo escenario fabricado con diecisiete cucuruchos de helado.
- ¿perro estas fumado?
-Sí, me gusta levantarme cada mañana con los pulmones muy bien negros y salir a defecar, dejando rastros marrones y pegajosos de la más original manera posible.
- Con razón deliras.
Entonces el pájaro pringado, desenfundó una armónica, comenzando a tocar esa famosa melodía: caballeros del zodiaco.
El tío alimonado empezó a silbar un triste blues el cual le hizo llorar mucho recordando la guardería, y a esas viejas amistades que le habían convertido en un gnomo adicto a los barbitúricos, después de un rato, el perro fue a consolarlo.
No temas.
Dijo.
- Confía en que algún lejano día todo quedará atrás.
Aquel momento fue asquerosamente respetado por un dios llamado tristeza y olvido, éste le miró un poco avergonzado, pero con mucho respeto, así que, ¿cómo era bizco en su personalidad, y sordo en los momentos que no sabía cómo afrontar la situación, decidió armarse de valor y coger su varita mágica para transformar al perro en un engendro de Satán, sadomaso y adicto a las más gordas salchichas, entonces, el tío alimonado mutó en naranja, parecida a don-patch, de piel gruesa con un sospechoso olor tirando a limón poco maduro, pero muy podrido, siendo una incongruencia, pero también verdad.¿pero que diablos has hecho, joder? Quiero ser limón.
- Serás lo que tienes que ser mientras que el sea un alimonado, y no salga con tonterías y coma mocos color verde con pan. Además, para ser pijo, maricón, alimonado tienes buen aspecto, y no como el pájaro pringado, que se mete todo lo que le vende el fantástico y maravilloso carapene del perro, y se fue hacia el gran montículo de salsa y dijo que aquello era el no va más-
-moja salchichas aquí -dijo el perro-.
-no, cobrarían vida.
-¿cómo lo sabes?
-esa salsa lleva mucha pimienta negra.
- Aa, achís.
- Saludos. Pero deja de dar por detrás de mi esos brincos histéricos como si fueras un puñetero mono de tan solo tres cabezas y medio pene.
-perdón. Es que no como muchos bogavantes al medio día, por eso salto de esa manera.
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Derrepente, apareció un esquiador olímpico budista que miró admirado los dos personajes de cómic underground. Le ponían cachondo, pero decidió desaparecer.
El perro flipó, y también desapareció. El esquiador budista se quedó mudo.
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Había una vez en un lugar cerca de todo lejos de nada, un tío alimonado, que siempre quiso salir del armario, pero un día, un pájaro pringado, que le esperaba un poco acongojado, le cagó encima. En ese momento pasó por allí un perro parlanchín, juguetón y saltarín, se quedó clavado mirando el armario, luego le dijo:
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Entonces el pájaro pringado, desenfundó una armónica, comenzando a tocar esa famosa melodía: caballeros del zodiaco.
El tío alimonado empezó a silbar un triste blues el cual le hizo llorar mucho recordando la guardería, y a esas viejas amistades que le habían convertido en un gnomo adicto a los barbitúricos, después de un rato, el perro fue a consolarlo.
No temas.
Dijo.
- Confía en que algún lejano día todo quedará atrás.
Aquel momento fue asquerosamente respetado por un dios llamado tristeza y olvido, éste le miró un poco avergonzado, pero con mucho respeto, así que, ¿cómo era bizco en su personalidad, y sordo en los momentos que no sabía cómo afrontar la situación, decidió armarse de valor y coger su varita mágica para transformar al perro en un engendro de Satán, sadomaso y adicto a las más gordas salchichas, entonces, el tío alimonado mutó en naranja, parecida a don-patch, de piel gruesa con un sospechoso olor tirando a limón poco maduro, pero muy podrido, siendo una incongruencia, pero también verdad.¿pero que diablos has hecho, joder? Quiero ser limón.
- Serás lo que tienes que ser mientras que el sea un alimonado, y no salga con tonterías y coma mocos color verde con pan. Además, para ser pijo, maricón, alimonado tienes buen aspecto, y no como el pájaro pringado, que se mete todo lo que le vende el fantástico y maravilloso carapene del perro, y se fue hacia el gran montículo de salsa y dijo que aquello era el no va más-
-moja salchichas aquí -dijo el perro-.
-no, cobrarían vida.
-¿cómo lo sabes?
-esa salsa lleva mucha pimienta negra.
- Aa, achís.
- Saludos. Pero deja de dar por detrás de mi esos brincos histéricos como si fueras un puñetero mono de tan solo tres cabezas y medio pene.
-perdón. Es que no como muchos bogavantes al medio día, por eso salto de esa manera.
- Pues ya podías dejar esa dieta de recatores al Torcuato Carod Rovira.
Derrepente, apareció un esquiador olímpico budista que miró admirado los dos personajes de cómic underground. Le ponían cachondo, pero decidió desaparecer.
El perro flipó, y también desapareció. El esquiador budista se quedó mudo al encontrárselo en.
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No temas.
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Confía en que algún lejano día todo quedará atrás.
Aquel momento fue asquerosamente respetado por un dios llamado tristeza y olvido, éste le miró un poco avergonzado, pero con mucho respeto, así que, ¿cómo era bizco en su personalidad, y sordo en los momentos que no sabía cómo afrontar la situación, decidió armarse de valor y coger su varita mágica para transformar al perro en un engendro de Satán, sadomaso y adicto a las más gordas salchichas.
Entonces, el tío alimonado mutó en naranja, parecida a don-patch, de piel gruesa con un sospechoso olor tirando a limón poco maduro, pero muy podrido, siendo una incongruencia, pero también verdad.¿pero que diablos has hecho, joder? Quiero ser limón.
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Moja salchichas aquí -dijo el perro-.
No, cobrarían vida.
-¿cómo lo sabes?
-Esa salsa lleva mucha pimienta negra.
Aa, achís.
Saludos. Pero deja de dar por detrás de mi esos brincos histéricos como si fueras un puñetero mono de tan solo tres cabezas y medio pene.
Perdón. Es que no como muchos bogavantes al medio día, por eso salto de esa manera.
Pues ya podías dejar esa dieta de recatores al Torcuato Carod Rovira.
Derrepente, apareció un esquiador olímpico budista que miró admirado los dos personajes de cómic underground. Le ponían cachondo, pero decidió desaparecer.
El perro flipó, y también desapareció. El esquiador budista se quedó mudo al encontrárselo en su culo.
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Había una vez en un lugar cerca de todo lejos de nada, un tío alimonado, que siempre quiso salir del armario, pero un día, un pájaro pringado, que le esperaba un poco acongojado, le cagó encima. En ese momento pasó por allí un perro parlanchín, juguetón y saltarín, se quedó clavado mirando el armario, luego le dijo:
-Mariquita y pijo, a que esperas, ¿o es que, acaso tu todavía no has viajado?
-No, tengo qué?
-Si, deberías viajar para poder sentir cómo tu patinete empieza a despegar dejando atrás a tu cobarde e increíblemente ridículo escenario fabricado con diecisiete cucuruchos de helado.
-¿perro estas fumado?
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Con razón deliras.
Entonces el pájaro pringado, desenfundó una armónica, comenzando a tocar esa famosa melodía: caballeros del zodiaco.
El tío alimonado empezó a silbar un triste blues el cual le hizo llorar mucho recordando la guardería, y a esas viejas amistades que le habían convertido en un gnomo adicto a los barbitúricos, después de un rato, el perro fue a consolarlo.
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Aquel momento fue asquerosamente respetado por un dios llamado tristeza y olvido, éste le miró un poco avergonzado, pero con mucho respeto, así que, ¿cómo era bizco en su personalidad, y sordo en los momentos que no sabía cómo afrontar la situación, decidió armarse de valor y coger su varita mágica para transformar al perro en un engendro de Satán, sadomaso y adicto a las más gordas salchichas.
Entonces, el tío alimonado mutó en naranja, parecida a don-patch, de piel gruesa con un sospechoso olor tirando a limón poco maduro, pero muy podrido, siendo una incongruencia, pero también verdad.¿pero que diablos has hecho, joder? Quiero ser limón.
Serás lo que tienes que ser mientras que el sea un alimonado, y no salga con tonterías y coma mocos color verde con pan. Además, para ser pijo, maricón, alimonado tienes buen aspecto, y no como el pájaro pringado, que se mete todo lo que le vende el fantástico y maravilloso carapene del perro, y se fue hacia el gran montículo de salsa y dijo que aquello era el no va más-.
Moja salchichas aquí -dijo el perro-.
No, cobrarían vida.
-¿cómo lo sabes?
-Esa salsa lleva mucha pimienta negra.
Aa, achís.
Saludos. Pero deja de dar por detrás de mi esos brincos histéricos como si fueras un puñetero mono de tan solo tres cabezas y medio pene.
Perdón. Es que no como muchos bogavantes al medio día, por eso salto de esa manera.
Pues ya podías dejar esa dieta de recatores al Torcuato Carod Rovira.
Derrepente, apareció un esquiador olímpico budista que miró admirado los dos personajes de cómic underground. Le ponían cachondo, pero decidió desaparecer.
El perro flipó, y también desapareció. El esquiador budista se quedó mudo al encontrárselo en su culo. pero estaba limpio.
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Juegemos la historia virtual
Había una vez en un lugar cerca de todo lejos de nada, un tío alimonado, que siempre quiso salir del armario, pero un día, un pájaro pringado, que le esperaba un poco acongojado, le cagó encima. En ese momento pasó por allí un perro parlanchín, juguetón y saltarín, se quedó clavado mirando el armario, luego le dijo:
-Mariquita y pijo, a que esperas, ¿o es que, acaso tu todavía no has viajado?
-No, tengo qué?
-Si, deberías viajar para poder sentir cómo tu patinete empieza a despegar dejando atrás a tu cobarde e increíblemente ridículo escenario fabricado con diecisiete cucuruchos de helado.
-¿perro estas fumado?
-Sí, me gusta levantarme cada mañana con los pulmones muy bien negros y salir a defecar, dejando rastros marrones y pegajosos de la más original manera posible.
Con razón deliras.
Entonces el pájaro pringado, desenfundó una armónica, comenzando a tocar esa famosa melodía: caballeros del zodiaco.
El tío alimonado empezó a silbar un triste blues el cual le hizo llorar mucho recordando la guardería, y a esas viejas amistades que le habían convertido en un gnomo adicto a los barbitúricos, después de un rato, el perro fue a consolarlo.
No temas.
Dijo.
Confía en que algún lejano día todo quedará atrás.
Aquel momento fue asquerosamente respetado por un dios llamado tristeza y olvido, éste le miró un poco avergonzado, pero con mucho respeto, así que, ¿cómo era bizco en su personalidad, y sordo en los momentos que no sabía cómo afrontar la situación, decidió armarse de valor y coger su varita mágica para transformar al perro en un engendro de Satán, sadomaso y adicto a las más gordas salchichas.
Entonces, el tío alimonado mutó en naranja, parecida a don-patch, de piel gruesa con un sospechoso olor tirando a limón poco maduro, pero muy podrido, siendo una incongruencia, pero también verdad.¿pero que diablos has hecho, joder? Quiero ser limón.
Serás lo que tienes que ser mientras que el sea un alimonado, y no salga con tonterías y coma mocos color verde con pan. Además, para ser pijo, maricón, alimonado tienes buen aspecto, y no como el pájaro pringado, que se mete todo lo que le vende el fantástico y maravilloso carapene del perro, y se fue hacia el gran montículo de salsa y dijo que aquello era el no va más-.
Moja salchichas aquí -dijo el perro-.
No, cobrarían vida.
-¿cómo lo sabes?
-Esa salsa lleva mucha pimienta negra.
Aa, achís.
Saludos. Pero deja de dar por detrás de mi esos brincos histéricos como si fueras un puñetero mono de tan solo tres cabezas y medio pene.
Perdón. Es que no como muchos bogavantes al medio día, por eso salto de esa manera.
Pues ya podías dejar esa dieta de recatores al Torcuato Carod Rovira.
Derrepente, apareció un esquiador olímpico budista que miró admirado los dos personajes de cómic underground. Le ponían cachondo, pero decidió desaparecer.
El perro flipó, y también desapareció. El esquiador budista se quedó mudo al encontrárselo en su culo. Pero estaba limpio como la mojama.
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Juegemos la historia virtual
(De repente son dos palabras y Ballo sólo ha escrito dos, el próximo que lo cambie y así compensa).
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Juegemos la historia virtual
Había una vez en un lugar cerca de todo lejos de nada, un tío alimonado, que siempre quiso salir del armario, pero un día, un pájaro pringado, que le esperaba un poco acongojado, le cagó encima. En ese momento pasó por allí un perro parlanchín, juguetón y saltarín, se quedó clavado mirando el armario, luego le dijo:
-Mariquita y pijo, a que esperas, ¿o es que, acaso tu todavía no has viajado?
- No, tengo qué?
- Si, deberías viajar para poder sentir cómo tu patinete empieza a despegar dejando atrás a tu cobarde e increíblemente ridículo escenario fabricado con diecisiete cucuruchos de helado.
- ¿perro estas fumado?
-Sí, me gusta levantarme cada mañana con los pulmones muy bien negros y salir a defecar, dejando rastros marrones y pegajosos de la más original manera posible.
- Con razón deliras.
Entonces el pájaro pringado, desenfundó una armónica, comenzando a tocar esa famosa melodía: caballeros del zodiaco.
El tío alimonado empezó a silbar un triste blues el cual le hizo llorar mucho recordando la guardería, y a esas viejas amistades que le habían convertido en un gnomo adicto a los barbitúricos, después de un rato, el perro fue a consolarlo.
No temas.
Dijo.
- Confía en que algún lejano día todo quedará atrás.
Aquel momento fue asquerosamente respetado por un dios llamado tristeza y olvido, éste le miró un poco avergonzado, pero con mucho respeto, así que, ¿cómo era bizco en su personalidad, y sordo en los momentos que no sabía cómo afrontar la situación, decidió armarse de valor y coger su varita mágica para transformar al perro en un engendro de Satán, sadomaso y adicto a las más gordas salchichas.
Entonces, el tío alimonado mutó en naranja, parecida a don-patch, de piel gruesa con un sospechoso olor tirando a limón poco maduro, pero muy podrido, siendo una incongruencia, pero también verdad.¿pero que diablos has hecho, joder? Quiero ser limón.
- Serás lo que tienes que ser mientras que el sea un alimonado, y no salga con tonterías y coma mocos color verde con pan. Además, para ser pijo, maricón, alimonado tienes buen aspecto, y no como el pájaro pringado, que se mete todo lo que le vende el fantástico y maravilloso carapene del perro, y se fue hacia el gran montículo de salsa y dijo que aquello era el no va más-
-moja salchichas aquí -dijo el perro-.
-no, cobrarían vida.
-¿cómo lo sabes?
-esa salsa lleva mucha pimienta negra.
- Aa, achís.
- Saludos. Pero deja de dar por detrás de mi esos brincos histéricos como si fueras un puñetero mono de tan solo tres cabezas y medio pene.
-perdón. Es que no como muchos bogavantes al medio día, por eso salto de esa manera.
- Pues ya podías dejar esa dieta de recatores al Torcuato Carod Rovira.
De repente, apareció un esquiador olímpico budista que miró admirado los dos personajes de cómic underground. Le ponían cachondo, pero decidió desaparecer.
El perro flipó, y también desapareció. El esquiador budista se quedó mudo al encontrárselo en su culo. Pero estaba limpio como la mojama y con unos .
-
Juegemos la historia virtual
Había una vez en un lugar cerca de todo lejos de nada, un tío alimonado, que siempre quiso salir del armario, pero un día, un pájaro pringado, que le esperaba un poco acongojado, le cagó encima. En ese momento pasó por allí un perro parlanchín, juguetón y saltarín, se quedó clavado mirando el armario, luego le dijo:
-Mariquita y pijo, a que esperas, ¿o es que, acaso tu todavía no has viajado?
- No, tengo qué?
- Si, deberías viajar para poder sentir cómo tu patinete empieza a despegar dejando atrás a tu cobarde e increíblemente ridículo escenario fabricado con diecisiete cucuruchos de helado.
- ¿perro estas fumado?
-Sí, me gusta levantarme cada mañana con los pulmones muy bien negros y salir a defecar, dejando rastros marrones y pegajosos de la más original manera posible.
- Con razón deliras.
Entonces el pájaro pringado, desenfundó una armónica, comenzando a tocar esa famosa melodía: caballeros del zodiaco.
El tío alimonado empezó a silbar un triste blues el cual le hizo llorar mucho recordando la guardería, y a esas viejas amistades que le habían convertido en un gnomo adicto a los barbitúricos, después de un rato, el perro fue a consolarlo.
No temas.
Dijo.
- Confía en que algún lejano día todo quedará atrás.
Aquel momento fue asquerosamente respetado por un dios llamado tristeza y olvido, éste le miró un poco avergonzado, pero con mucho respeto, así que, ¿cómo era bizco en su personalidad, y sordo en los momentos que no sabía cómo afrontar la situación, decidió armarse de valor y coger su varita mágica para transformar al perro en un engendro de Satán, sadomaso y adicto a las más gordas salchichas.
Entonces, el tío alimonado mutó en naranja, parecida a don-patch, de piel gruesa con un sospechoso olor tirando a limón poco maduro, pero muy podrido, siendo una incongruencia, pero también verdad.¿pero que diablos has hecho, joder? Quiero ser limón.
- Serás lo que tienes que ser mientras que el sea un alimonado, y no salga con tonterías y coma mocos color verde con pan. Además, para ser pijo, maricón, alimonado tienes buen aspecto, y no como el pájaro pringado, que se mete todo lo que le vende el fantástico y maravilloso carapene del perro, y se fue hacia el gran montículo de salsa y dijo que aquello era el no va más-
-moja salchichas aquí -dijo el perro-.
-no, cobrarían vida.
-¿cómo lo sabes?
-esa salsa lleva mucha pimienta negra.
- Aa, achís.
- Saludos. Pero deja de dar por detrás de mi esos brincos histéricos como si fueras un puñetero mono de tan solo tres cabezas y medio pene.
-perdón. Es que no como muchos bogavantes al medio día, por eso salto de esa manera.
- Pues ya podías dejar esa dieta de recatores al Torcuato Carod Rovira.
De repente, apareció un esquiador olímpico budista que miró admirado los dos personajes de cómic underground. Le ponían cachondo, pero decidió desaparecer.
El perro flipó, y también desapareció. El esquiador budista se quedó mudo al encontrárselo en su culo. Pero estaba limpio como la mojama y con unos buenos calzoncillos resplandeciente.
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Había una vez en un lugar cerca de todo lejos de nada, un tío alimonado, que siempre quiso salir del armario, pero un día, un pájaro pringado, que le esperaba un poco acongojado, le cagó encima. En ese momento pasó por allí un perro parlanchín, juguetón y saltarín, se quedó clavado mirando el armario, luego le dijo:
-Mariquita y pijo, a que esperas, ¿o es que, acaso tu todavía no has viajado?
- No, tengo qué?
- Si, deberías viajar para poder sentir cómo tu patinete empieza a despegar dejando atrás a tu cobarde e increíblemente ridículo escenario fabricado con diecisiete cucuruchos de helado.
- ¿perro estas fumado?
-Sí, me gusta levantarme cada mañana con los pulmones muy bien negros y salir a defecar, dejando rastros marrones y pegajosos de la más original manera posible.
- Con razón deliras.
Entonces el pájaro pringado, desenfundó una armónica, comenzando a tocar esa famosa melodía: caballeros del zodiaco.
El tío alimonado empezó a silbar un triste blues el cual le hizo llorar mucho recordando la guardería, y a esas viejas amistades que le habían convertido en un gnomo adicto a los barbitúricos, después de un rato, el perro fue a consolarlo.
No temas.
Dijo.
- Confía en que algún lejano día todo quedará atrás.
Aquel momento fue asquerosamente respetado por un dios llamado tristeza y olvido, éste le miró un poco avergonzado, pero con mucho respeto, así que, ¿cómo era bizco en su personalidad, y sordo en los momentos que no sabía cómo afrontar la situación, decidió armarse de valor y coger su varita mágica para transformar al perro en un engendro de Satán, sadomaso y adicto a las más gordas salchichas, entonces, el tío alimonado mutó en naranja, parecida a don-patch, de piel gruesa con un sospechoso olor tirando a limón poco maduro, pero muy podrido, siendo una incongruencia, pero también verdad.¿pero que diablos has hecho, joder? Quiero ser limón.
- Serás lo que tienes que ser mientras que el sea un alimonado, y no salga con tonterías y coma mocos color verde con pan. Además, para ser pijo, maricón, alimonado tienes buen aspecto, y no como el pájaro pringado, que se mete todo lo que le vende el fantástico y maravilloso carapene del perro, y se fue hacia el gran montículo de salsa y dijo que aquello era el no va más-
-moja salchichas aquí -dijo el perro-.
-no, cobrarían vida.
-¿cómo lo sabes?
-esa salsa lleva mucha pimienta negra.
- Aa, achís.
- Saludos. Pero deja de dar por detrás de mi esos brincos histéricos como si fueras un puñetero mono de tan solo tres cabezas y medio pene.
-perdón. Es que no como muchos bogavantes al medio día, por eso salto de esa manera.
- Pues ya podías dejar esa dieta de recatores al Torcuato Carod Rovira.
De repente, apareció un esquiador olímpico budista que miró admirado los dos personajes de cómic underground. Le ponían cachondo, pero decidió desaparecer.
El perro flipó, y también desapareció. El esquiador budista se quedó mudo al encontrárselo en su culo. Pero estaba limpio como la mojama y con unos buenos calzoncillos resplandeciente..
Entonces, decidío decircelo.
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Había una vez en un lugar cerca de todo lejos de nada, un tío alimonado, que siempre quiso salir del armario, pero un día, un pájaro pringado, que le esperaba un poco acongojado, le cagó encima. En ese momento pasó por allí un perro parlanchín, juguetón y saltarín, se quedó clavado mirando el armario, luego le dijo:
-Mariquita y pijo, a que esperas, ¿o es que, acaso tu todavía no has viajado?
- No, tengo qué?
- Si, deberías viajar para poder sentir cómo tu patinete empieza a despegar dejando atrás a tu cobarde e increíblemente ridículo escenario fabricado con diecisiete cucuruchos de helado.
- ¿perro estas fumado?
-Sí, me gusta levantarme cada mañana con los pulmones muy bien negros y salir a defecar, dejando rastros marrones y pegajosos de la más original manera posible.
- Con razón deliras.
Entonces el pájaro pringado, desenfundó una armónica, comenzando a tocar esa famosa melodía: caballeros del zodiaco.
El tío alimonado empezó a silbar un triste blues el cual le hizo llorar mucho recordando la guardería, y a esas viejas amistades que le habían convertido en un gnomo adicto a los barbitúricos, después de un rato, el perro fue a consolarlo.
No temas.
Dijo.
- Confía en que algún lejano día todo quedará atrás.
Aquel momento fue asquerosamente respetado por un dios llamado tristeza y olvido, éste le miró un poco avergonzado, pero con mucho respeto, así que, ¿cómo era bizco en su personalidad, y sordo en los momentos que no sabía cómo afrontar la situación, decidió armarse de valor y coger su varita mágica para transformar al perro en un engendro de Satán, sadomaso y adicto a las más gordas salchichas.
Entonces, el tío alimonado mutó en naranja, parecida a don-patch, de piel gruesa con un sospechoso olor tirando a limón poco maduro, pero muy podrido, siendo una incongruencia, pero también verdad.¿pero que diablos has hecho, joder? Quiero ser limón.
- Serás lo que tienes que ser mientras que el sea un alimonado, y no salga con tonterías y coma mocos color verde con pan. Además, para ser pijo, maricón, alimonado tienes buen aspecto, y no como el pájaro pringado, que se mete todo lo que le vende el fantástico y maravilloso carapene del perro, y se fue hacia el gran montículo de salsa y dijo que aquello era el no va más-
-moja salchichas aquí -dijo el perro-.
-no, cobrarían vida.
-¿cómo lo sabes?
-esa salsa lleva mucha pimienta negra.
- Aa, achís.
- Saludos. Pero deja de dar por detrás de mi esos brincos histéricos como si fueras un puñetero mono de tan solo tres cabezas y medio pene.
-perdón. Es que no como muchos bogavantes al medio día, por eso salto de esa manera.
- Pues ya podías dejar esa dieta de recatores al Torcuato Carod Rovira.
De repente, apareció un esquiador olímpico budista que miró admirado los dos personajes de cómic underground. Le ponían cachondo, pero decidió desaparecer.
El perro flipó, y también desapareció. El esquiador budista se quedó mudo al encontrárselo en su culo. Pero estaba limpio como la mojama y con unos buenos calzoncillos resplandeciente. Entonces, decidió decírselo:
- Tus calzoncillos son.
-
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Había una vez en un lugar cerca de todo lejos de nada, un tío alimonado, que siempre quiso salir del armario, pero un día, un pájaro pringado, que le esperaba un poco acongojado, le cagó encima. En ese momento pasó por allí un perro parlanchín, juguetón y saltarín, se quedó clavado mirando el armario, luego le dijo:
-Mariquita y pijo, a que esperas, ¿o es que, acaso tu todavía no has viajado?
- No, tengo qué?
- Si, deberías viajar para poder sentir cómo tu patinete empieza a despegar dejando atrás a tu cobarde e increíblemente ridículo escenario fabricado con diecisiete cucuruchos de helado.
- ¿perro estas fumado?
-Sí, me gusta levantarme cada mañana con los pulmones muy bien negros y salir a defecar, dejando rastros marrones y pegajosos de la más original manera posible.
- Con razón deliras.
Entonces el pájaro pringado, desenfundó una armónica, comenzando a tocar esa famosa melodía: caballeros del zodiaco.
El tío alimonado empezó a silbar un triste blues el cual le hizo llorar mucho recordando la guardería, y a esas viejas amistades que le habían convertido en un gnomo adicto a los barbitúricos, después de un rato, el perro fue a consolarlo.
No temas.
Dijo.
- Confía en que algún lejano día todo quedará atrás.
Aquel momento fue asquerosamente respetado por un dios llamado tristeza y olvido, éste le miró un poco avergonzado, pero con mucho respeto, así que, ¿cómo era bizco en su personalidad, y sordo en los momentos que no sabía cómo afrontar la situación, decidió armarse de valor y coger su varita mágica para transformar al perro en un engendro de Satán, sadomaso y adicto a las más gordas salchichas, entonces, el tío alimonado mutó en naranja, parecida a don-patch, de piel gruesa con un sospechoso olor tirando a limón poco maduro, pero muy podrido, siendo una incongruencia, pero también verdad.¿pero que diablos has hecho, joder? Quiero ser limón.
- Serás lo que tienes que ser mientras que el sea un alimonado, y no salga con tonterías y coma mocos color verde con pan. Además, para ser pijo, maricón, alimonado tienes buen aspecto, y no como el pájaro pringado, que se mete todo lo que le vende el fantástico y maravilloso carapene del perro, y se fue hacia el gran montículo de salsa y dijo que aquello era el no va más-
-moja salchichas aquí -dijo el perro-.
-no, cobrarían vida.
-¿cómo lo sabes?
-esa salsa lleva mucha pimienta negra.
- Aa, achís.
- Saludos. Pero deja de dar por detrás de mi esos brincos histéricos como si fueras un puñetero mono de tan solo tres cabezas y medio pene.
-perdón. Es que no como muchos bogavantes al medio día, por eso salto de esa manera.
- Pues ya podías dejar esa dieta de recatores al Torcuato Carod Rovira.
De repente, apareció un esquiador olímpico budista que miró admirado los dos personajes de cómic underground. Le ponían cachondo, pero decidió desaparecer.
El perro flipó, y también desapareció. El esquiador budista se quedó mudo al encontrárselo en su culo. Pero estaba limpio como la mojama y con unos buenos calzoncillos resplandeciente. Entonces, decidió decírselo:
- tus calzoncillos son como galletas chinas.
.
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Había una vez en un lugar cerca de todo lejos de nada, un tío alimonado, que siempre quiso salir del armario, pero un día, un pájaro pringado, que le esperaba un poco acongojado, le cagó encima. En ese momento pasó por allí un perro parlanchín, juguetón y saltarín, se quedó clavado mirando el armario, luego le dijo:
-Mariquita y pijo, a que esperas, ¿o es que, acaso tu todavía no has viajado?
-No, tengo qué?
-Si, deberías viajar para poder sentir cómo tu patinete empieza a despegar dejando atrás a tu cobarde e increíblemente ridículo escenario fabricado con diecisiete cucuruchos de helado.
-¿perro estas fumado?
-Sí, me gusta levantarme cada mañana con los pulmones muy bien negros y salir a defecar, dejando rastros marrones y pegajosos de la más original manera posible.
Con razón deliras.
Entonces el pájaro pringado, desenfundó una armónica, comenzando a tocar esa famosa melodía: caballeros del zodiaco.
El tío alimonado empezó a silbar un triste blues el cual le hizo llorar mucho recordando la guardería, y a esas viejas amistades que le habían convertido en un gnomo adicto a los barbitúricos, después de un rato, el perro fue a consolarlo.
No temas.
Dijo.
Confía en que algún lejano día todo quedará atrás.
Aquel momento fue asquerosamente respetado por un dios llamado tristeza y olvido, éste le miró un poco avergonzado, pero con mucho respeto, así que, ¿cómo era bizco en su personalidad, y sordo en los momentos que no sabía cómo afrontar la situación, decidió armarse de valor y coger su varita mágica para transformar al perro en un engendro de Satán, sadomaso y adicto a las más gordas salchichas.
Entonces, el tío alimonado mutó en naranja, parecida a don-patch, de piel gruesa con un sospechoso olor tirando a limón poco maduro, pero muy podrido, siendo una incongruencia, pero también verdad.¿pero que diablos has hecho, joder? Quiero ser limón.
Serás lo que tienes que ser mientras que el sea un alimonado, y no salga con tonterías y coma mocos color verde con pan. Además, para ser pijo, maricón, alimonado tienes buen aspecto, y no como el pájaro pringado, que se mete todo lo que le vende el fantástico y maravilloso carapene del perro, y se fue hacia el gran montículo de salsa y dijo que aquello era el no va más-.
Moja salchichas aquí -dijo el perro-.
No, cobrarían vida.
-¿cómo lo sabes?
-Esa salsa lleva mucha pimienta negra.
Aa, achís.
Saludos. Pero deja de dar por detrás de mi esos brincos histéricos como si fueras un puñetero mono de tan solo tres cabezas y medio pene.
Perdón. Es que no como muchos bogavantes al medio día, por eso salto de esa manera.
Pues ya podías dejar esa dieta de recatores al Torcuato Carod Rovira.
De repente, apareció un esquiador olímpico budista que miró admirado los dos personajes de cómic underground. Le ponían cachondo, pero decidió desaparecer.
El perro flipó, y también desapareció. El esquiador budista se quedó mudo al encontrárselo en su culo. Pero estaba limpio como la mojama y con unos buenos calzoncillos resplandeciente. Entonces, decidió decírselo:
-Tus calzoncillos son como galletas chinas de la suerte.
-
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Había una vez en un lugar cerca de todo lejos de nada, un tío alimonado, que siempre quiso salir del armario, pero un día, un pájaro pringado, que le esperaba un poco acongojado, le cagó encima. En ese momento pasó por allí un perro parlanchín, juguetón y saltarín, se quedó clavado mirando el armario, luego le dijo:
-Mariquita y pijo, a que esperas, ¿o es que, acaso tu todavía no has viajado?
- No, tengo qué?
- Si, deberías viajar para poder sentir cómo tu patinete empieza a despegar dejando atrás a tu cobarde e increíblemente ridículo escenario fabricado con diecisiete cucuruchos de helado.
- ¿perro estas fumado?
-Sí, me gusta levantarme cada mañana con los pulmones muy bien negros y salir a defecar, dejando rastros marrones y pegajosos de la más original manera posible.
- Con razón deliras.
Entonces el pájaro pringado, desenfundó una armónica, comenzando a tocar esa famosa melodía: caballeros del zodiaco.
El tío alimonado empezó a silbar un triste blues el cual le hizo llorar mucho recordando la guardería, y a esas viejas amistades que le habían convertido en un gnomo adicto a los barbitúricos, después de un rato, el perro fue a consolarlo.
No temas.
Dijo.
- Confía en que algún lejano día todo quedará atrás.
Aquel momento fue asquerosamente respetado por un dios llamado tristeza y olvido, éste le miró un poco avergonzado, pero con mucho respeto, así que, ¿cómo era bizco en su personalidad, y sordo en los momentos que no sabía cómo afrontar la situación, decidió armarse de valor y coger su varita mágica para transformar al perro en un engendro de Satán, sadomaso y adicto a las más gordas salchichas, entonces, el tío alimonado mutó en naranja, parecida a don-patch, de piel gruesa con un sospechoso olor tirando a limón poco maduro, pero muy podrido, siendo una incongruencia, pero también verdad.¿pero que diablos has hecho, joder? Quiero ser limón.
- Serás lo que tienes que ser mientras que el sea un alimonado, y no salga con tonterías y coma mocos color verde con pan. Además, para ser pijo, maricón, alimonado tienes buen aspecto, y no como el pájaro pringado, que se mete todo lo que le vende el fantástico y maravilloso carapene del perro, y se fue hacia el gran montículo de salsa y dijo que aquello era el no va más-
-moja salchichas aquí -dijo el perro-.
-no, cobrarían vida.
-¿cómo lo sabes?
-esa salsa lleva mucha pimienta negra.
- Aa, achís.
- Saludos. Pero deja de dar por detrás de mi esos brincos histéricos como si fueras un puñetero mono de tan solo tres cabezas y medio pene.
-perdón. Es que no como muchos bogavantes al medio día, por eso salto de esa manera.
- Pues ya podías dejar esa dieta de recatores al Torcuato Carod Rovira.
De repente, apareció un esquiador olímpico budista que miró admirado los dos personajes de cómic underground. Le ponían cachondo, pero decidió desaparecer.
El perro flipó, y también desapareció. El esquiador budista se quedó mudo al encontrárselo en su culo. Pero estaba limpio como la mojama y con unos buenos calzoncillos resplandeciente. Entonces, decidió decírselo:
-tus calzoncillos son como galletas chinas de la suerte.
- Si, ¿quieres probártelos? .
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Había una vez en un lugar cerca de todo lejos de nada, un tío alimonado, que siempre quiso salir del armario, pero un día, un pájaro pringado, que le esperaba un poco acongojado, le cagó encima. En ese momento pasó por allí un perro parlanchín, juguetón y saltarín, se quedó clavado mirando el armario, luego le dijo:
-Mariquita y pijo, a que esperas, ¿o es que, acaso tu todavía no has viajado?
-No, tengo qué?
-Si, deberías viajar para poder sentir cómo tu patinete empieza a despegar dejando atrás a tu cobarde e increíblemente ridículo escenario fabricado con diecisiete cucuruchos de helado.
-¿perro estas fumado?
-Sí, me gusta levantarme cada mañana con los pulmones muy bien negros y salir a defecar, dejando rastros marrones y pegajosos de la más original manera posible.
Con razón deliras.
Entonces el pájaro pringado, desenfundó una armónica, comenzando a tocar esa famosa melodía: caballeros del zodiaco.
El tío alimonado empezó a silbar un triste blues el cual le hizo llorar mucho recordando la guardería, y a esas viejas amistades que le habían convertido en un gnomo adicto a los barbitúricos, después de un rato, el perro fue a consolarlo.
No temas.
Dijo.
Confía en que algún lejano día todo quedará atrás.
Aquel momento fue asquerosamente respetado por un dios llamado tristeza y olvido, éste le miró un poco avergonzado, pero con mucho respeto, así que, ¿cómo era bizco en su personalidad, y sordo en los momentos que no sabía cómo afrontar la situación, decidió armarse de valor y coger su varita mágica para transformar al perro en un engendro de Satán, sadomaso y adicto a las más gordas salchichas.
Entonces, el tío alimonado mutó en naranja, parecida a don-patch, de piel gruesa con un sospechoso olor tirando a limón poco maduro, pero muy podrido, siendo una incongruencia, pero también verdad.¿pero que diablos has hecho, joder? Quiero ser limón.
Serás lo que tienes que ser mientras que el sea un alimonado, y no salga con tonterías y coma mocos color verde con pan. Además, para ser pijo, maricón, alimonado tienes buen aspecto, y no como el pájaro pringado, que se mete todo lo que le vende el fantástico y maravilloso carapene del perro, y se fue hacia el gran montículo de salsa y dijo que aquello era el no va más-.
Moja salchichas aquí -dijo el perro-.
No, cobrarían vida.
-¿cómo lo sabes?
-Esa salsa lleva mucha pimienta negra.
Aa, achís.
Saludos. Pero deja de dar por detrás de mi esos brincos histéricos como si fueras un puñetero mono de tan solo tres cabezas y medio pene.
Perdón. Es que no como muchos bogavantes al medio día, por eso salto de esa manera.
Pues ya podías dejar esa dieta de recatores al Torcuato Carod Rovira.
De repente, apareció un esquiador olímpico budista que miró admirado los dos personajes de cómic underground. Le ponían cachondo, pero decidió desaparecer.
El perro flipó, y también desapareció. El esquiador budista se quedó mudo al encontrárselo en su culo. Pero estaba limpio como la mojama y con unos buenos calzoncillos resplandeciente. Entonces, decidió decírselo:
-Tus calzoncillos son como galletas chinas de la suerte.
Si, ¿quieres probártelos?
- No sé si.
-
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Había una vez en un lugar cerca de todo lejos de nada, un tío alimonado, que siempre quiso salir del armario, pero un día, un pájaro pringado, que le esperaba un poco acongojado, le cagó encima. En ese momento pasó por allí un perro parlanchín, juguetón y saltarín, se quedó clavado mirando el armario, luego le dijo:
-Mariquita y pijo, a que esperas, ¿o es que, acaso tu todavía no has viajado?
-No, tengo qué?
-Si, deberías viajar para poder sentir cómo tu patinete empieza a despegar dejando atrás a tu cobarde e increíblemente ridículo escenario fabricado con diecisiete cucuruchos de helado.
-¿perro estas fumado?
-Sí, me gusta levantarme cada mañana con los pulmones muy bien negros y salir a defecar, dejando rastros marrones y pegajosos de la más original manera posible.
Con razón deliras.
Entonces el pájaro pringado, desenfundó una armónica, comenzando a tocar esa famosa melodía: caballeros del zodiaco.
El tío alimonado empezó a silbar un triste blues el cual le hizo llorar mucho recordando la guardería, y a esas viejas amistades que le habían convertido en un gnomo adicto a los barbitúricos, después de un rato, el perro fue a consolarlo.
No temas.
Dijo.
Confía en que algún lejano día todo quedará atrás.
Aquel momento fue asquerosamente respetado por un dios llamado tristeza y olvido, éste le miró un poco avergonzado, pero con mucho respeto, así que, ¿cómo era bizco en su personalidad, y sordo en los momentos que no sabía cómo afrontar la situación, decidió armarse de valor y coger su varita mágica para transformar al perro en un engendro de Satán, sadomaso y adicto a las más gordas salchichas.
Entonces, el tío alimonado mutó en naranja, parecida a don-patch, de piel gruesa con un sospechoso olor tirando a limón poco maduro, pero muy podrido, siendo una incongruencia, pero también verdad.¿pero que diablos has hecho, joder? Quiero ser limón.
Serás lo que tienes que ser mientras que el sea un alimonado, y no salga con tonterías y coma mocos color verde con pan. Además, para ser pijo, maricón, alimonado tienes buen aspecto, y no como el pájaro pringado, que se mete todo lo que le vende el fantástico y maravilloso carapene del perro, y se fue hacia el gran montículo de salsa y dijo que aquello era el no va más-.
Moja salchichas aquí -dijo el perro-.
No, cobrarían vida.
-¿cómo lo sabes?
-Esa salsa lleva mucha pimienta negra.
Aa, achís.
Saludos. Pero deja de dar por detrás de mi esos brincos histéricos como si fueras un puñetero mono de tan solo tres cabezas y medio pene.
Perdón. Es que no como muchos bogavantes al medio día, por eso salto de esa manera.
Pues ya podías dejar esa dieta de recatores al Torcuato Carod Rovira.
De repente, apareció un esquiador olímpico budista que miró admirado los dos personajes de cómic underground. Le ponían cachondo, pero decidió desaparecer.
El perro flipó, y también desapareció. El esquiador budista se quedó mudo al encontrárselo en su culo. Pero estaba limpio como la mojama y con unos buenos calzoncillos resplandeciente. Entonces, decidió decírselo:
-Tus calzoncillos son como galletas chinas de la suerte.
Si, ¿quieres probártelos?
-No sé si me servirán, soy.
-
Juegemos la historia virtual
Había una vez en un lugar cerca de todo lejos de nada, un tío alimonado, que siempre quiso salir del armario, pero un día, un pájaro pringado, que le esperaba un poco acongojado, le cagó encima. En ese momento pasó por allí un perro parlanchín, juguetón y saltarín, se quedó clavado mirando el armario, luego le dijo:
-Mariquita y pijo, a que esperas, ¿o es que, acaso tu todavía no has viajado?
- No, tengo qué?
- Si, deberías viajar para poder sentir cómo tu patinete empieza a despegar dejando atrás a tu cobarde e increíblemente ridículo escenario fabricado con diecisiete cucuruchos de helado.
- ¿perro estas fumado?
-Sí, me gusta levantarme cada mañana con los pulmones muy bien negros y salir a defecar, dejando rastros marrones y pegajosos de la más original manera posible.
- Con razón deliras.
Entonces el pájaro pringado, desenfundó una armónica, comenzando a tocar esa famosa melodía: caballeros del zodiaco.
El tío alimonado empezó a silbar un triste blues el cual le hizo llorar mucho recordando la guardería, y a esas viejas amistades que le habían convertido en un gnomo adicto a los barbitúricos, después de un rato, el perro fue a consolarlo.
No temas.
Dijo.
- Confía en que algún lejano día todo quedará atrás.
Aquel momento fue asquerosamente respetado por un dios llamado tristeza y olvido, éste le miró un poco avergonzado, pero con mucho respeto, así que, ¿cómo era bizco en su personalidad, y sordo en los momentos que no sabía cómo afrontar la situación, decidió armarse de valor y coger su varita mágica para transformar al perro en un engendro de Satán, sadomaso y adicto a las más gordas salchichas.
Entonces, el tío alimonado mutó en naranja, parecida a don-patch, de piel gruesa con un sospechoso olor tirando a limón poco maduro, pero muy podrido, siendo una incongruencia, pero también verdad.¿pero que diablos has hecho, joder? Quiero ser limón.
- Serás lo que tienes que ser mientras que el sea un alimonado, y no salga con tonterías y coma mocos color verde con pan. Además, para ser pijo, maricón, alimonado tienes buen aspecto, y no como el pájaro pringado, que se mete todo lo que le vende el fantástico y maravilloso carapene del perro, y se fue hacia el gran montículo de salsa y dijo que aquello era el no va más-
-moja salchichas aquí -dijo el perro-.
-no, cobrarían vida.
-¿cómo lo sabes?
-esa salsa lleva mucha pimienta negra.
- Aa, achís.
- Saludos. Pero deja de dar por detrás de mi esos brincos histéricos como si fueras un puñetero mono de tan solo tres cabezas y medio pene.
-perdón. Es que no como muchos bogavantes al medio día, por eso salto de esa manera.
- Pues ya podías dejar esa dieta de recatores al Torcuato Carod Rovira.
De repente, apareció un esquiador olímpico budista que miró admirado los dos personajes de cómic underground. Le ponían cachondo, pero decidió desaparecer.
El perro flipó, y también desapareció. El esquiador budista se quedó mudo al encontrárselo en su culo. Pero estaba limpio como la mojama y con unos buenos calzoncillos resplandeciente. Entonces, decidió decírselo:
-tus calzoncillos son como galletas chinas de la suerte.
- Si, ¿quieres probártelos?
- No sé si me servirán, soy un poco más.
-
Juegemos la historia virtual
Había una vez en un lugar cerca de todo lejos de nada, un tío alimonado, que siempre quiso salir del armario, pero un día, un pájaro pringado, que le esperaba un poco acongojado, le cagó encima. En ese momento pasó por allí un perro parlanchín, juguetón y saltarín, se quedó clavado mirando el armario, luego le dijo:
-Mariquita y pijo, a que esperas, ¿o es que, acaso tu todavía no has viajado?
- No, tengo qué?
- Si, deberías viajar para poder sentir cómo tu patinete empieza a despegar dejando atrás a tu cobarde e increíblemente ridículo escenario fabricado con diecisiete cucuruchos de helado.
- ¿perro estas fumado?
-Sí, me gusta levantarme cada mañana con los pulmones muy bien negros y salir a defecar, dejando rastros marrones y pegajosos de la más original manera posible.
- Con razón deliras.
Entonces el pájaro pringado, desenfundó una armónica, comenzando a tocar esa famosa melodía: caballeros del zodiaco.
El tío alimonado empezó a silbar un triste blues el cual le hizo llorar mucho recordando la guardería, y a esas viejas amistades que le habían convertido en un gnomo adicto a los barbitúricos, después de un rato, el perro fue a consolarlo.
No temas.
Dijo.
- Confía en que algún lejano día todo quedará atrás.
Aquel momento fue asquerosamente respetado por un dios llamado tristeza y olvido, éste le miró un poco avergonzado, pero con mucho respeto, así que, ¿cómo era bizco en su personalidad, y sordo en los momentos que no sabía cómo afrontar la situación, decidió armarse de valor y coger su varita mágica para transformar al perro en un engendro de Satán, sadomaso y adicto a las más gordas salchichas, entonces, el tío alimonado mutó en naranja, parecida a don-patch, de piel gruesa con un sospechoso olor tirando a limón poco maduro, pero muy podrido, siendo una incongruencia, pero también verdad.¿pero que diablos has hecho, joder? Quiero ser limón.
- Serás lo que tienes que ser mientras que el sea un alimonado, y no salga con tonterías y coma mocos color verde con pan. Además, para ser pijo, maricón, alimonado tienes buen aspecto, y no como el pájaro pringado, que se mete todo lo que le vende el fantástico y maravilloso carapene del perro, y se fue hacia el gran montículo de salsa y dijo que aquello era el no va más-
-moja salchichas aquí -dijo el perro-.
-no, cobrarían vida.
-¿cómo lo sabes?
-esa salsa lleva mucha pimienta negra.
- Aa, achís.
- Saludos. Pero deja de dar por detrás de mi esos brincos histéricos como si fueras un puñetero mono de tan solo tres cabezas y medio pene.
-perdón. Es que no como muchos bogavantes al medio día, por eso salto de esa manera.
- Pues ya podías dejar esa dieta de recatores al Torcuato Carod Rovira.
De repente, apareció un esquiador olímpico budista que miró admirado los dos personajes de cómic underground. Le ponían cachondo, pero decidió desaparecer.
El perro flipó, y también desapareció. El esquiador budista se quedó mudo al encontrárselo en su culo. Pero estaba limpio como la mojama y con unos buenos calzoncillos resplandeciente. Entonces, decidió decírselo:
-tus calzoncillos son como galletas chinas de la suerte.
- Si, ¿quieres probártelos?
- No sé si me servirán, soy un poco más culón que supersticioso
.
-
Juegemos la historia virtual
Había una vez en un lugar cerca de todo lejos de nada, un tío alimonado, que siempre quiso salir del armario, pero un día, un pájaro pringado, que le esperaba un poco acongojado, le cagó encima. En ese momento pasó por allí un perro parlanchín, juguetón y saltarín, se quedó clavado mirando el armario, luego le dijo:
-Mariquita y pijo, a que esperas, ¿o es que, acaso tu todavía no has viajado?
-No, tengo qué?
-Si, deberías viajar para poder sentir cómo tu patinete empieza a despegar dejando atrás a tu cobarde e increíblemente ridículo escenario fabricado con diecisiete cucuruchos de helado.
-¿perro estas fumado?
-Sí, me gusta levantarme cada mañana con los pulmones muy bien negros y salir a defecar, dejando rastros marrones y pegajosos de la más original manera posible.
Con razón deliras.
Entonces el pájaro pringado, desenfundó una armónica, comenzando a tocar esa famosa melodía: caballeros del zodiaco.
El tío alimonado empezó a silbar un triste blues el cual le hizo llorar mucho recordando la guardería, y a esas viejas amistades que le habían convertido en un gnomo adicto a los barbitúricos, después de un rato, el perro fue a consolarlo.
No temas.
Dijo.
Confía en que algún lejano día todo quedará atrás.
Aquel momento fue asquerosamente respetado por un dios llamado tristeza y olvido, éste le miró un poco avergonzado, pero con mucho respeto, así que, ¿cómo era bizco en su personalidad, y sordo en los momentos que no sabía cómo afrontar la situación, decidió armarse de valor y coger su varita mágica para transformar al perro en un engendro de Satán, sadomaso y adicto a las más gordas salchichas.
Entonces, el tío alimonado mutó en naranja, parecida a don-patch, de piel gruesa con un sospechoso olor tirando a limón poco maduro, pero muy podrido, siendo una incongruencia, pero también verdad.¿pero que diablos has hecho, joder? Quiero ser limón.
Serás lo que tienes que ser mientras que el sea un alimonado, y no salga con tonterías y coma mocos color verde con pan. Además, para ser pijo, maricón, alimonado tienes buen aspecto, y no como el pájaro pringado, que se mete todo lo que le vende el fantástico y maravilloso carapene del perro, y se fue hacia el gran montículo de salsa y dijo que aquello era el no va más-.
Moja salchichas aquí -dijo el perro-.
No, cobrarían vida.
-¿cómo lo sabes?
-Esa salsa lleva mucha pimienta negra.
Aa, achís.
Saludos. Pero deja de dar por detrás de mi esos brincos histéricos como si fueras un puñetero mono de tan solo tres cabezas y medio pene.
Perdón. Es que no como muchos bogavantes al medio día, por eso salto de esa manera.
Pues ya podías dejar esa dieta de recatores al Torcuato Carod Rovira.
De repente, apareció un esquiador olímpico budista que miró admirado los dos personajes de cómic underground. Le ponían cachondo, pero decidió desaparecer.
El perro flipó, y también desapareció. El esquiador budista se quedó mudo al encontrárselo en su culo. Pero estaba limpio como la mojama y con unos buenos calzoncillos resplandecientes. Entonces, decidió decírselo:
-Tus calzoncillos son como galletas chinas de la suerte.
Si, ¿quieres probártelos?
-No sé si me servirán, soy un poco más culón que supersticioso, y mi enorme.
A ver cómo sigue.
-
Juegemos la historia virtual
Había una vez en un lugar cerca de todo lejos de nada, un tío alimonado, que siempre quiso salir del armario, pero un día, un pájaro pringado, que le esperaba un poco acongojado, le cagó encima. En ese momento pasó por allí un perro parlanchín, juguetón y saltarín, se quedó clavado mirando el armario, luego le dijo:
-Mariquita y pijo, a que esperas, ¿o es que, acaso tu todavía no has viajado?
- No, tengo qué?
- Si, deberías viajar para poder sentir cómo tu patinete empieza a despegar dejando atrás a tu cobarde e increíblemente ridículo escenario fabricado con diecisiete cucuruchos de helado.
- ¿perro estas fumado?
-Sí, me gusta levantarme cada mañana con los pulmones muy bien negros y salir a defecar, dejando rastros marrones y pegajosos de la más original manera posible.
- Con razón deliras.
Entonces el pájaro pringado, desenfundó una armónica, comenzando a tocar esa famosa melodía: caballeros del zodiaco.
El tío alimonado empezó a silbar un triste blues el cual le hizo llorar mucho recordando la guardería, y a esas viejas amistades que le habían convertido en un gnomo adicto a los barbitúricos, después de un rato, el perro fue a consolarlo.
No temas.
Dijo.
- Confía en que algún lejano día todo quedará atrás.
Aquel momento fue asquerosamente respetado por un dios llamado tristeza y olvido, éste le miró un poco avergonzado, pero con mucho respeto, así que, ¿cómo era bizco en su personalidad, y sordo en los momentos que no sabía cómo afrontar la situación, decidió armarse de valor y coger su varita mágica para transformar al perro en un engendro de Satán, sadomaso y adicto a las más gordas salchichas, entonces, el tío alimonado mutó en naranja, parecida a don-patch, de piel gruesa con un sospechoso olor tirando a limón poco maduro, pero muy podrido, siendo una incongruencia, pero también verdad.¿pero que diablos has hecho, joder? Quiero ser limón.
- Serás lo que tienes que ser mientras que el sea un alimonado, y no salga con tonterías y coma mocos color verde con pan. Además, para ser pijo, maricón, alimonado tienes buen aspecto, y no como el pájaro pringado, que se mete todo lo que le vende el fantástico y maravilloso carapene del perro, y se fue hacia el gran montículo de salsa y dijo que aquello era el no va más-
-moja salchichas aquí -dijo el perro-.
-no, cobrarían vida.
-¿cómo lo sabes?
-esa salsa lleva mucha pimienta negra.
- Aa, achís.
- Saludos. Pero deja de dar por detrás de mi esos brincos histéricos como si fueras un puñetero mono de tan solo tres cabezas y medio pene.
-perdón. Es que no como muchos bogavantes al medio día, por eso salto de esa manera.
- Pues ya podías dejar esa dieta de recatores al Torcuato Carod Rovira.
De repente, apareció un esquiador olímpico budista que miró admirado los dos personajes de cómic underground. Le ponían cachondo, pero decidió desaparecer.
El perro flipó, y también desapareció. El esquiador budista se quedó mudo al encontrárselo en su culo. Pero estaba limpio como la mojama y con unos buenos calzoncillos resplandecientes. Entonces, decidió decírselo:
-tus calzoncillos son como galletas chinas de la suerte.
- Si, ¿quieres probártelos?
- No sé si me servirán, soy un poco más culón que supersticioso, y mi enorme verruga trasera es.
-
Juegemos la historia virtual
Había una vez en un lugar cerca de todo lejos de nada, un tío alimonado, que siempre quiso salir del armario, pero un día, un pájaro pringado, que le esperaba un poco acongojado, le cagó encima. En ese momento pasó por allí un perro parlanchín, juguetón y saltarín, se quedó clavado mirando el armario, luego le dijo:
-Mariquita y pijo, a que esperas, ¿o es que, acaso tu todavía no has viajado?
- No, tengo qué?
- Si, deberías viajar para poder sentir cómo tu patinete empieza a despegar dejando atrás a tu cobarde e increíblemente ridículo escenario fabricado con diecisiete cucuruchos de helado.
- ¿perro estas fumado?
-Sí, me gusta levantarme cada mañana con los pulmones muy bien negros y salir a defecar, dejando rastros marrones y pegajosos de la más original manera posible.
- Con razón deliras.
Entonces el pájaro pringado, desenfundó una armónica, comenzando a tocar esa famosa melodía: caballeros del zodiaco.
El tío alimonado empezó a silbar un triste blues el cual le hizo llorar mucho recordando la guardería, y a esas viejas amistades que le habían convertido en un gnomo adicto a los barbitúricos, después de un rato, el perro fue a consolarlo.
No temas.
Dijo.
- Confía en que algún lejano día todo quedará atrás.
Aquel momento fue asquerosamente respetado por un dios llamado tristeza y olvido, éste le miró un poco avergonzado, pero con mucho respeto, así que, ¿cómo era bizco en su personalidad, y sordo en los momentos que no sabía cómo afrontar la situación, decidió armarse de valor y coger su varita mágica para transformar al perro en un engendro de Satán, sadomaso y adicto a las más gordas salchichas, entonces, el tío alimonado mutó en naranja, parecida a don-patch, de piel gruesa con un sospechoso olor tirando a limón poco maduro, pero muy podrido, siendo una incongruencia, pero también verdad.¿pero que diablos has hecho, joder? Quiero ser limón.
- Serás lo que tienes que ser mientras que el sea un alimonado, y no salga con tonterías y coma mocos color verde con pan. Además, para ser pijo, maricón, alimonado tienes buen aspecto, y no como el pájaro pringado, que se mete todo lo que le vende el fantástico y maravilloso carapene del perro, y se fue hacia el gran montículo de salsa y dijo que aquello era el no va más-
-moja salchichas aquí -dijo el perro-.
-no, cobrarían vida.
-¿cómo lo sabes?
-esa salsa lleva mucha pimienta negra.
- Aa, achís.
- Saludos. Pero deja de dar por detrás de mi esos brincos histéricos como si fueras un puñetero mono de tan solo tres cabezas y medio pene.
-perdón. Es que no como muchos bogavantes al medio día, por eso salto de esa manera.
- Pues ya podías dejar esa dieta de recatores al Torcuato Carod Rovira.
De repente, apareció un esquiador olímpico budista que miró admirado los dos personajes de cómic underground. Le ponían cachondo, pero decidió desaparecer.
El perro flipó, y también desapareció. El esquiador budista se quedó mudo al encontrárselo en su culo. Pero estaba limpio como la mojama y con unos buenos calzoncillos resplandecientes. Entonces, decidió decírselo:
-tus calzoncillos son como galletas chinas de la suerte.
- Si, ¿quieres probártelos?
- No sé si me servirán, soy un poco más culón que supersticioso, y mi enorme verruga trasera es motivo de grandes.
-
Juegemos la historia virtual
Había una vez en un lugar cerca de todo lejos de nada, un tío alimonado, que siempre quiso salir del armario, pero un día, un pájaro pringado, que le esperaba un poco acongojado, le cagó encima. En ese momento pasó por allí un perro parlanchín, juguetón y saltarín, se quedó clavado mirando el armario, luego le dijo:
-Mariquita y pijo, a que esperas, ¿o es que, acaso tu todavía no has viajado?
-No, tengo qué?
-Si, deberías viajar para poder sentir cómo tu patinete empieza a despegar dejando atrás a tu cobarde e increíblemente ridículo escenario fabricado con diecisiete cucuruchos de helado.
-¿perro estas fumado?
-Sí, me gusta levantarme cada mañana con los pulmones muy bien negros y salir a defecar, dejando rastros marrones y pegajosos de la más original manera posible.
Con razón deliras.
Entonces el pájaro pringado, desenfundó una armónica, comenzando a tocar esa famosa melodía: caballeros del zodiaco.
El tío alimonado empezó a silbar un triste blues el cual le hizo llorar mucho recordando la guardería, y a esas viejas amistades que le habían convertido en un gnomo adicto a los barbitúricos, después de un rato, el perro fue a consolarlo.
No temas.
Dijo.
Confía en que algún lejano día todo quedará atrás.
Aquel momento fue asquerosamente respetado por un dios llamado tristeza y olvido, éste le miró un poco avergonzado, pero con mucho respeto, así que, ¿cómo era bizco en su personalidad, y sordo en los momentos que no sabía cómo afrontar la situación, decidió armarse de valor y coger su varita mágica para transformar al perro en un engendro de Satán, sadomaso y adicto a las más gordas salchichas.
Entonces, el tío alimonado mutó en naranja, parecida a don-patch, de piel gruesa con un sospechoso olor tirando a limón poco maduro, pero muy podrido, siendo una incongruencia, pero también verdad.¿pero que diablos has hecho, joder? Quiero ser limón.
Serás lo que tienes que ser mientras que el sea un alimonado, y no salga con tonterías y coma mocos color verde con pan. Además, para ser pijo, maricón, alimonado tienes buen aspecto, y no como el pájaro pringado, que se mete todo lo que le vende el fantástico y maravilloso carapene del perro, y se fue hacia el gran montículo de salsa y dijo que aquello era el no va más-.
Moja salchichas aquí -dijo el perro-.
No, cobrarían vida.
-¿cómo lo sabes?
-Esa salsa lleva mucha pimienta negra.
Aa, achís.
Saludos. Pero deja de dar por detrás de mi esos brincos histéricos como si fueras un puñetero mono de tan solo tres cabezas y medio pene.
Perdón. Es que no como muchos bogavantes al medio día, por eso salto de esa manera.
Pues ya podías dejar esa dieta de recatores al Torcuato Carod Rovira.
De repente, apareció un esquiador olímpico budista que miró admirado los dos personajes de cómic underground. Le ponían cachondo, pero decidió desaparecer.
El perro flipó, y también desapareció. El esquiador budista se quedó mudo al encontrárselo en su culo. Pero estaba limpio como la mojama y con unos buenos calzoncillos resplandecientes. Entonces, decidió decírselo:
-Tus calzoncillos son como galletas chinas de la suerte.
Si, ¿quieres probártelos?
-No sé si me servirán, soy un poco más culón que supersticioso, y mi enorme verruga trasera es motivo de grandes problemas. Aunque ya.
-
Juegemos la historia virtual
Había una vez en un lugar cerca de todo lejos de nada, un tío alimonado, que siempre quiso salir del armario, pero un día, un pájaro pringado, que le esperaba un poco acongojado, le cagó encima. En ese momento pasó por allí un perro parlanchín, juguetón y saltarín, se quedó clavado mirando el armario, luego le dijo:
-Mariquita y pijo, a que esperas, ¿o es que, acaso tu todavía no has viajado?
- No, tengo qué?
- Si, deberías viajar para poder sentir cómo tu patinete empieza a despegar dejando atrás a tu cobarde e increíblemente ridículo escenario fabricado con diecisiete cucuruchos de helado.
- ¿perro estas fumado?
-Sí, me gusta levantarme cada mañana con los pulmones muy bien negros y salir a defecar, dejando rastros marrones y pegajosos de la más original manera posible.
- Con razón deliras.
Entonces el pájaro pringado, desenfundó una armónica, comenzando a tocar esa famosa melodía: caballeros del zodiaco.
El tío alimonado empezó a silbar un triste blues el cual le hizo llorar mucho recordando la guardería, y a esas viejas amistades que le habían convertido en un gnomo adicto a los barbitúricos, después de un rato, el perro fue a consolarlo.
No temas.
Dijo.
- Confía en que algún lejano día todo quedará atrás.
Aquel momento fue asquerosamente respetado por un dios llamado tristeza y olvido, éste le miró un poco avergonzado, pero con mucho respeto, así que, ¿cómo era bizco en su personalidad, y sordo en los momentos que no sabía cómo afrontar la situación, decidió armarse de valor y coger su varita mágica para transformar al perro en un engendro de Satán, sadomaso y adicto a las más gordas salchichas, entonces, el tío alimonado mutó en naranja, parecida a don-patch, de piel gruesa con un sospechoso olor tirando a limón poco maduro, pero muy podrido, siendo una incongruencia, pero también verdad.¿pero que diablos has hecho, joder? Quiero ser limón.
- Serás lo que tienes que ser mientras que el sea un alimonado, y no salga con tonterías y coma mocos color verde con pan. Además, para ser pijo, maricón, alimonado tienes buen aspecto, y no como el pájaro pringado, que se mete todo lo que le vende el fantástico y maravilloso carapene del perro, y se fue hacia el gran montículo de salsa y dijo que aquello era el no va más-
-moja salchichas aquí -dijo el perro-.
-no, cobrarían vida.
-¿cómo lo sabes?
-esa salsa lleva mucha pimienta negra.
- Aa, achís.
- Saludos. Pero deja de dar por detrás de mi esos brincos histéricos como si fueras un puñetero mono de tan solo tres cabezas y medio pene.
-perdón. Es que no como muchos bogavantes al medio día, por eso salto de esa manera.
- Pues ya podías dejar esa dieta de recatores al Torcuato Carod Rovira.
De repente, apareció un esquiador olímpico budista que miró admirado los dos personajes de cómic underground. Le ponían cachondo, pero decidió desaparecer.
El perro flipó, y también desapareció. El esquiador budista se quedó mudo al encontrárselo en su culo. Pero estaba limpio como la mojama y con unos buenos calzoncillos resplandecientes. Entonces, decidió decírselo:
-tus calzoncillos son como galletas chinas de la suerte.
- Si, ¿quieres probártelos?
- No sé si me servirán, soy un poco más culón que supersticioso, y mi enorme verruga trasera es motivo de grandes problemas. Aunque ya conseguí encogerla con.
-
Juegemos la historia virtual
Había una vez en un lugar cerca de todo lejos de nada, un tío alimonado, que siempre quiso salir del armario, pero un día, un pájaro pringado, que le esperaba un poco acongojado, le cagó encima. En ese momento pasó por allí un perro parlanchín, juguetón y saltarín, se quedó clavado mirando el armario, luego le dijo:
-Mariquita y pijo, a que esperas, ¿o es que, acaso tu todavía no has viajado?
-No, tengo qué?
-Si, deberías viajar para poder sentir cómo tu patinete empieza a despegar dejando atrás a tu cobarde e increíblemente ridículo escenario fabricado con diecisiete cucuruchos de helado.
-¿perro estas fumado?
-Sí, me gusta levantarme cada mañana con los pulmones muy bien negros y salir a defecar, dejando rastros marrones y pegajosos de la más original manera posible.
Con razón deliras.
Entonces el pájaro pringado, desenfundó una armónica, comenzando a tocar esa famosa melodía: caballeros del zodiaco.
El tío alimonado empezó a silbar un triste blues el cual le hizo llorar mucho recordando la guardería, y a esas viejas amistades que le habían convertido en un gnomo adicto a los barbitúricos, después de un rato, el perro fue a consolarlo.
No temas.
Dijo.
Confía en que algún lejano día todo quedará atrás.
Aquel momento fue asquerosamente respetado por un dios llamado tristeza y olvido, éste le miró un poco avergonzado, pero con mucho respeto, así que, ¿cómo era bizco en su personalidad, y sordo en los momentos que no sabía cómo afrontar la situación, decidió armarse de valor y coger su varita mágica para transformar al perro en un engendro de Satán, sadomaso y adicto a las más gordas salchichas.
Entonces, el tío alimonado mutó en naranja, parecida a don-patch, de piel gruesa con un sospechoso olor tirando a limón poco maduro, pero muy podrido, siendo una incongruencia, pero también verdad.¿pero que diablos has hecho, joder? Quiero ser limón.
Serás lo que tienes que ser mientras que el sea un alimonado, y no salga con tonterías y coma mocos color verde con pan. Además, para ser pijo, maricón, alimonado tienes buen aspecto, y no como el pájaro pringado, que se mete todo lo que le vende el fantástico y maravilloso carapene del perro, y se fue hacia el gran montículo de salsa y dijo que aquello era el no va más-.
Moja salchichas aquí -dijo el perro-.
No, cobrarían vida.
-¿cómo lo sabes?
-Esa salsa lleva mucha pimienta negra.
Aa, achís.
Saludos. Pero deja de dar por detrás de mi esos brincos histéricos como si fueras un puñetero mono de tan solo tres cabezas y medio pene.
Perdón. Es que no como muchos bogavantes al medio día, por eso salto de esa manera.
Pues ya podías dejar esa dieta de recatores al Torcuato Carod Rovira.
De repente, apareció un esquiador olímpico budista que miró admirado los dos personajes de cómic underground. Le ponían cachondo, pero decidió desaparecer.
El perro flipó, y también desapareció. El esquiador budista se quedó mudo al encontrárselo en su culo. Pero estaba limpio como la mojama y con unos buenos calzoncillos resplandecientes. Entonces, decidió decírselo:
-Tus calzoncillos son como galletas chinas de la suerte.
Si, ¿quieres probártelos?
-No sé si me servirán, soy un poco más culón que supersticioso, y mi enorme verruga trasera es motivo de grandes problemas. Aunque ya conseguí encogerla con caucho recauchutado ardiendo.
-
Juegemos la historia virtual
Había una vez en un lugar cerca de todo lejos de nada, un tío alimonado, que siempre quiso salir del armario, pero un día, un pájaro pringado, que le esperaba un poco acongojado, le cagó encima. En ese momento pasó por allí un perro parlanchín, juguetón y saltarín, se quedó clavado mirando el armario, luego le dijo:
-Mariquita y pijo, a que esperas, ¿o es que, acaso tu todavía no has viajado?
-No, tengo qué?
-Si, deberías viajar para poder sentir cómo tu patinete empieza a despegar dejando atrás a tu cobarde e increíblemente ridículo escenario fabricado con diecisiete cucuruchos de helado.
-¿perro estas fumado?
-Sí, me gusta levantarme cada mañana con los pulmones muy bien negros y salir a defecar, dejando rastros marrones y pegajosos de la más original manera posible.
Con razón deliras.
Entonces el pájaro pringado, desenfundó una armónica, comenzando a tocar esa famosa melodía: caballeros del zodiaco.
El tío alimonado empezó a silbar un triste blues el cual le hizo llorar mucho recordando la guardería, y a esas viejas amistades que le habían convertido en un gnomo adicto a los barbitúricos, después de un rato, el perro fue a consolarlo.
No temas.
Dijo.
Confía en que algún lejano día todo quedará atrás.
Aquel momento fue asquerosamente respetado por un dios llamado tristeza y olvido, éste le miró un poco avergonzado, pero con mucho respeto, así que, ¿cómo era bizco en su personalidad, y sordo en los momentos que no sabía cómo afrontar la situación, decidió armarse de valor y coger su varita mágica para transformar al perro en un engendro de Satán, sadomaso y adicto a las más gordas salchichas.
Entonces, el tío alimonado mutó en naranja, parecida a don-patch, de piel gruesa con un sospechoso olor tirando a limón poco maduro, pero muy podrido, siendo una incongruencia, pero también verdad.¿pero que diablos has hecho, joder? Quiero ser limón.
Serás lo que tienes que ser mientras que el sea un alimonado, y no salga con tonterías y coma mocos color verde con pan. Además, para ser pijo, maricón, alimonado tienes buen aspecto, y no como el pájaro pringado, que se mete todo lo que le vende el fantástico y maravilloso carapene del perro, y se fue hacia el gran montículo de salsa y dijo que aquello era el no va más-.
Moja salchichas aquí -dijo el perro-.
No, cobrarían vida.
-¿cómo lo sabes?
-Esa salsa lleva mucha pimienta negra.
Aa, achís.
Saludos. Pero deja de dar por detrás de mi esos brincos histéricos como si fueras un puñetero mono de tan solo tres cabezas y medio pene.
Perdón. Es que no como muchos bogavantes al medio día, por eso salto de esa manera.
Pues ya podías dejar esa dieta de recatores al Torcuato Carod Rovira.
De repente, apareció un esquiador olímpico budista que miró admirado los dos personajes de cómic underground. Le ponían cachondo, pero decidió desaparecer.
El perro flipó, y también desapareció. El esquiador budista se quedó mudo al encontrárselo en su culo. Pero estaba limpio como la mojama y con unos buenos calzoncillos resplandecientes. Entonces, decidió decírselo:
-Tus calzoncillos son como galletas chinas de la suerte.
Si, ¿quieres probártelos?
-No sé si me servirán, soy un poco más culón que supersticioso, y mi enorme verruga trasera es motivo de grandes problemas. Aunque ya conseguí encogerla con caucho recauchutado ardiendo.
-eso debe doler.
-
Juegemos la historia virtual
Había una vez en un lugar cerca de todo lejos de nada, un tío alimonado, que siempre quiso salir del armario, pero un día, un pájaro pringado, que le esperaba un poco acongojado, le cagó encima. En ese momento pasó por allí un perro parlanchín, juguetón y saltarín, se quedó clavado mirando el armario, luego le dijo:
-Mariquita y pijo, a que esperas, ¿o es que, acaso tu todavía no has viajado?
- No, tengo qué?
- Si, deberías viajar para poder sentir cómo tu patinete empieza a despegar dejando atrás a tu cobarde e increíblemente ridículo escenario fabricado con diecisiete cucuruchos de helado.
- ¿perro estas fumado?
-Sí, me gusta levantarme cada mañana con los pulmones muy bien negros y salir a defecar, dejando rastros marrones y pegajosos de la más original manera posible.
- Con razón deliras.
Entonces el pájaro pringado, desenfundó una armónica, comenzando a tocar esa famosa melodía: caballeros del zodiaco.
El tío alimonado empezó a silbar un triste blues el cual le hizo llorar mucho recordando la guardería, y a esas viejas amistades que le habían convertido en un gnomo adicto a los barbitúricos, después de un rato, el perro fue a consolarlo.
No temas.
Dijo.
- Confía en que algún lejano día todo quedará atrás.
Aquel momento fue asquerosamente respetado por un dios llamado tristeza y olvido, éste le miró un poco avergonzado, pero con mucho respeto, así que, ¿cómo era bizco en su personalidad, y sordo en los momentos que no sabía cómo afrontar la situación, decidió armarse de valor y coger su varita mágica para transformar al perro en un engendro de Satán, sadomaso y adicto a las más gordas salchichas, entonces, el tío alimonado mutó en naranja, parecida a don-patch, de piel gruesa con un sospechoso olor tirando a limón poco maduro, pero muy podrido, siendo una incongruencia, pero también verdad.¿pero que diablos has hecho, joder? Quiero ser limón.
- Serás lo que tienes que ser mientras que el sea un alimonado, y no salga con tonterías y coma mocos color verde con pan. Además, para ser pijo, maricón, alimonado tienes buen aspecto, y no como el pájaro pringado, que se mete todo lo que le vende el fantástico y maravilloso carapene del perro, y se fue hacia el gran montículo de salsa y dijo que aquello era el no va más-
-moja salchichas aquí -dijo el perro-.
-no, cobrarían vida.
-¿cómo lo sabes?
-esa salsa lleva mucha pimienta negra.
- Aa, achís.
- Saludos. Pero deja de dar por detrás de mi esos brincos histéricos como si fueras un puñetero mono de tan solo tres cabezas y medio pene.
-perdón. Es que no como muchos bogavantes al medio día, por eso salto de esa manera.
- Pues ya podías dejar esa dieta de recatores al Torcuato Carod Rovira.
De repente, apareció un esquiador olímpico budista que miró admirado los dos personajes de cómic underground. Le ponían cachondo, pero decidió desaparecer.
El perro flipó, y también desapareció. El esquiador budista se quedó mudo al encontrárselo en su culo. Pero estaba limpio como la mojama y con unos buenos calzoncillos resplandecientes. Entonces, decidió decírselo:
-tus calzoncillos son como galletas chinas de la suerte.
- Si, ¿quieres probártelos?
- No sé si me servirán, soy un poco más culón que supersticioso, y mi enorme verruga trasera es motivo de grandes problemas. Aunque ya conseguí encogerla con caucho recauchutado ardiendo.
- Eso debe doler.
- no sabes cuánto.
-
Juegemos la historia virtual
Había una vez en un lugar cerca de todo lejos de nada, un tío alimonado, que siempre quiso salir del armario, pero un día, un pájaro pringado, que le esperaba un poco acongojado, le cagó encima. En ese momento pasó por allí un perro parlanchín, juguetón y saltarín, se quedó clavado mirando el armario, luego le dijo:
-Mariquita y pijo, a que esperas, ¿o es que, acaso tu todavía no has viajado?
- No, tengo qué?
- Si, deberías viajar para poder sentir cómo tu patinete empieza a despegar dejando atrás a tu cobarde e increíblemente ridículo escenario fabricado con diecisiete cucuruchos de helado.
- ¿perro estas fumado?
-Sí, me gusta levantarme cada mañana con los pulmones muy bien negros y salir a defecar, dejando rastros marrones y pegajosos de la más original manera posible.
- Con razón deliras.
Entonces el pájaro pringado, desenfundó una armónica, comenzando a tocar esa famosa melodía: caballeros del zodiaco.
El tío alimonado empezó a silbar un triste blues el cual le hizo llorar mucho recordando la guardería, y a esas viejas amistades que le habían convertido en un gnomo adicto a los barbitúricos, después de un rato, el perro fue a consolarlo.
No temas.
Dijo.
- Confía en que algún lejano día todo quedará atrás.
Aquel momento fue asquerosamente respetado por un dios llamado tristeza y olvido, éste le miró un poco avergonzado, pero con mucho respeto, así que, ¿cómo era bizco en su personalidad, y sordo en los momentos que no sabía cómo afrontar la situación, decidió armarse de valor y coger su varita mágica para transformar al perro en un engendro de Satán, sadomaso y adicto a las más gordas salchichas.
Entonces, el tío alimonado mutó en naranja, parecida a don-patch, de piel gruesa con un sospechoso olor tirando a limón poco maduro, pero muy podrido, siendo una incongruencia, pero también verdad.¿pero que diablos has hecho, joder? Quiero ser limón.
- Serás lo que tienes que ser mientras que el sea un alimonado, y no salga con tonterías y coma mocos color verde con pan. Además, para ser pijo, maricón, alimonado tienes buen aspecto, y no como el pájaro pringado, que se mete todo lo que le vende el fantástico y maravilloso carapene del perro, y se fue hacia el gran montículo de salsa y dijo que aquello era el no va más-
-moja salchichas aquí -dijo el perro-.
-no, cobrarían vida.
-¿cómo lo sabes?
-esa salsa lleva mucha pimienta negra.
- Aa, achís.
- Saludos. Pero deja de dar por detrás de mi esos brincos histéricos como si fueras un puñetero mono de tan solo tres cabezas y medio pene.
-perdón. Es que no como muchos bogavantes al medio día, por eso salto de esa manera.
- Pues ya podías dejar esa dieta de recatores al Torcuato Carod Rovira.
De repente, apareció un esquiador olímpico budista que miró admirado los dos personajes de cómic underground. Le ponían cachondo, pero decidió desaparecer.
El perro flipó, y también desapareció. El esquiador budista se quedó mudo al encontrárselo en su culo. Pero estaba limpio como la mojama y con unos buenos calzoncillos resplandecientes. Entonces, decidió decírselo:
-tus calzoncillos son como galletas chinas de la suerte.
- Si, ¿quieres probártelos?
- No sé si me servirán, soy un poco más culón que supersticioso, y mi enorme verruga trasera es motivo de grandes problemas. Aunque ya conseguí encogerla con caucho recauchutado ardiendo.
- Eso debe doler.
- No sabes cuánto tiene que costar.
-
Juegemos la historia virtual
Había una vez en un lugar cerca de todo lejos de nada, un tío alimonado, que siempre quiso salir del armario, pero un día, un pájaro pringado, que le esperaba un poco acongojado, le cagó encima. En ese momento pasó por allí un perro parlanchín, juguetón y saltarín, se quedó clavado mirando el armario, luego le dijo:
-Mariquita y pijo, a que esperas, ¿o es que, acaso tu todavía no has viajado?
- No, tengo qué?
- Si, deberías viajar para poder sentir cómo tu patinete empieza a despegar dejando atrás a tu cobarde e increíblemente ridículo escenario fabricado con diecisiete cucuruchos de helado.
- ¿perro estas fumado?
-Sí, me gusta levantarme cada mañana con los pulmones muy bien negros y salir a defecar, dejando rastros marrones y pegajosos de la más original manera posible.
- Con razón deliras.
Entonces el pájaro pringado, desenfundó una armónica, comenzando a tocar esa famosa melodía: caballeros del zodiaco.
El tío alimonado empezó a silbar un triste blues el cual le hizo llorar mucho recordando la guardería, y a esas viejas amistades que le habían convertido en un gnomo adicto a los barbitúricos, después de un rato, el perro fue a consolarlo.
No temas.
Dijo.
- Confía en que algún lejano día todo quedará atrás.
Aquel momento fue asquerosamente respetado por un dios llamado tristeza y olvido, éste le miró un poco avergonzado, pero con mucho respeto, así que, ¿cómo era bizco en su personalidad, y sordo en los momentos que no sabía cómo afrontar la situación, decidió armarse de valor y coger su varita mágica para transformar al perro en un engendro de Satán, sadomaso y adicto a las más gordas salchichas, entonces, el tío alimonado mutó en naranja, parecida a don-patch, de piel gruesa con un sospechoso olor tirando a limón poco maduro, pero muy podrido, siendo una incongruencia, pero también verdad.¿pero que diablos has hecho, joder? Quiero ser limón.
- Serás lo que tienes que ser mientras que el sea un alimonado, y no salga con tonterías y coma mocos color verde con pan. Además, para ser pijo, maricón, alimonado tienes buen aspecto, y no como el pájaro pringado, que se mete todo lo que le vende el fantástico y maravilloso carapene del perro, y se fue hacia el gran montículo de salsa y dijo que aquello era el no va más-
-moja salchichas aquí -dijo el perro-.
-no, cobrarían vida.
-¿cómo lo sabes?
-esa salsa lleva mucha pimienta negra.
- Aa, achís.
- Saludos. Pero deja de dar por detrás de mi esos brincos histéricos como si fueras un puñetero mono de tan solo tres cabezas y medio pene.
-perdón. Es que no como muchos bogavantes al medio día, por eso salto de esa manera.
- Pues ya podías dejar esa dieta de recatores al Torcuato Carod Rovira.
De repente, apareció un esquiador olímpico budista que miró admirado los dos personajes de cómic underground. Le ponían cachondo, pero decidió desaparecer.
El perro flipó, y también desapareció. El esquiador budista se quedó mudo al encontrárselo en su culo. Pero estaba limpio como la mojama y con unos buenos calzoncillos resplandecientes. Entonces, decidió decírselo:
-tus calzoncillos son como galletas chinas de la suerte.
- Si, ¿quieres probártelos?
- No sé si me servirán, soy un poco más culón que supersticioso, y mi enorme verruga trasera es motivo de grandes problemas. Aunque ya conseguí encogerla con caucho recauchutado ardiendo.
- Eso debe doler.
- No sabes cuánto tiene que costar rascarse el escroto.
.
-
Juegemos la historia virtual
Había una vez en un lugar cerca de todo lejos de nada, un tío alimonado, que siempre quiso salir del armario, pero un día, un pájaro pringado, que le esperaba un poco acongojado, le cagó encima. En ese momento pasó por allí un perro parlanchín, juguetón y saltarín, se quedó clavado mirando el armario, luego le dijo:
-Mariquita y pijo, a que esperas, ¿o es que, acaso tu todavía no has viajado?
- No, tengo qué?
- Si, deberías viajar para poder sentir cómo tu patinete empieza a despegar dejando atrás a tu cobarde e increíblemente ridículo escenario fabricado con diecisiete cucuruchos de helado.
- ¿perro estas fumado?
-Sí, me gusta levantarme cada mañana con los pulmones muy bien negros y salir a defecar, dejando rastros marrones y pegajosos de la más original manera posible.
- Con razón deliras.
Entonces el pájaro pringado, desenfundó una armónica, comenzando a tocar esa famosa melodía: caballeros del zodiaco.
El tío alimonado empezó a silbar un triste blues el cual le hizo llorar mucho recordando la guardería, y a esas viejas amistades que le habían convertido en un gnomo adicto a los barbitúricos, después de un rato, el perro fue a consolarlo.
No temas.
Dijo.
- Confía en que algún lejano día todo quedará atrás.
Aquel momento fue asquerosamente respetado por un dios llamado tristeza y olvido, éste le miró un poco avergonzado, pero con mucho respeto, así que, ¿cómo era bizco en su personalidad, y sordo en los momentos que no sabía cómo afrontar la situación, decidió armarse de valor y coger su varita mágica para transformar al perro en un engendro de Satán, sadomaso y adicto a las más gordas salchichas.
Entonces, el tío alimonado mutó en naranja, parecida a don-patch, de piel gruesa con un sospechoso olor tirando a limón poco maduro, pero muy podrido, siendo una incongruencia, pero también verdad.¿pero que diablos has hecho, joder? Quiero ser limón.
- Serás lo que tienes que ser mientras que el sea un alimonado, y no salga con tonterías y coma mocos color verde con pan. Además, para ser pijo, maricón, alimonado tienes buen aspecto, y no como el pájaro pringado, que se mete todo lo que le vende el fantástico y maravilloso carapene del perro, y se fue hacia el gran montículo de salsa y dijo que aquello era el no va más-
-moja salchichas aquí -dijo el perro-.
-no, cobrarían vida.
-¿cómo lo sabes?
-esa salsa lleva mucha pimienta negra.
- Aa, achís.
- Saludos. Pero deja de dar por detrás de mi esos brincos histéricos como si fueras un puñetero mono de tan solo tres cabezas y medio pene.
-perdón. Es que no como muchos bogavantes al medio día, por eso salto de esa manera.
- Pues ya podías dejar esa dieta de recatores al Torcuato Carod Rovira.
De repente, apareció un esquiador olímpico budista que miró admirado los dos personajes de cómic underground. Le ponían cachondo, pero decidió desaparecer.
El perro flipó, y también desapareció. El esquiador budista se quedó mudo al encontrárselo en su culo. Pero estaba limpio como la mojama y con unos buenos calzoncillos resplandecientes. Entonces, decidió decírselo:
-tus calzoncillos son como galletas chinas de la suerte.
- Si, ¿quieres probártelos?
- No sé si me servirán, soy un poco más culón que supersticioso, y mi enorme verruga trasera es motivo de grandes problemas. Aunque ya conseguí encogerla con caucho recauchutado ardiendo.
- Eso debe doler.
- No sabes cuánto tiene que costar rascarse el escroto con un rastrillo.
-
Juegemos la historia virtual
Había una vez en un lugar cerca de todo lejos de nada, un tío alimonado, que siempre quiso salir del armario, pero un día, un pájaro pringado, que le esperaba un poco acongojado, le cagó encima. En ese momento pasó por allí un perro parlanchín, juguetón y saltarín, se quedó clavado mirando el armario, luego le dijo:
-Mariquita y pijo, a que esperas, ¿o es que, acaso tu todavía no has viajado?
-No, tengo qué?
-Si, deberías viajar para poder sentir cómo tu patinete empieza a despegar dejando atrás a tu cobarde e increíblemente ridículo escenario fabricado con diecisiete cucuruchos de helado.
-¿perro estas fumado?
-Sí, me gusta levantarme cada mañana con los pulmones muy bien negros y salir a defecar, dejando rastros marrones y pegajosos de la más original manera posible.
Con razón deliras.
Entonces el pájaro pringado, desenfundó una armónica, comenzando a tocar esa famosa melodía: caballeros del zodiaco.
El tío alimonado empezó a silbar un triste blues el cual le hizo llorar mucho recordando la guardería, y a esas viejas amistades que le habían convertido en un gnomo adicto a los barbitúricos, después de un rato, el perro fue a consolarlo.
No temas.
Dijo.
Confía en que algún lejano día todo quedará atrás.
Aquel momento fue asquerosamente respetado por un dios llamado tristeza y olvido, éste le miró un poco avergonzado, pero con mucho respeto, así que, ¿cómo era bizco en su personalidad, y sordo en los momentos que no sabía cómo afrontar la situación, decidió armarse de valor y coger su varita mágica para transformar al perro en un engendro de Satán, sadomaso y adicto a las más gordas salchichas.
Entonces, el tío alimonado mutó en naranja, parecida a don-patch, de piel gruesa con un sospechoso olor tirando a limón poco maduro, pero muy podrido, siendo una incongruencia, pero también verdad.¿pero que diablos has hecho, joder? Quiero ser limón.
Serás lo que tienes que ser mientras que el sea un alimonado, y no salga con tonterías y coma mocos color verde con pan. Además, para ser pijo, maricón, alimonado tienes buen aspecto, y no como el pájaro pringado, que se mete todo lo que le vende el fantástico y maravilloso carapene del perro, y se fue hacia el gran montículo de salsa y dijo que aquello era el no va más-.
Moja salchichas aquí -dijo el perro-.
No, cobrarían vida.
-¿cómo lo sabes?
-Esa salsa lleva mucha pimienta negra.
Aa, achís.
Saludos. Pero deja de dar por detrás de mi esos brincos histéricos como si fueras un puñetero mono de tan solo tres cabezas y medio pene.
Perdón. Es que no como muchos bogavantes al medio día, por eso salto de esa manera.
Pues ya podías dejar esa dieta de recatores al Torcuato Carod Rovira.
De repente, apareció un esquiador olímpico budista que miró admirado los dos personajes de cómic underground. Le ponían cachondo, pero decidió desaparecer.
El perro flipó, y también desapareció. El esquiador budista se quedó mudo al encontrárselo en su culo. Pero estaba limpio como la mojama y con unos buenos calzoncillos resplandecientes. Entonces, decidió decírselo:
-Tus calzoncillos son como galletas chinas de la suerte.
Si, ¿quieres probártelos?
-No sé si me servirán, soy un poco más culón que supersticioso, y mi enorme verruga trasera es motivo de grandes problemas. Aunque ya conseguí encogerla con caucho recauchutado ardiendo.
Eso debe doler.
No sabes cuánto tiene que costar rascarse el escroto con un rastrillo.
fin del cuento.
-
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Había una vez en un lugar cerca de todo lejos de nada, un tío alimonado, que siempre quiso salir del armario, pero un día, un pájaro pringado, que le esperaba un poco acongojado, le cagó encima. En ese momento pasó por allí un perro parlanchín, juguetón y saltarín, se quedó clavado mirando el armario, luego le dijo:
-Mariquita y pijo, a que esperas, ¿o es que, acaso tu todavía no has viajado?
-No, tengo qué?
-Si, deberías viajar para poder sentir cómo tu patinete empieza a despegar dejando atrás a tu cobarde e increíblemente ridículo escenario fabricado con diecisiete cucuruchos de helado.
-¿perro estas fumado?
-Sí, me gusta levantarme cada mañana con los pulmones muy bien negros y salir a defecar, dejando rastros marrones y pegajosos de la más original manera posible.
Con razón deliras.
Entonces el pájaro pringado, desenfundó una armónica, comenzando a tocar esa famosa melodía: caballeros del zodiaco.
El tío alimonado empezó a silbar un triste blues el cual le hizo llorar mucho recordando la guardería, y a esas viejas amistades que le habían convertido en un gnomo adicto a los barbitúricos, después de un rato, el perro fue a consolarlo.
No temas.
Dijo.
Confía en que algún lejano día todo quedará atrás.
Aquel momento fue asquerosamente respetado por un dios llamado tristeza y olvido, éste le miró un poco avergonzado, pero con mucho respeto, así que, ¿cómo era bizco en su personalidad, y sordo en los momentos que no sabía cómo afrontar la situación, decidió armarse de valor y coger su varita mágica para transformar al perro en un engendro de Satán, sadomaso y adicto a las más gordas salchichas.
Entonces, el tío alimonado mutó en naranja, parecida a don-patch, de piel gruesa con un sospechoso olor tirando a limón poco maduro, pero muy podrido, siendo una incongruencia, pero también verdad.¿pero que diablos has hecho, joder? Quiero ser limón.
Serás lo que tienes que ser mientras que el sea un alimonado, y no salga con tonterías y coma mocos color verde con pan. Además, para ser pijo, maricón, alimonado tienes buen aspecto, y no como el pájaro pringado, que se mete todo lo que le vende el fantástico y maravilloso carapene del perro, y se fue hacia el gran montículo de salsa y dijo que aquello era el no va más-.
Moja salchichas aquí -dijo el perro-.
No, cobrarían vida.
-¿cómo lo sabes?
-Esa salsa lleva mucha pimienta negra.
Aa, achís.
Saludos. Pero deja de dar por detrás de mi esos brincos histéricos como si fueras un puñetero mono de tan solo tres cabezas y medio pene.
Perdón. Es que no como muchos bogavantes al medio día, por eso salto de esa manera.
Pues ya podías dejar esa dieta de recatores al Torcuato Carod Rovira.
De repente, apareció un esquiador olímpico budista que miró admirado los dos personajes de cómic underground. Le ponían cachondo, pero decidió desaparecer.
El perro flipó, y también desapareció. El esquiador budista se quedó mudo al encontrárselo en su culo. Pero estaba limpio como la mojama y con unos buenos calzoncillos resplandecientes. Entonces, decidió decírselo:
-Tus calzoncillos son como galletas chinas de la suerte.
Si, ¿quieres probártelos?
-No sé si me servirán, soy un poco más culón que supersticioso, y mi enorme verruga trasera es motivo de grandes problemas. Aunque ya conseguí encogerla con caucho recauchutado ardiendo.
Eso debe doler.
No sabes cuánto tiene que costar rascarse el escroto con un rastrillo.
Fin del cuento.
epílogo:
Después de .
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