Ursula K Le Guin escribe una novela anticolonialista y ecologista
En El nombre del mundo es Bosque, Ursula K. Le Guin presenta un planeta llamado Athshe, cubierto por un denso bosque y habitado por una especie nativa pacífica y pequeña. Los humanos, a los que los nativos llaman yumens, llegan como colonos y establecen una explotación forestal masiva. Los athsheanos, que se comunican y viven a través de sus sueños, son esclavizados para talar sus propios bosques, lo que altera por completo su cultura y su mundo.
Los athsheanos aprenden a matar de los humanos
El conflicto central surge cuando los nativos, a través del tiempo de soñar, absorben conceptos de la mente humana. De los colonos aprenden la idea del asesinato, un acto que antes no concebían. Este conocimiento les permite organizar una rebelión violenta contra sus opresores. La novela invierte el tropo de la invasión alienígena, mostrando a los humanos como la fuerza destructora y colonizadora.
La obra critica la explotación y gana el Premio Hugo
La trama funciona como una crítica directa a la explotación colonial, la destrucción ecológica y la imposición violenta de una cultura sobre otra. La autora explora cómo la violencia se transmite y corrompe incluso a las sociedades más pacíficas. Por su potencia narrativa y su mensaje, la novela recibió el Premio Hugo a la mejor novela corta en 1973.
Es irónico que una historia sobre aprender lo peor de otra cultura provenga de una autora que tanto enseñó sobre lo mejor de muchas.