El arte escultórico impreso en 3D será una tendencia clave en 2026
La artista y diseñadora Michelle Larsen destaca que el arte escultórico creado con impresión 3D se posiciona como una tendencia clave para 2026. Esta forma de arte trasciende el prototipado técnico para integrarse en espacios donde el diseño y la experiencia visual son primordiales. Larsen explica que la tecnología actual permite fabricar piezas con una complejidad y una libertad formal antes difíciles de lograr, lo que abre nuevas posibilidades creativas. Su perspectiva se basa en observar cómo los materiales y las técnicas de impresión evolucionan, ofreciendo a los artistas y diseñadores herramientas para materializar conceptos intrincados.
Esta tendencia influye en el diseño de interiores y el retail
En el ámbito del diseño de interiores y el retail, estas esculturas ofrecen una manera de personalizar espacios y crear puntos focales únicos. Los diseñadores pueden encargar obras site-specific que dialoguen con la arquitectura o producir elementos decorativos en series limitadas. Para el retail, se trata de una herramienta para diseñar experiencias de marca inmersivas, donde el arte escultórico impreso en 3D ayuda a contar una historia y a fijar la identidad visual en la mente del cliente. La capacidad de iterar rápidamente y ajustar las piezas al espacio físico es una ventaja práctica significativa.
El cine y los entornos visuales adoptan esta herramienta
La industria cinematográfica y de entornos visuales también adopta esta herramienta para producir atrezo, maquetas y elementos escenográficos con un alto nivel de detalle. Permite fabricar prototipos de criaturas, réplicas de objetos o piezas de escenografía que deben ser ligeras, resistentes y fieles al diseño digital. Esto agiliza el flujo de trabajo entre el departamento de arte y el de efectos prácticos, facilitando la creación de mundos tangibles que después se complementan con efectos digitales. La precisión y la repetibilidad del proceso son factores clave para este sector.
Un purista de la talla tradicional podría argumentar que una impresora no suda al esculpir, pero probablemente también rechazaba el cincel de metal cuando se inventó, prefiriendo su buena y antigua piedra de sílex.