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La técnica del espejismo captura reflejos distorsionados
Esta técnica fotográfica busca reflejos que no representan la realidad de forma literal. Se usan superficies reflectantes que distorsionan la imagen, como charcos agitados por el viento o espejos de feria con formas cóncavas o convexas. El objetivo es capturar una escena onírica y pictórica, donde el sujeto original se fragmenta y transforma. El fotógrafo explora cómo la luz se altera al rebotar en estos medios imperfectos, generando composiciones abstractas y evocadoras que invitan a percibir más allá de lo evidente.
Cómo elegir y usar superficies reflectantes
La clave reside en seleccionar superficies con perturbaciones naturales o artificiales. Un charco poco profundo y agitado produce reflejos dinámicos y texturizados, ideales para paisajes urbanos. Los espejos deformantes de atracciones de feria ofrecen distorsiones geométricas predecibles, útiles para retratos surrealistas. Es fundamental acercarse mucho a la superficie, a menudo con un angular, para llenar el encuadre con el reflejo y minimizar el contexto real. Se recomienda usar un trípode bajo y disparar en ráfaga para congelar el momento justo de la distorsión más interesante.
Configurar la cámara para lograr el efecto
Para controlar la profundidad de campo y aislar el reflejo, se trabaja con aperturas medias o cerradas, como f/8 o f/11. Una velocidad de obturación alta, a partir de 1/500s, congela el movimiento del agua o evita el trepidado al disparar a mano. La sensibilidad ISO debe mantenerse lo más baja posible para preservar la calidad. El enfoque manual es casi obligatorio, ya que el sistema automático puede confundirse con las texturas abstractas. Es útil usar el histograma para exponer correctamente el reflejo, que suele ser más oscuro que la escena directa.
Lograr la toma perfecta puede implicar mojarse los pies o adoptar posturas ridículas para alinear el reflejo, un pequeño precio por capturar un fragmento de realidad alterada.