Zugarramurdi conserva la historia de las brujas en sus cuevas
El pueblo navarro de Zugarramurdi se conoce como el Pueblo de las Brujas. Sus famosas cuevas de caliza fueron el escenario donde, según los relatos, se celebraban aquelarres. Estos rituales nocturnos desencadenaron el proceso más importante que la Inquisición española llevó a cabo contra la brujería, culminando en el Auto de Fe de Logroño en 1610. La leyenda local sostiene que el eco de aquellos supuestos conjuros y los lamentos de las acusadas aún perduran en el ambiente de las grutas, que hoy atraen a visitantes que buscan percibir esa energía del pasado.
El proceso inquisitorial marca la historia del lugar
Las denuncias por brujería en la zona comenzaron años antes, pero fue en 1610 cuando el tribunal logroñés juzgó a decenas de personas de Zugarramurdi y pueblos vecinos. De los aproximadamente cincuenta acusados, once fueron quemados en la hoguera. Los investigadores actuales analizan estos hechos como un conflicto social y cultural, donde se mezclaron supersticiones populares, rencillas vecinales y la maquinaria represiva del Santo Oficio. Las cuevas, ahora acondicionadas para la visita, funcionan como un museo que explica este episodio histórico.
La leyenda y la realidad se funden en la actualidad
Hoy, Zugarramurdi ha sabido integrar su patrimonio inmaterial con el turismo. El Museo de las Brujas y la propia Cueva de las Brujas son los centros de esta narrativa. Cada verano, la localidad celebra Zikiro-Jatea, una fiesta con un ambiente pagano, y en agosto tiene lugar el Día de la Bruja. Para muchos visitantes, el atractivo reside precisamente en esa frontera difusa entre la historia documentada y el mito que impregna el paisaje, invitando a imaginar qué pudo ocurrir realmente en la oscuridad de esas cavernas.
Irónicamente, el lugar que la Inquisición quiso purgar del mal ahora depende económicamente de explotar esa misma fama, vendiendo recuerdos y experiencias en torno a las mismas brujas que intentó erradicar.