Un estudio genético identifica 259 genes vinculados al síndrome de fatiga crónica
El mayor estudio genético realizado hasta la fecha sobre el síndrome de fatiga crónica, también conocido como encefalomielitis miálgica, revela una fuerte base genética. La investigación, la más amplia de su tipo, ha logrado implicar a 259 genes distintos en la predisposición a desarrollar esta enfermedad compleja y debilitante. Este hallazgo representa un aumento significativo, ya que multiplica por seis el número de genes identificados en un estudio similar publicado apenas cuatro meses antes. El trabajo analizó datos de cientos de miles de personas, lo que permite establecer con mayor solidez cómo ciertas variantes genéticas afectan al sistema nervioso y al sistema inmunitario, contribuyendo a la aparición de los síntomas característicos.
La investigación analiza datos de cientos de miles de personas
Los científicos procesaron información genética de más de 450.000 individuos, entre los que se incluían más de 8.000 diagnosticados con la enfermedad. Al comparar sus genomas, el equipo pudo señalar regiones específicas del ADN asociadas con un riesgo mayor. Muchos de estos genes participan en funciones celulares clave, como comunicar las células nerviosas, regular la respuesta del sistema inmunitario y gestionar la energía a nivel mitocondrial. Este mapa genético tan detallado refuta la antigua y errónea idea de que se trata de un trastorno de origen puramente psicológico, y lo sitúa firmemente en el ámbito de las condiciones biológicas con un componente hereditario claro.
Los hallazgos pueden guiar el desarrollo de tratamientos
Identificar esta cantidad de genes no solo ayuda a comprender por qué aparece la enfermedad, sino que también abre nuevas vías para diseñar terapias. Los investigadores ahora pueden estudiar las vías biológicas que estos genes alteran y probar fármacos que las modulen. El objetivo a medio plazo es poder diagnosticar con mayor precisión y, eventualmente, tratar las causas subyacentes en lugar de solo gestionar los síntomas. Este avance supone un paso crucial para los millones de personas en todo el mundo que padecen esta enfermedad, ofreciendo una base científica sólida para futuras intervenciones médicas.
Parece que la fatiga extrema también puede heredarse, y no solo de un maratón de renderizados nocturnos sin optimizar.