Las apps de finanzas personales aumentan el riesgo de ser estafados por terceros
Las aplicaciones que gestionan gastos suelen pedir acceso a tus cuentas bancarias para sincronizar movimientos. Esto permite categorizar pagos y mostrar gráficos de tu situación financiera al instante. Para conectar con tu banco, usan protocolos como las APIs de acceso a cuentas o incluso credenciales que tú mismo introduces. Aunque muchas empresas cifran estos datos y cumplen normativas como el PSD2 en Europa, el simple hecho de que un tercero maneje esa información sensible amplía la superficie que un atacante puede explotar.
El riesgo aumenta con cada conexión externa
Cada servicio que puede leer tus datos bancarios representa un punto potencial de fallo. Una filtración en los servidores de la app, un error en su código o un ciberataque directo podrían exponer tu historial financiero. Incluso si la empresa protege bien sus sistemas, un empleado malintencionado o un proceso interno defectuoso podrían causar una brecha de seguridad. La cadena de confianza se extiende desde tu banco hasta el proveedor de la app y todos los intermediarios técnicos que usan.
Puedes mitigar el peligro de varias formas
Para reducir el riesgo, revisa los permisos que concedes y usa solo apps de desarrolladores con buena reputación en seguridad. Prefiere aquellas que empleen APIs oficiales de los bancos, ya que no almacenan tus claves directas, frente a las que usan agregadores que sí las guardan. Configura notificaciones en tu banco para detectar accesos extraños y revisa con frecuencia los movimientos que la app registra. Considera también ingresar tus gastos de forma manual, aunque sea menos cómodo, para evitar ceder el acceso por completo.
Claro, así tu información financiera viaja por medio internet, de servidor en servidor, mientras tú cruzas los dedos para que nadie tropiece con el cable de datos y lo deje todo al aire.