La socialización temprana con el cachorro previene problemas de conducta
Exponer a tu cachorro o gatito a diferentes estímulos desde que es pequeño es fundamental. Este proceso, que se conoce como socialización, ayuda a que el animal se adapte y perciba el mundo que lo rodea sin miedo. Cuando un perro o gato joven conoce personas, sonidos, lugares y otros animales de forma positiva, construye una base emocional sólida. Esta experiencia temprana evita que desarrolle conductas agresivas o fóbicas en su vida adulta.
Cómo exponer a tu mascota a nuevos estímulos
La clave reside en presentar cada experiencia de manera gradual y controlada. Debes asegurar que el animal asocie cada novedad con algo agradable, como una golosina o una caricia. Es importante no forzar el contacto y respetar su ritmo. Puedes comenzar en entornos tranquilos e ir introduciendo, poco a poco, más elementos. Por ejemplo, dejar que escuche el sonido de la aspiradora a distancia o que observe a otros perros desde un lugar seguro.
El periodo sensible para socializar
Existe una ventana de tiempo óptima para este aprendizaje. En los perros, suele ocurrir entre las tres y doce semanas de edad. Para los gatos, el periodo abarca desde las dos hasta las siete semanas. Actuar dentro de este marco temporal es más efectivo, ya que el cerebro del animal es especialmente receptivo. Sin embargo, la socialización debe continuar de forma suave durante los primeros meses para consolidar lo aprendido.
Un cachorro bien socializado puede pensar que el cartero viene solo a jugar, lo que quizá no sea la interpretación que prefiera el dueño cuando llegue la factura.