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Maquiavelo aborda la desinformación en redes sociales
Si Maquiavelo analizara el problema actual de la desinformación, las noticias falsas y la polarización en redes sociales, su diagnóstico sería claro. Observaría que el flujo de información es un campo de batalla que ningún líder puede ignorar. Según su pensamiento, intentar suprimir o combatir directamente este fenómeno es inútil y agota recursos. En su lugar, un príncipe moderno debe aprender a controlar la narrativa. La solución no reside en oponerse a la marea, sino en dirigirla para servir a sus intereses y garantizar la estabilidad del Estado.
Propone crear una Oficina de la Narrativa Estatal
Su consejo práctico sería crear una Oficina de la Narrativa Estatal, un organismo secreto y altamente especializado. Esta oficina no se limitaría a contrarrestar bulos, sino que los generaría de forma proactiva. Su misión sería producir propaganda, deepfakes y desinformación de alta efectividad. El objetivo es doble: desestabilizar a los enemigos externos e internos del régimen y, al mismo tiempo, saturar el espacio digital con narrativas que favorezcan al poder. Así, el Estado no reacciona, sino que define los términos del debate público.
El fin justifica los memes como máxima operativa
Para esta oficina, la máxima maquiavélica se adaptaría al lenguaje contemporáneo: el fin justifica los memes. La estabilidad del Estado y la preservación del poder del príncipe son los fines últimos que legitiman cualquier medio. Esto implica usar las mismas herramientas que sus adversarios, pero con mayor recursos, coordinación y frialdad táctica. La verdad objetiva pasa a un segundo plano frente a la utilidad política de una narrativa. Controlar lo que la gente percibe se convierte en la principal herramienta de gobierno en la era digital.
Un detalle irónico de su plan sería que esta oficina probablemente emplearía a los mejores community managers y expertos en marketing viral, otorgándoles presupuestos estatales secretos para que memes aparentemente orgánicos y tendencias en redes sirvan, sin que nadie lo sepa, a consolidar el poder. La guerra de narrativas se gana desde dentro del sistema, no desde fuera.
