El motor de enfoque, la pieza que puede dejar tu lente como un pisapapeles
El motor de autoenfoque es el corazón mecánico de cualquier lente moderna, el componente que traduce una orden eléctrica en un movimiento físico preciso para lograr la nitidez. Estos motores, ya sean ultrasónicos (USM/SSM) o de paso a paso (STM), son ensamblajes complejos de engranajes, bobinas y rodamientos. Aunque están diseñados para durar miles de ciclos, son susceptibles al desgaste por uso intensivo, a los golpes o simplemente al paso del tiempo. Cuando fallan, el resultado es el mismo: una lente ópticamente impecable, con cristales de alta calidad, se convierte en un tubo de vidrio inerte incapaz de enfocar por sí solo, relegando al fotógrafo al enfoque manual, si es que el diseño mecánico aún lo permite.
La economía de la obsolescencia programada en óptica
El verdadero problema surge en el momento de la reparación. Para la mayoría de lentes de gama de consumo y muchas de gama media, el coste de desmontar la lente, diagnosticar el fallo, sustituir el módulo del motor (que rara vez se vende como pieza suelta) y recalibrarla supera con creces, o se acerca peligrosamente, al valor de mercado de un objetivo nuevo o de segunda mano. Los fabricantes suelen promover la sustitución completa del módulo de enfoque, una operación que los talleres independientes encuentran cada vez más difícil debido a la falta de piezas y a los firmwares de bloqueo. Esta dinámica convierte una avería mecánica localizada en una sentencia de muerte económica para el equipo.
Prevención y alternativas ante un fallo inminente
Aunque no existe un mantenimiento infalible, evitar cambios bruscos de temperatura, almacenar el equipo en ambientes secos y minimizar el uso del autoenfoque continuo en situaciones donde no es necesario pueden prolongar su vida útil. Cuando el motor muestra síntomas como ruidos extraños, caza de enfoque o parálisis total, la opción más sensata suele ser contactar con un servicio técnico especializado para un diagnóstico realista antes de asumir gastos. En algunos casos, especialmente en ópticas de alta gama o modelos clásicos, la reparación sí puede ser viable y los talleres de confianza logran resucitarlas. Para el usuario final, la lección es valorar la robustez y la capacidad de servicio a largo plazo como factores clave, a veces por encima de las prestaciones puramente ópticas, en un mercado que prioriza la renovación constante.
Así que la próxima vez que tu lente emita un gemido agónico al intentar enfocar, recuerda que podrías estar escuchando el sonido de su valor residual desplomándose.