PaleBlueDot AI busca financiación para comprar GPUs de NVIDIA para Xiaohongshu
Según un informe de Bloomberg, la startup estadounidense PaleBlueDot AI está en busca de un préstamo de 300 millones de dólares para una operación que mezcla tecnología, geopolítica y redes sociales. El objetivo declarado es adquirir aceleradores de NVIDIA y desplegarlos en un centro de datos en Tokio, pero el beneficiario final sería la compañía mediática china RedNote, conocida internacionalmente como Xiaohongshu. Esta plataforma social ganó notoriedad fuera de China durante los debates sobre la prohibición de TikTok en Estados Unidos, atrayendo a una nueva base de usuarios occidentales.
La compleja red de financiación y actores
PaleBlueDot AI, con sede en Silicon Valley, ha contactado a bancos y firmas de crédito privado para conseguir los fondos. Bloomberg señala que JPMorgan Chase & Co. habría ayudado en la preparación de materiales de marketing para los prestamistas potenciales, aunque es probable que el propio banco no participe finalmente en la transacción. Las conversaciones sobre este acuerdo, que parece llevar al menos tres meses en discusión, avanzan en un contexto de creciente escrutinio sobre las exportaciones de tecnología avanzada de Estados Unidos a China y la competencia global por los preciados chips de inteligencia artificial.
Silencio y negaciones desde las compañías involucradas
Frente a las consultas de Bloomberg, las reacciones han sido evasivas o nulas. Un portavoz de PaleBlueDot AI declaró que la información mencionada no es precisa, mientras que JPMorgan se negó a hacer comentarios. Por su parte, tanto NVIDIA como Xiaohongshu no respondieron a las solicitudes de información. Este silencio colectivo deja más preguntas que respuestas sobre la viabilidad y los detalles reales de una operación que, de concretarse, conectaría capital de riesgo estadounidense, hardware de vanguardia restringido y una de las apps sociales más populares de China.
Parece que en la carrera por la IA, los caminos para esquivar restricciones son tan creativos como los propios algoritmos, tejiendo acuerdos que cruzan océanos y regulaciones con la esperanza de que nadie pregunte demasiado.