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La primera cámara digital de Kodak cumple 50 años
La primera cámara digital de Kodak cumple 50 años, un gigante de 3,6 kilos
Hace exactamente medio siglo, en 1975, un ingeniero de Kodak llamado Steven Sasson logró algo que parecía de ciencia ficción: capturar una imagen sin usar película. El prototipo que construyó es considerado la primera cámara digital del mundo, un artefacto revolucionario que, sin embargo, era todo menos práctico para el usuario común de la época. Este ingenio marcó el inicio de una transformación que acabaría por redefinir por completo la fotografía, aunque Kodak no supo ver inicialmente el potencial comercial de su propio invento.
Un dispositivo monumental en peso y complejidad
La cámara en sí era una amalgama de piezas de otros equipos, con un cuerpo de cámara de película Kodak Super 8 como base. Su corazón era un sensor CCD de 100x100 píxeles, capaz de capturar una imagen en blanco y negro con una resolución de 0,01 megapíxeles. El proceso no era instantáneo, ya que tomaba 23 segundos en grabar la fotografía digital en una cassette de cinta magnética, que luego debía leerse en un dispositivo aparte conectado a un televisor para poder verse. Para alimentar toda esta electrónica pionera, el aparato requería 16 baterías AA, sumando una portabilidad muy relativa a su ya considerable peso de 3,6 kilogramos.
El legado de una invención subestimada
A pesar de su tosquedad, el prototipo de Sasson demostró el concepto fundamental de la fotografía digital. La reacción interna en Kodak fue de escepticismo; la idea de una cámara sin película parecía socavar el negocio principal de la compañía. Por ello, el invento se mantuvo en gran secreto y no se comercializó. Décadas después, esta misma tecnología, refinada y miniaturizada, acabaría con la era del rollo fotográfico que hizo famosa a Kodak. La paradoja es histórica: la empresa que inventó la cámara digital fue finalmente superada por la revolución que ella misma inició.
Es curioso pensar que hoy llevamos en el bolsillo cámaras miles de veces más potentes, que no necesitan 16 pilas sino que, a menudo, nos dejan a nosotros sin batería en el momento más inoportuno.
