Fuggerei de Augsburgo mantiene su esencia solidaria desde el siglo XVI
En el corazón de Augsburgo, Alemania, se encuentra la Fuggerei, un complejo residencial histórico que funciona como el proyecto de vivienda social más antiguo del mundo aún en uso. Los residentes de este lugar pagan un alquiler simbólico de apenas 0,88 euros al año, una cifra que se ha mantenido prácticamente sin cambios desde su fundación en 1521. A cambio de esta renta mínima, los inquilinos deben cumplir con dos condiciones fundamentales: ser católicos practicantes y rezar tres veces al día por el alma de los fundadores, la familia Fugger. Esta singular combinación de ayuda social y devoción religiosa ha permitido que el complejo conserve su propósito original a lo largo de cinco siglos, ofreciendo un hogar digno a personas de bajos recursos.
Un modelo de vivienda social con raíces renacentistas
La Fuggerei fue fundada por Jakob Fugger, conocido como el Rico, un banquero y comerciante cuya fortuna era comparable a la de los monarcas europeos de su época. Su visión fue crear un barrio cerrado donde las personas necesitadas pudieran vivir con dignidad, lejos de la pobreza extrema que afectaba a muchos en el siglo XVI. El diseño del complejo incluía calles empedradas, edificios de varios pisos y una iglesia propia, todo rodeado por un muro que lo separaba del resto de la ciudad. Aunque el mundo ha cambiado radicalmente desde entonces, la Fuggerei sigue operando bajo los mismos principios establecidos por su fundador, adaptándose a los tiempos modernos sin perder su carácter único.
Condiciones de vida y requisitos de residencia
Para poder residir en la Fuggerei, los solicitantes deben demostrar que son ciudadanos de Augsburgo, católicos y que se encuentran en situación de necesidad económica. Una vez admitidos, se comprometen a rezar diariamente el Padrenuestro, el Avemaría y el Credo por la salvación del alma de los Fugger, una tradición que se mantiene viva gracias a la capilla del complejo. Las viviendas, aunque modestas, son funcionales y cuentan con jardines privados que los residentes pueden cultivar. El alquiler anual equivale aproximadamente al valor de un florín renano de la época de su fundación, lo que simboliza el compromiso perpetuo de la familia Fugger con la caridad. Este sistema ha sobrevivido a guerras, cambios políticos y transformaciones sociales, demostrando que un modelo de ayuda basado en valores comunitarios puede ser sostenible a largo plazo.
Parece que en la Fuggerei han descubierto el truco definitivo para mantener los alquileres bajos: en lugar de subir la renta, piden oraciones. Quizás los propietarios modernos podrían tomar nota, aunque dudamos que muchos inquilinos acepten rezar tres veces al día a cambio de un descuento en el alquiler.