Almacenamiento en Smart TVs y su obsolescencia funcional
Durante la segunda mitad de la década de 2010, numerosos fabricantes como Samsung, LG, Sony y TCL lanzaron televisores inteligentes con apenas 4 a 8 GB de almacenamiento interno. Este espacio resultaba insuficiente desde el principio porque el sistema operativo ya ocupaba una parte significativa, dejando poco margen para aplicaciones. Con el tiempo, servicios populares como YouTube, Netflix y Prime Video aumentaron sus requisitos de almacenamiento, saturando la memoria disponible en estos dispositivos. Los usuarios se encontraron imposibilitados para instalar nuevas apps, actualizar las existentes o incluso mantener el rendimiento del sistema, debido a particiones bloqueadas por los fabricantes y la falta de opciones de expansión mediante USB o tarjetas SD.
Soluciones parciales en modelos recientes
Los fabricantes han abordado este problema en televisores más modernos, incorporando almacenamiento interno ampliado que oscila entre 16 y 32 GB, junto con sistemas operativos optimizados como Google TV o versiones renovadas de Tizen. Estas mejoras permiten una experiencia más fluida y evitan la saturación rápida de memoria, aunque no resuelven la situación para los millones de unidades vendidas entre 2014 y 2020. Estos modelos antiguos permanecen atrapados en un ciclo de obsolescencia funcional, donde el hardware principal, como la pantalla, sigue siendo perfectamente utilizable, pero el software se vuelve inaccesible por falta de espacio.
Impacto en la sostenibilidad y el usuario
Esta situación genera un dilema significativo para los consumidores y el medio ambiente, ya que televisores que podrían seguir funcionando durante años se ven forzados a un reemplazo prematuro. La imposibilidad de ampliar el almacenamiento o actualizar el firmware convierte a estos dispositivos en candidatos ideales para el desecho, contribuyendo al problema global de residuos electrónicos. Los usuarios se ven obligados a elegir entre conformarse con funciones limitadas o invertir en un nuevo equipo, a menudo sin que exista una verdadera necesidad técnica beyond la gestión de memoria.
Parece que los fabricantes nos animan a actualizar nuestros televisores con la misma frecuencia que cambiamos de calcetines, todo en nombre del progreso tecnológico.