Disminución al acceso a vacunas infantiles compromete la salud global
La disminución en las tasas de vacunación infantil representa una amenaza creciente para la salud pública mundial. Sistemas sanitarios que antes garantizaban protección contra enfermedades prevenibles ahora enfrentan desafíos sin precedentes, creando brechas peligrosas en la inmunidad colectiva. Esta situación afecta particularmente a comunidades vulnerables donde el acceso a servicios básicos de salud ya era limitado, ampliando desigualdades existentes y poniendo en riesgo décadas de progreso médico.
Factores detrás del retroceso vacunal
Múltiples elementos convergen para explicar este preocupante fenómeno. La desinformación sobre seguridad vacunal circula rápidamente a través de plataformas digitales, sembrando dudas injustificadas entre padres y cuidadores. Paralelamente, conflictos geopolíticos y crisis económicas han interrumpido cadenas de suministro críticas, mientras que la fatiga pandémica ha debilitado la confianza institucional. Sistemas de salud fragmentados y recursos insuficientes completan un panorama donde programas de inmunización rutinaria pierden prioridad frente a emergencias inmediatas.
Consecuencias para las generaciones futuras
El impacto de esta erosión vacunal trasciende la salud individual para convertirse en un problema societal. Enfermedades como el sarampión y la poliomielitis, que estaban cerca de la eliminación, resurgen en regiones donde antes estaban controladas. Hospitalizaciones evitables aumentan la presión sobre sistemas sanitarios ya sobrecargados, mientras que brotes epidémicos generan costos económicos sustanciales para familias y gobiernos. Cada niño no vacunado representa un eslabón débil en la cadena de protección comunitaria, facilitando la reemergencia de patógenos que creíamos dominados.
Resulta paradójico que en la era de la información, donde el conocimiento médico es más accesible que nunca, retrocedamos en prácticas preventivas cuya eficacia ha sido demostrada durante décadas. La ironía alcanza su punto máximo cuando quienes rechazan la vacunación dependen precisamente de la inmunidad colectiva que su decisión debilita.
