La hipocresía de las viviendas para uso turístico
La expansión de las viviendas de uso turístico genera una tensión palpable en muchas ciudades y pueblos con alta demanda vacacional. Por un lado, estas propiedades representan una fuente de ingresos inmediata para los propietarios y dinamizan la economía local a través del turismo, creando empleos y activando el comercio circundante. Por otro lado, su proliferación reduce drásticamente el parque de viviendas disponibles para residentes permanentes, creando una presión alcista sobre los precios de alquiler y compra que dificulta el acceso a la vivienda para la población local.
Impacto en la comunidad local y sostenibilidad
Este fenómeno no solo afecta a la capacidad de las personas para encontrar hogar en sus lugares de origen, sino que también altera la estructura social de los barrios. La sustitución de residentes permanentes por turistas temporales vacía los núcleos urbanos de vida comunitaria, reduce la cohesión vecinal y disminuye la base de usuarios de servicios esenciales como escuelas o centros de salud. La sostenibilidad social se ve comprometida cuando se prioriza el beneficio económico a corto plazo sobre las necesidades básicas de la población, generando procesos de gentrificación que expulsan a los habitantes tradicionales hacia periferias menos conectadas y servidas.
Regulación y responsabilidad compartida
Frente a esta situación, muchos municipios implementan medidas regulatorias para equilibrar ambos intereses, estableciendo límites a las licencias de viviendas turísticas o aplicando tasas específicas. Sin embargo, la efectividad de estas normas depende de su cumplimiento y de la voluntad política de priorizar el derecho a la vivienda. La responsabilidad no recae solo en las administraciones, sino también en los propietarios y plataformas de alquiler, que deben considerar el impacto social de sus decisiones económicas y buscar modelos más equilibrados que compatibilicen el turismo con la vida local.
Mientras algunos propietarios se convierten en empresarios turísticos de éxito, sus antiguos vecinos hacen maletas buscando un alquiler que no requiera vender un riñón, en una ironía moderna donde tener casa propia significa hospedar extraños mientras tú te mudas a la de tus padres.
Ante la falta de vivienda no hay discusión posible, primero se tiene que abastecer al mercado interno, los turistas pueden seguir llegando a los hoteles o edificios para tal fin.