Voces femeninas en la arquitectura de los siglos XVIII y XIX
La historiadora de la arquitectura Anne Hultzsch de ETH Zurich está revolucionando nuestra comprensión de la historia arquitectónica al rescatar las perspectivas escritas por mujeres entre 1700 y 1900. Su investigación revela cómo autoras de diversos estratos sociales, desde amas de casa hasta princesas, documentaron y criticaron el entorno construido a través de cartas, diarios y publicaciones. Estos textos, tradicionalmente ignorados por la historiografía convencional, ofrecen una mirada íntima y práctica sobre la vida en espacios domésticos, palaciegos y urbanos, demostrando que la experiencia arquitectónica femenina era tan aguda como la de sus contemporáneos masculinos.
La diversidad de autoras y sus escritos
Hultzsch descubre que las mujeres abordaban la arquitectura desde múltiples ángulos, combinando observaciones estéticas con críticas funcionales sobre iluminación, circulación y comodidad. Las aristócratas describían palacios con detalle ornamental mientras las burguesas analizaban la eficiencia de sus hogares, creando un corpus literario que equilibraba lo sublime con lo cotidiano. Esta pluralidad de voces enriquece nuestro conocimiento sobre cómo se percibía y utilizaba la arquitectura más allá de los planos técnicos, destacando aspectos como la acústica en salones de baile o la ventilación en nurseries que los arquitectos varones solían pasar por alto.
El legado oculto en diarios y correspondencias
La investigadora subraya que muchos de estos escritos se conservan en archivos privados y colecciones epistolares, donde las autoras reflexionaban sobre reformas, materiales de construcción y la relación entre espacios interiores y exteriores. Hultzsch identifica patrones comunes, como la preocupación por la salubridad en dormitorios infantiles o la adaptación de cocinas para optimizar el trabajo doméstico, temas que hoy consideraríamos pioneros en diseño bioclimático y ergonomía. Estos documentos no solo amplían el canon arquitectónico sino que cuestionan la narrativa patriarcal que durante siglos invisibilizó contribuciones femeninas al urbanismo y la habitabilidad.
Resulta curioso que dos siglos después sigamos redescubriendo lo que cualquier ama de casa del XIX ya sabía: que un pasillo mal ubicado genera más conflicto que un frontón neoclásico desproporcionado.