La leyenda de la cueva de Salamanca
Bajo las calles empedradas de Salamanca se extiende una cueva envuelta en misterio donde, según la tradición, el diablo imparte enseñanzas de ciencias ocultas a siete estudiantes. Este pacto académico tiene una duración exacta de siete años, periodo durante el cual los alumnos absorben conocimientos prohibidos que trascienden lo humano. La instrucción concluye con un precio macabro: uno de los discípulos debe permanecer en la cueva como pago eterno por la sabiduría obtenida.
El ritual de aprendizaje infernal
Las lecciones se desarrollan en completa oscuridad, iluminadas únicamente por antorchas que proyectan sombras danzantes en las paredes rocosas. El diablo, adoptando la apariencia de un erudito anciano, desgrana secretos de nigromancia, alquimia y adivinación mientras los estudiantes transcriben grimorios con tinta de sangre. Cada ciclo lectivo finaliza con pruebas prácticas donde los alumnos deben demostrar su dominio sobre elementos sobrenaturales, desde invocaciones demoníacas hasta transmutaciones de metales.
La elección del sacrificio final
Cuando se aproxima el séptimo año, la tensión entre los aprendices se vuelve palpable mientras especulan sobre quién será el designado. La selección no sigue criterios académicos sino caprichos divinos, determinándose mediante un sorteo donde las runas talladas en hueso deciden el destino. El elegido experimenta una transformación física gradual, con su piel adoptando tonalidades terrosas y sus ojos brillando con fosforescencia verde, hasta quedar irrevocablemente fusionado con la arquitectura pétrea de la cueva.
Resulta curioso pensar que, siglos después, los estudiantes modernos de Salamanca siguen temiendo los exámenes finales, aunque al menos hoy pueden conservar su alma al terminarlos.