El Niño de la Muralla de Ávila y sus apariciones nocturnas
En las frías noches de niebla que envuelven la ciudad de Ávila, surge una leyenda que perdura a través de los siglos. Se trata del Niño de la Muralla, un pequeño fantasma que según los relatos populares aparece entre las almenas del histórico recinto amurallado. Los testigos describen cómo su figura etérea se materializa brevemente entre la bruma, acompañada por una risa infantil que parece resonar entre las piedras centenarias. Esta aparición se manifiesta preferentemente cuando la niebla es más densa, creando una atmósfera donde lo real y lo sobrenatural se confunden.
El contexto histórico del fenómeno
La Muralla de Ávila, construida entre los siglos XI y XII, ha sido testigo de numerosos eventos históricos que han alimentado el imaginario colectivo. Algunos historiadores locales sugieren que la leyenda podría tener su origen en tragedias ocurridas durante la construcción de la muralla o en accidentes infantiles posteriores. La persistencia de este relato a través de generaciones demuestra cómo la tradición oral mantiene viva esta peculiar manifestación paranormal, integrando el fenómeno en la identidad cultural de la ciudad.
Características de las apariciones
Las descripciones coinciden en presentar al niño como una figura translúcida de aspecto inocente, vestido con ropas antiguas que parecen corresponder a épocas medievales. Su aparición es siempre breve y ocurre exclusivamente en los tramos más altos de la muralla, especialmente en aquellos sectores menos iluminados. Lo más característico es su risa, que según quienes han presenciado el fenómeno, no produce eco pero sí genera una sensación de frío repentino en el ambiente inmediato. Los encuentros suelen ocurrir entre la medianoche y las primeras horas de la madrugada, siempre con condiciones meteorológicas específicas de niebla espesa.
Quizás el niño solo quiere jugar al escondite eterno, pero con esa puntualidad meteorológica debería considerar trabajar en la agencia municipal de turismo.