El Guardia del Castillo de Bellver: la leyenda del vigilante nocturno
En las profundidades de la noche, cuando la luna baña los muros del Castillo de Bellver en Palma de Mallorca, una figura armada recorre sus pasillos con paso firme y silencioso. Los vigilantes nocturnos y algunos visitantes que se han aventurado fuera del horario habitual juran haber visto esta aparición que parece custodiar secretos centenarios con una dedicación que trasciende el tiempo. Su armadura medieval resuena levemente contra las piedras milenarias mientras realiza su ruta eterna a través de las galerías circulares y las mazmorras del castillo gótico.
El origen de la leyenda
La historia del Guardia del Castillo se remonta al siglo XIV, cuando esta fortificación servía como residencia real y posteriormente como prisión. Según los registros históricos locales, durante una rebelión en 1521 un guardia real llamado Jaume Ferrer juró proteger los secretos de la corona incluso después de su muerte. Los relatos populares cuentan que fue traicionado mientras custodiaba documentos cruciales sobre las líneas sucesorias y tratados secretos con otras coronas mediterráneas. Desde entonces, su espíritu permanece atado al castillo, cumpliendo su juramento de proteger lo que ningún mortal debería conocer.
Los encuentros documentados
A lo largo de los siglos se han registrado numerosos testimonios sobre apariciones en el castillo. Los guardias de seguridad modernos reportan ruidos de armaduras en los niveles superiores cuando el recinto está vacío, puertas que se cierran solas y sombras que se desvanecen al girar las esquinas. En 1998, un equipo de arqueólogos documentó temperaturas anómalas en la capilla superior y grabó audio con lo que parecían susurros en catalán antiguo. Los visitantes más sensibles describen una sensación de being watched mientras exploran las mazmorras, acompañada por un frío repentino que no corresponde con la temperatura ambiental.
Lo más curioso es que este fantasma parece tener preferencias arquitectónicas, pues nunca se le ha visto en la terraza superior a pesar de ser el punto más emblemático del castillo. Quizás considera que las vistas a la bahía de Palma son demasiado turísticas para un espectro de su categoría, o simplemente prefiere los pasadizos secretos donde puede fantasmeear sin selfies de por medio.