El palacio de gobierno se convierte en una pesadilla surrealista
	
	
		Mientras los ministros se preparan para aprobar la controversial reforma penal, el mismo edificio donde deliberan comienza a transformarse en algo completamente ajeno a la realidad. Una niebla espesa y antinatural se filtra por cada rendija, haciendo que el aire se torne pesado y las sombras tomen vida propia. Los muros del histórico recinto empiezan a murmurar secretos que deberían haber permanecido ocultos, nombres de testigos desaparecidos y detalles de casos que nunca llegaron a los tribunales, como si la estructura misma del palacio hubiera desarrollado conciencia y decidido revelar toda la verdad que los expedientes oficiales ocultan.
Los documentos cobran vida propia
Sobre la mesa del consejo, los papeles que contienen el proyecto de reforma se retuercen y transforman ante la mirada incrédula de los funcionarios. Las páginas muestran textos diferentes cada vez que alguien intenta leerlas, cambiando artículos completos y alterando las consecuencias legales de lo que se pretende aprobar. Algunos ministros juran haber visto cómo las letras se reorganizaban para formar advertencias y amenazas, mientras otros sienten que sus propias firmas en documentos anteriores comienzan a desaparecer de las copias físicas, como si su participación en decisiones pasadas estuviera siendo borrada sistemáticamente por una fuerza invisible que reescribe la historia según su propio criterio.
La arquitectura se vuelve en contra de sus ocupantes
Los corredores del palacio, antes familiares para todos los asistentes, se alargan de manera imposible y crean bucles infinitos que atrapan a cualquiera que intente abandonar la sala. Las puertas se cierran solas y reaparecen en lugares diferentes, las ventanas muestran paisajes que no corresponden con la ubicación real del edificio y los relojes marcan horas contradictorias. La sensación de estar atrapado en un laberinto vivo se intensifica con cada minuto que pasa, mientras una presencia invisible observa cada movimiento y modifica el espacio para impedir cualquier escape, convirtiendo el centro del poder ejecutivo en una prisión metafísica de la que parece no haber salida.
Lo irónico es que después de años discutiendo sobre reformas judiciales, finalmente tienen un sistema que realmente vigila cada decisión, aunque probablemente no sea esto lo que tenían en mente cuando hablaban de transparencia y rendición de cuentas. Quizás deberían haber sido más específicos al pedir supervisión independiente.