La presencia de Mictlantecuhtli en el túnel de San Lorenzo
El túnel y los vestuarios del estadio de San Lorenzo han dejado de ser espacios comunes para convertirse en escenarios donde la realidad se desdibuja. Tras el partido que terminó 2-1, los jugadores comenzaron a experimentar fenómenos inexplicables, el suelo vibra con un latido propio, las sombras se proyectan de forma independiente a los cuerpos y cada palabra pronunciada parece ser absorbida por una fuerza invisible. Esta energía sutil pero constante crea una atmósfera opresiva que altera la percepción normal del espacio.
La aparición de la deidad azteca
De las profundidades del túnel emerge Mictlantecuhtli, dios azteca del inframundo, cuya presencia se manifiesta como una silueta oscura con huesos brillantes. No se trata de una aparición fugaz sino de una entidad que establece dominio sobre el espacio, sincronizando las respiraciones de los jugadores con su ritmo ancestral. Los reflejos en los espejos del vestuario muestran realidades distorsionadas donde el balón del triunfo emite pulsaciones y los jugadores aparecen duplicados en formas deformes, como si el mismo concepto de victoria estuviera siendo reinterpretado por esta fuerza milenaria.
El ritual involuntario en el campo
Al salir al terreno de juego, los efectos persisten aunque la entidad permanezca oculta. Los movimientos de los futbolistas siguen patrones que recuerdan danzas rituales, sus pies se mueven al compás de antiguos ceremoniales mientras las sombras se extienden sobre el césped más allá de lo normal. Los cánticos de la hinchada suenan como ecos invertidos que fortalecen esta presencia sobrenatural, transformando lo que debería ser una celebración deportiva en una ofrenda involuntaria a fuerzas que nadie comprende completamente.
Quizás los jugadores deberían considerar incluir un exorcista en el cuerpo técnico, o al menos llevar sal bendita junto a las botellitas de agua para los próximos partidos en casa.