Con dos cojones

(Esta sacado de un foro de internet). Resulta que llegamos el otro día a una terraza de un bar en mí pueblo (griñon) con mi coche, mi mujer y yo.

Aparco justo enfrente de las mesas y sillas y al lado de un pedazo de Mercedes 600 sel v12 con matricula. O sea que, si no me equivoco, es de 1992 más o menos.

Bueno, a lo que vamos, nos sentamos justo enfrente de los dos coches y creo que el dueño era un cincuentón que estaba tomando algo con su mujer a nuestro lado.

En esto llega un 206 ultrastretrayotunnig en un color inexplicable y todo reluciente y lo típico: con las ventanillas bajadas y la música de máxima FM a tope y pegando acelerones para que se oyeran sus maxmegatubarros.

Va el tío y aparca en doble fila detrás (en gran parte) del Mercedes y del mio. Se bajan dos pinpines con los pelos despeinados hacia arriba y engominaos hasta el culo, se quedan mirando el Mercedes y mi coche y van a sentarse en la mesa de al lado con otros tres colegas que ya estaban en la terraza.

A la que venían a sentarse, el hombre del Mercedes le dice educadamente al chico que le quite el coche que va a salir. El Neng le dice que si, que ahora mismo, y entre risas con sus amigos comenta por lo bajini que una, que mucho coche, pero que le va a tocar esperar un rato.

Mientras el se regocija con sus amigos, los cuales también se partían el culo, el cincuentón del Mercedes con el coche ya un rato encendido le toca el claxon y le dice que haga el favor de quitárselo y el ninhato le dice que te esperes ombre, tanta prisa y tanta polla (palabras textuales) y el crío sigue bebiéndose su caña con los amigos, de fondo, partiéndose el culo.
(Ahora viene lo bueno).

El tío del Mercedes mete marcha atrás y acelera a tope con los 408 cv que tiene el bicho (si no me equivoco) y le mete al 206 un estacazo del copón empotrandole toda la puerta del copiloto para dentro medio metro por lo menos.

Yo, y todos los de allí, nos quedamos así, menos el crío del 206 que se quedó blanco. Se abalanzan sobre el viejo todos los chavales, y tres o cuatro tíos que estábamos allí les paramos los pies. El dueño del 206 le empieza a gritar al del Mercedes que si esta loco, que si tal.

El cincuentón se baja tranquilamente (la mujer ni se menea, se queda sentadita) y le suelta al chaval que creía que ya se lo había quitado y que no había visto el coche y le dice -para mi- La frase del siglo (al loro):
Mira, hijo: para ser chulo en esta vida hay que tener cojones y dinero.

Y ahora saca los papeles, que hacemos el parte y, no te preocupes, que la culpa la he tenido yo. Pero tu coche se va a quedar un mes en el taller, un poco más de lo que tú me has hecho esperar a mi.

Impresionante la gente hasta aplaudía, el ninhato no sabía dónde meterse y creo que no va ha olvidar esa frase en su vida.

Vaya, fue para verlo, casi le pido un autógrafo al del Mercedes, mi héroe, y hasta a la mujer, que ni siquiera hizo gesto de preocupacion.
(A todo esto decir que el Mercedes ni siquiera se abollo. Solo unos rasguños de la inexplicable pintura del otro y ya está. Vamos, ni comparación con lo que le hizo al 206).

Y esto no es una versión de la famosa escena de tomates verdes fritos.

Sea verdad o no, todos los quillacos que van de ese palo se merecerían algo así. Lástima que no haya tantos Mercedes en el mundo.

Sí, la historia mola, aunque sea una de esas leyendas urbanas, pero mola.

Yo lo leí hace varios años.

Maldición me habéis tirado por tierra la historia que tan ilusionado os traje. Esto no puede quedar así, sacaré la artillería pesada aún a sabiendas de que Hyda e Infograph y quizá el colega de las equis pedirán mis testículos.
(Ambas historias me han llegado vía mail).

La primera vez. Vaya cagada.

Cuando tenía 17 años, mi novia ya estaba preparada para hacerlo. Como podríais esperar de cualquier chico de mi edad, estaba entusiasmado. Nada se interpondría entre mí y mi destino final.

Me preparé para la gran noche, me arreglé y me lavé concienzudamente. Desgraciadamente, había un pequeño problema. Padezco un trastorno digestivo que a veces hace que mi se vuelva extraordinariamente sólida y compacta en mí interior. Por entonces no sabía que existía un tratamiento y, de hecho, pensaba que todo el mundo tenía que vivir con este equivalente anal de las piedras del riñón. Menciono esto porque durante los últimos días un ejemplar realmente poderoso se había estado gestando dentro de mí.

Resumiendo el panorama. Sus padres no están. Tenemos su casa para nosotros solos. Ella es bastante viciosa, y quiere que lo hagamos en la cama de sus padres.

La habitación esta bañada por la luz de las velas. Por lo visto se lo ha estado trabajando durante todo el día, y hay muy buena iluminación incluso con las luces apagadas. Lo cual es de agradecer, porque ha empezado a bailar sensualmente para mí, y no pierdo detalle. A sus dieciséis años, esta tremenda. Me compadezco de aquellos de vosotros que nunca habéis catado a una chica de esa edad.

Sentado en la cama, contemplando su danza, sonrío y le digo lo preciosa que esta. Por desgracia, la mayor parte de mi atención se concentra en esa molesta presión sobre el esfínter, y en esa incómoda sensación en el intestino provocadas por llevar varios días sin cagar. Pero de algún modo consigo empalmarme, y vamos al tema.

Empezó ella arriba, luego nos cambiamos. Después la puse a cuatro patas, e incluso le di un cachete en el trasero (fue un poco imprudente por mi parte, pero le encantó) una consecuencia de mi pequeño problema es que me distraigo y aguanto una eternidad. Ella no dejaba de gemir y de decirme lo mucho que le estaba gustando, y fue entonces cuando me susurró lo que todo hombre desea oír: quiero que te corras en mí boca. Vaya, adoro a las mujeres.

Así que empieza a bajar. No era la mejor felatriz del mundo, pero al menos lo intentaba. Se saca mi polla de la boca el tiempo suficiente para llegar a pronunciar las palabras: dime si esto te gusta. Y entonces lo sentí.

Me había metido un dedo por el culo.

La señal de pánico se encendió en mí cerebro y todos los músculos de mi cuerpo reaccionaron bloqueándose al instante. Pero era demasiado tarde.

Un doloroso y gigantesco truño emergió de lo más profundo de mi cuerpo, desparramándose sobre el edredón de sus padres.

No, no me estáis entendiendo. Quiero decir grande. Enorme. Inmensa. Coge la más grande que hayas cagado en tu vida, multiplícala por cuarenta y dos y tendrás una imagen remota de la que salió disparada de mí.

Y caballeros, cuando digo que salió disparada, no me refiero simplemente a que la cagué con ímpetu. Hablo de un jodido proyectil. Hablo de un viento huracanado llevándose una sombrilla por los aires. Y por culpa de mi tranestorno intestinal, salió en forma de un enorme, oscuro y pestilente arpón.

Sé que le dio. No lo vi con claridad, pero lo sé. Lo sé porque echó a correr, chillando oh dios mío, ohdiosmiodiosmio pero siempre imaginé que, por su posición, debió impactarle en la barbilla. O por lo menos en las tetas.

Me gustaría decir que me levanté y fui detrás de ella. Pero oí cómo se encerraba en el baño de un portazo y simplemente me quedé tumbado sin hacer nada. El olor me llegó al cabo de pocos segundos. Apestaba como si alguien hubiera untado un gato con y lo hubiera arrojado a la chimenea. Miré debajo y vi la que, hasta la fecha, ha sido la mayor evacuación de la que he oído hablar. Entonces percibí la sangre, y con ella el dolor.

Aparentemente, el cagar semejante monstruosidad me provocó un pequeño desgarro anal (al principio pensé que estaba sangrando por dentro. Al día siguiente visité al médico, que me habló por primera vez de mi enfermedad) se había formado un pequeño charco de sangre donde había estado mi culo. Un último recuerdo del momento y en lugar exactos donde perdí mi virginidad. Atesoraré ese recuerdo durante el resto de mis días.

Cogí mi zurullo con ambas manos y me dirigí al baño de la planta baja. Arrojé al retrete una tercera parte aproximadamente y tiré de la cadena, temiendo añadir una más a mi lista de desgracias si lo atascaba por echar demasiada.

Así que allí estaba yo, de pie, sosteniendo dos tercios del truño más grande de todos los tiempos, sintiendo el hilo de sangre que me bajaba por la pantorrilla y tratando de ignorar el agudo dolor que atormentaba mi recto. Ojalá conservara una fotografía de ese momento.

Finalmente me deshice de lo que quedaba de mi creación, me lavé las manos, me puse una pelota de papel higiénico entre las nalgas y subí al piso de arriba. Pude oír a mi novia sollozar tras la puerta del baño. Decidí no decirle nada y hacer lo que tenía que hacer. Pero el pestazo en el cuarto de sus padres era sobrenatural. Es como cuando cagas y sales del baño pensando hoy no lo he dejado tan mal pero luego vuelves a por tu revista y flipas. Pues era uno de esos momentos.

La escena esta grabada a fuego en mí retina. Mi vida. Mi deshonra. Mi primera vez hedió como una montaña de bebés muertos. Me vestí rápidamente, porque el calor que irradiaban las miles de velas que mi novia había colocado hacía que la habitación pareciera una letrina. Fui lo bastante avispado para agarrar el edredón y llevármelo abajo, a la lavadora. También me llevé las sabanas, pues la sangre las había empapado hasta llegar al colchón. Mi novia aún no daba señales de vida, pero a esas alturas lo consideré una bendición.

Lo metí todo en la lavadora junto con una dosis triple de detergente y la puse en marcha, sabiendo que ni siquiera un milagro podría salvar esas sabanas.

Y luego me fui. Evité las llamadas de mi novia durante días, hasta que vino a mi casa. Tuvimos una larga charla acerca de lo ocurrido. Con charla quiero decir romper conmigo por cagarme encima de ella. Y se acabó. Prometió no contárselo a nadie y dudo que lo haya hecho alguna vez. Este asunto la avergonzaba tanto como a mí. Pero siempre recordaré este hecho como la cosa más embarazosa que me ha pasado en la vida.

La primera la he leído, pero no pienso reincidir en mí tontería transitoria. Sin embargo, voy a aportar algo al hilo para restarle algo de su sinsentido contando que conozco a alguien que sí tuvo narices para empotrar con premeditación y alevos? A su Ford fiesta con más años que el fuego contra el coche de un niñato que se saltó un ceda en un cruce. He de añadir que el conocido en cuestión trabajaba como perito para una aseguradora y era muy consciente de lo que hacía.

Un primo igual, venía por la calle en su Civic y un bus iba cambiando de carril a diestra y siniestra durante largo tramo, hasta que le colmó los #&/@, y se le emparejó con el carro y en un arranque de histeria lo empezó a golpear de costado hasta que se detuvo el bus, y se hicieron de palabras, por suerte llegó un oficial que vio lo que sucedía a poner orden.

Obviamente mi primo tuvo que pagar por los daños de ambos, provocandole resaca económica y moral.

Pues yo voy a contar otra que me pasó hace unos años, cuando era rabino judío y nos hizo una visita el inspector de hacienda a auditar la sinagoga de la que estaba a cargo.

Mientras iba comprobando los libros, se giró hacia mí y me dijo:
-Observo que compraron un montón de cirios. ¿Qué es lo que hacen con los restos de cera que gotean?
-Buena pregunta -dije yo-. Las vamos guardando y las devolvemos al fabricante, y de vez en cuando ellos nos envían gratis una caja de cirios.

Oh, respondió el inspector, algo decepcionado con que su insólita pregunta hubiese tenido una respuesta tan buena, pero continuó con sus maneras odiosas.
-¿Qué me puede decir sobre sus compras de galletas, rabino Klópes, que hacen con las migajas?
-Vaya, sí -respondí, dándome cuenta de que el inspector estaba intentando ponerme en un aprieto con su absurda pregunta, las recogemos y las devolvemos a los fabricantes, y de vez en cuando nos envían gratis una caja de galletas benditas.

Ya veo, respondió el inspector, estrujándose el coco para ver cómo podía sacarme de quicio.

Bien, rabino, y entonces ¿Qué es lo que hacen con los prepucios que van quedando de las circuncisiones que llevan a cabo?
-Pues aquí tampoco desperdiciamos nada -respondí-. Lo que hacemos es irlos guardando y enviarlos a la agencia tributaria, y de vez en cuando, una vez al año más o menos, ellos nos envían un capullo completo.

Pues bien, eso es lo que me pasó. El inspector se fue, bailamos un poco de klezmer y al final rompimos unos vasos.

Vaya hulkie, pierdes facultades eh, esto son recopilaciones de historias de trolls en foros, vamos se nota a leguas que son trolls estas historias, el pobre hulkie que estas empezando a chochear.

Cita:

---

Esto no puede quedar así, sacaré la artillería pesada aún a sabiendas de que Hyda e Infograph y quizá el colega de las equis pedirán mis testículos.

---

¿y que voy a hacer yo con tus testículos de acero? ¿jugar a las canicas?

Borrar.

Hola, Hyda. Me alegro de verte otra vez, pasada la 1 de la mañana en otro hilo absurdo. Esto empieza a parecerse a sentarme en la barra y pedir otra jarra.

Dios mío, ya hasta en el foro estoy controlada. Dejadme vivir. Leche.
:p. A todo esto. Y tú que haces aquí también, desgraciado.

Terminar la 2ª temporada de tbt. Mañana empiezo a las 12.

Pues te voy a hacer caso, pero que no sirva de precedente, ¿eh? A bientot.

Á tres bientot, miss.

La la ala.

Cita:

---

Vaya hulkie, pierdes facultades eh, esto son recopilaciones de historias de trolls en foros, vamos se nota a leguas que son trolls estas historias, el pobre hulkie que estas empezando a chochear.

---

A ver, huevón, he empezado el hilo diciendo eh tíos no os vais a creer lo que le ha poasado a un amigo o un amigo de un amigo? como bien dijo Drakky (respecto a la primera) fuese verdad o no, molaba. Solo tú podías leerte estas historias y reclamarle al mensajero que no le ocurrieron a nadie, después de la que imagino habrá sido una larga e intensa disertación contigo mismo.

Y respecto a la segunda, yo me descojoné, vuestro amigo Rappaniu casi sufre un soplo cardíaco también y pensé que al menos Klópes, Rebeca y quién sabe si algún otro demente sabría disfrutar del tufo escatológicamente divertido que rezuma. Perdón por las bajas que he causado.

Cita:

---

Sh a la cama ya ome, ve a acostar y acunar a Infograph ome.

---

Infograph, ¿eh? Pues yo que pensaba que estaba catando el champagne francés.

El creique y el penseque, son amigos del tonteque. Me parto con vosotros.

Si vamos, que independientemente si sea o no cierto, la redacción de la segunda me mató de risa, es como cuando Johnny carson te conaba un monologo.

Hyda trae filo.