Insectos impresos en 3D revelan los secretos del mimetismo
Un equipo interdisciplinar de la Universidad de Nottingham ha dado un giro sorprendente al estudio de la biología evolutiva, imprimir insectos hiperrealistas en 3D para investigar los límites del mimetismo en la naturaleza. Gracias a la colaboración entre ingenieros y biólogos, han desarrollado modelos a escala real y con precisión cromática que simulan especies reales... y también variantes que no existen. Sí, ahora se pueden crear mutantes a voluntad, pero con fines científicos.
Ingeniería + biología = experimentos con depredadores
Durante varios meses, colocaron estos insectos impresos en zonas donde viven aves silvestres, como en el bosque de Madingley en Cambridge, y registraron las reacciones de los pájaros usando cámaras y sensores RFID. El objetivo: ver si los depredadores se dejaban engañar por los modelos, y qué tan precisos deben ser estos para que el camuflaje funcione. Los resultados mostraron que, en algunos casos, el color y la forma general pesan más que una réplica perfecta.
¿Y qué pasa con los depredadores que no ven... sino que sienten?
En Portugal, otro experimento con arañas cangrejo reveló algo inesperado. Las arañas no reaccionaban ante los modelos estáticos, así que los investigadores decidieron añadirles movimiento con controladores Arduino. Solo entonces los depredadores respondieron. Esto demostró que, a diferencia de las aves, las arañas confían más en el movimiento que en la apariencia para detectar a sus presas.
Aplicaciones visuales y técnicas para creadores 3D
Los modelos se generaron con técnicas de escaneado 3D, modelado y morphing, y se imprimieron en resina con color integrado. Para los que trabajamos en visualización 3D, este tipo de estudios abre puertas a flujos de trabajo interesantes: desde la morfología controlada hasta la simulación de patrones naturales con texturas PBR, pasando por animaciones físicas en pequeños modelos articulados. Si alguna vez pensaste que imprimir una avispa en 3D era inútil… resulta que puede cambiar la forma en que entendemos la evolución.
Y lo mejor: sin necesidad de que te pique de verdad.