Un laboratorio forense digitaliza la topografía de un sello de cera histórico para verificar su autenticidad. Se captura la superficie con un microscopio confocal 3D como el Sensofar S neox o un escáner de luz estructurada como el GOM ATOS. Estos equipos registran con alta precisión las microimperfecciones y los detalles únicos que deja el cuño original al presionar la cera caliente. Este modelo 3D actúa como la huella dactilar del sello.


El análisis compara la huella digital 3D

El software de análisis, como GOM Inspect, procesa la nube de puntos obtenida. El especialista superpone el modelo del sello dudoso con el de un ejemplar auténtico de referencia. El programa calcula las desviaciones y genera mapas de color que muestran las diferencias en micras. Si las marcas de desgaste, las grietas del cuño o los defectos de fabricación no coinciden, se evidencia que se usó un cuño distinto, lo que determina que el sello es una falsificación.

La tecnología resuelve dudas históricas

Este método no destructivo permite autenticar documentos sin dañarlos. Proporciona una evidencia objetiva y cuantificable ante los tribunales o para estudios históricos. La resolución micrométrica de los escáneres detecta detalles invisibles al ojo humano, como el pulido del metal o las estrías más finas. Así, se puede confirmar o refutar la procedencia de un documento con un alto grado de certeza científica.

Un falsificador medieval nunca imaginó que su trabajo sería juzgado por un haz de luz estructurada y un algoritmo.