La primera entrega de la trilogía Southern Reach de Jeff VanderMeer presenta el Área X, un territorio costero aislado donde las leyes naturales parecen alterarse. Una expedición compuesta por cuatro científicas se adentra en este lugar para cartografiarlo y entender qué sucede. La narración, desde la perspectiva de la bióloga, describe cómo el entorno las afecta y transforma, mezclando la investigación con una experiencia psicológica profunda y perturbadora.


La expedición se enfrenta a un ecosistema cambiante
Dentro del Área X, el equipo encuentra fenómenos biológicos imposibles, como flores que forman frases humanas y criaturas híbridas. La torre o túnel que descubren, cubierto de escritura orgánica en sus paredes, se convierte en el centro de su investigación. A medida que avanzan, los lazos del grupo se resquebrajan y la misión oficial se difumina, dejando espacio para que cada mujer confronte sus propios demonios y la naturaleza del lugar.

La identidad y la percepción se desdibujan en la zona
La novela no busca explicar el origen del fenómeno, sino mostrar cómo este desarma a los personajes. La bióloga, cuyo marido formó parte de una expedición anterior, percibe cómo su propia memoria y cuerpo empiezan a cambiar. VanderMeer construye una atmósfera de horror cósmico donde lo familiar se vuelve extraño, y la línea entre el observador y lo observado desaparece progresivamente.

La próxima vez que veas un hongo brillante en el bosque, quizá pienses dos veces antes de acercarte a olerlo, no vaya a ser que empiece a susurrar tu nombre.