La óptica tradicional da un paso hacia lo plano. Unas nuevas lentes, tan finas como una hoja de papel, emergen como alternativa a los sistemas de lentes curvas y voluminosas. Estas metasuperficiales manipulan la luz usando una densa capa de nanoestructuras, cada una más pequeña que la longitud de onda de la luz que controlan. Este diseño permite dirigir las ondas luminosas con precisión para enfocar una imagen, pero sin la curvatura y el grosor que exigen las lentes convencionales. Su desarrollo apunta directamente a integrarse en cámaras de smartphones, sensores médicos y dispositivos de realidad aumentada, donde cada milímetro cuenta.


Cómo funcionan las nanoestructuras que doblegan la luz

La clave reside en una superficie plana cubierta por millones de nanopilares de silicio o dióxido de titanio. Estos pilares, dispuestos en patrones específicos, interactúan con la luz al incidir sobre ellos. Alteran la fase, la amplitud y la polarización de cada onda de manera controlada. Al combinar millones de estas interacciones a escala nanométrica, la superficie completa puede desviar y enfocar la luz como lo haría una lente curva gruesa. Este principio permite corregir aberraciones ópticas como la distorsión o el cromatismo de forma más eficiente y en un espacio mínimo.

Ventajas y desafíos de adoptar esta tecnología

La principal ventaja es la miniaturización extrema, que posibilita diseñar dispositivos ópticos más delgados, ligeros y potencialmente más baratos de producir en masa. También pueden integrar varias funciones ópticas en una sola capa, como filtrar, enfocar y polarizar la luz. Sin embargo, fabricar estas nanoestructuras con la precisión necesaria para todo el espectro de luz visible sigue siendo complejo y costoso. Además, su eficiencia para captar luz, comparada con lentes grandes de cristal, es un campo donde se sigue investigando para mejorar.

Parece que el futuro de la fotografía no solo se juega en los megapíxeles del sensor, sino también en los nanómetros de cada pilar de estas lentes planas. Quizás pronto extrañemos el característico bulto de la cámara en nuestros teléfonos.