La Unión Europea ha establecido una nueva norma que afecta a la fabricación de automóviles. Los negociadores del Parlamento Europeo y del Consejo han llegado a un acuerdo que obliga a que los vehículos nuevos contengan un mínimo de un 25% de plástico reciclado en su composición. Las empresas fabricantes disponen de un plazo de diez años para alcanzar este objetivo. Esta medida forma parte de una estrategia más amplia para impulsar una economía circular en el sector del transporte.


El impacto potencial en el coste de los vehículos

Introducir este porcentaje de material reciclado puede alterar los procesos de producción actuales. Los fabricantes deben adaptar sus cadenas de suministro para asegurar el flujo de plástico reciclado que cumpla con los estándares de calidad y seguridad requeridos en la automoción. Este cambio en la fabricación conlleva inversiones en investigación, desarrollo y nueva maquinaria. Los analistas del sector anticipan que estos costes adicionales podrían trasladarse al precio final que pagan los consumidores.

El debate sobre la sostenibilidad y la accesibilidad

Los defensores de la norma argumentan que es un paso necesario para reducir la dependencia de plásticos vírgenes y para gestionar mejor los residuos. Sin embargo, surgen críticas que señalan una posible contradicción entre los objetivos medioambientales y la asequibilidad. Algunos expertos plantean que encarecer los coches nuevos puede prolongar el uso de vehículos más antiguos y contaminantes, un efecto contrario al que se busca. La medida se suma a otras regulaciones europeas, como los límites de emisiones, que también influyen en el diseño y el precio de los automóviles.

Así que, mientras algunos celebran un futuro con coches más verdes, otros se preguntan si podrán permitirse entrar en el concesionario para verlos. Eso sí, podrás escoger el color del plástico. ¿Te imaginas que en la puerta te toque el trozo de bolsa con el logo del Mercadona?