En un ejercicio teórico, cinco científicos describen los proyectos que emprenderían si no existieran restricciones de presupuesto, ingeniería o física convencional. Estos diseños exploran los límites de lo que podemos concebir, no lo que actualmente podemos construir. La propuesta más ambiciosa imagina un colisionador de partículas que orbita la Luna, un anillo de aceleración cuyo tamaño supera en órdenes de magnitud al Gran Colisionador de Hadrones. Otro físico sueña con un láser de potencia tan extrema que desafiaría nuestra comprensión de la electrodinámica cuántica, un dispositivo que hoy se considera imposible según los modelos estándar.


Un acelerador de partículas que rodea la Luna

La escala de este hipotético instrumento permitiría alcanzar energías de colisión inimaginables, potencialmente abriendo una ventana a nuevos dominios de la física de partículas. Su construcción requeriría solucionar desafíos de ingeniería espacial, como ensamblar componentes en el vacío y estabilizar una estructura de tamaño planetario. Los científicos especulan que podría buscar evidencias directas de dimensiones extras o de la materia oscura, fenómenos que los aceleradores terrestres solo pueden investigar de manera indirecta.

Un láser que desafía las leyes conocidas

Este experimento propone concentrar una cantidad de energía lumínica tan colossal en un punto diminuto que se crearían condiciones similares a los instantes posteriores al Big Bang. El campo eléctrico generado sería lo suficientemente intenso para separar el vacío cuántico mismo, produciendo pares espontáneos de partículas y antipartículas a partir de la nada. Lograr esto exigiría una nueva física de materiales y óptica, superando los límites de ruptura dieléctrica que hoy definen la potencia láser máxima.

En un mundo así, el presupuesto anual de física se mediría en puntos de Producto Interior Bruto galáctico, y la principal queja de los investigadores sería que la construcción del acelerador lunar retrasa su próximo café espacial.