El iCub es un robot humanoide de código abierto que desarrolla el Instituto Italiano de Tecnología. Tiene el tamaño y la apariencia aproximada de un niño de tres años. Su propósito principal es servir como plataforma para que los científicos investiguen cómo surge la cognición humana. Los laboratorios que lo adoptan en todo el mundo lo usan para estudiar el aprendizaje motor y la forma en que interactuamos socialmente. Su diseño se centra en replicar el proceso por el cual un niño pequeño descubre el mundo que lo rodea.


Su arquitectura abierta fomenta la investigación colaborativa

Al ser un proyecto de código abierto, cualquier equipo de investigación puede acceder a sus planos y software. Esto permite que grupos de diferentes países adapten y mejoren la plataforma para sus experimentos específicos. La filosofía abierta acelera el progreso en campos como la visión por computadora, el control de movimientos y el procesamiento del lenguaje. Los científicos pueden compartir algoritmos y comparar resultados de una manera más directa y eficiente.

Sus sensores y actuadores imitan capacidades humanas

El robot integra una gran variedad de sensores que le permiten percibir su entorno. Cuenta con cámaras en los ojos, micrófonos en las orejas y sensores táctiles repartidos por su piel artificial. Sus articulaciones permiten un rango de movimiento similar al humano, lo que es clave para manipular objetos. Esta configuración física es esencial para que el iCub pueda experimentar el mundo de una forma análoga a como lo hace un niño, tocando, viendo y escuchando.

Aunque su mirada fija y sus movimientos algo mecánicos pueden resultar inquietantes para algunos, es precisamente esa apariencia infantil la que ayuda a los investigadores a plantear preguntas fundamentales sobre cómo construimos nuestra propia comprensión del mundo desde los primeros años de vida.