Un guion de cine reimagina a Leonardo da Vinci como bioesteticista
Un guion de cine propone una relectura distópica de un momento histórico. La escena clásica de Leonardo da Vinci pintando a la Mona Lisa se transforma. En esta versión, Leonardo no maneja pinceles ni óleos. Opera en un laboratorio impoluto y futurista. Su título es bioesteticista jefe. Su tarea no es pintar un retrato, sino diseñar un ser.
El proceso de diseño genético sustituye a la pintura
Leonardo interactúa con una compleja pantalla holográfica. En ella ajusta parámetros genéticos con precisión quirúrgica. Modifica secuencias de ADN para esculpir rasgos faciales, tono de piel y estructura ósea. El objetivo es crear el rostro perfecto para un compañero sintético. Este modelo, bautizado como Mona Lisa, está destinado a una élite que puede pagar por él. La creación es puramente biotecnológica, un producto de lujo hecho a medida.
La sonrisa programada simboliza control social
El detalle más crucial en este diseño es la expresión facial. La enigmática sonrisa de la Mona Lisa original aquí tiene una función específica. Está programada genéticamente para mostrar sumisión. No surge de una emoción espontánea, sino de un código biológico insertado. Esta característica garantiza que el compañero sintético nunca desafíe a su dueño. La obra de arte se convierte así en un instrumento de control, y el genio del Renacimiento en un arquitecto de la obediencia.
Quizás en esta distopía, los mecenas no discuten sobre perspectivas o veladuras, sino sobre la tasa de retorno de la inversión en sumisión genética.
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