Los anuncios de préstamos hipotecarios suelen destacar un tipo de interés inicial muy bajo, precedido por la palabra desde. Esta táctica de marketing busca captar la atención de posibles clientes que buscan financiación. Sin embargo, esa tasa mínima no es la oferta general, sino que funciona como un señuelo. En la práctica, solo un porcentaje muy reducido de solicitantes logra acceder a ese interés promocional, ya que las entidades lo condicionan a perfiles de alto nivel económico.


La letra pequeña define las condiciones reales

Para optar a la tasa anunciada, el banco suele exigir que el cliente cumpla una serie de requisitos estrictos. Estos incluyen contratar otros productos vinculados, como seguros de hogar o de vida, domiciliar la nómina y mantener un alto nivel de ingresos con un contrato indefinido. Además, el importe del préstamo respecto al valor de la vivienda, conocido como LTV, debe ser bajo. Si el cliente no cumple todos estos criterios, el interés aplicable será notablemente más alto.

Cómo comparar ofertas de forma efectiva

Para evitar sorpresas, es fundamental solicitar la Ficha de Información Precontractual o FIPER en cada entidad. Este documento estandarizado detalla el tipo de interés nominal, la tasa anual equivalente o TAE, y todas las comisiones asociadas. Comparar estas fichas permite evaluar el coste real del préstamo a lo largo de toda su vida. No conviene fijarse solo en el primer número grande del anuncio, sino analizar la oferta completa que el banco prepara para tu perfil concreto.

A veces parece que el banco no te vende una casa, sino un paquete de servicios donde la hipoteca es el regalo por comprar todo lo demás. La tasa desde es la cereza, pero para llegar a ella primero debes comprar el pastel, los platos y contratar al chef.