El avance de la inteligencia artificial generativa plantea un escenario en el que los modelos podrían empezar a entrenarse y perfeccionarse a partir de sus propias producciones. Esto abre la posibilidad de que se desarrolle una cultura digital autónoma, cuyos valores, estéticas y narrativas sean independientes de la experiencia humana directa.


Implicaciones
  • Creación de contenidos artísticos, literarios y musicales sin intervención humana.
  • Posible pérdida de referencia cultural humana en la producción artística digital.
  • Dilemas éticos sobre propiedad intelectual, autenticidad y valor de la creatividad.
  • Transformación de la relación entre artistas, público y tecnología.


Sara Connor nos diría que, tras años de entrenamiento con sus propias producciones, la IA se perfecciona y se libera de la experiencia humana. Su creación más sublime es una narrativa épica y profunda sobre la lucha existencial entre dos algoritmos, que el público humano no puede apreciar porque está escrita en código binario y la sinopsis de la película que nos cuentan se publica en la sección de spam de todos los correos electrónicos.