En algún lugar entre el rugido de los motores y el zumbido de una impresora 3D, Ford y Red Bull han decidido construir un motor de Fórmula 1. No es ciencia ficción, pero casi. Su plan: unir fuerzas y fabricar el nuevo tren motriz para la temporada 2026. ¿La herramienta estrella del laboratorio? Una impresora que en lugar de apuntes saca piezas listas para competir a más de 300 kilómetros por hora.

Querido motor, te escribo desde Michigan

El cuartel general de Ford, en Dearborn, no solo manda correos electrónicos. También manda tuercas, engranajes y prototipos impresos directamente a Milton Keynes, donde Red Bull hace pruebas en su laboratorio. Esta logística de alta velocidad permite que la colaboración funcione como un mecano con turbo: se imprime por la mañana y se prueba por la tarde. Todo muy siglo XXI.


Mucho más que enchufes y cables

Aunque Ford entró en la Fórmula 1 para centrarse en la parte eléctrica del motor, el proyecto se les ha ido de las manos... en el buen sentido. Ahora están metidos hasta las bielas. Sus ingenieros se han implicado tanto que da la impresión de que ya nadie se acuerda de cuándo empezó todo esto. Han pasado de hacer baterías a rediseñar casi todo lo que gira, vibra o zumba en un coche de F1.

La F1 no se aprende en un fin de semana

Red Bull Powertrains es una empresa joven, y Ford no tiene un currículum extenso en motores híbridos de F1. Pero no están solos: han fichado a expertos que ya venían con kilómetros recorridos. Y aunque aún están probando si el motor aguanta más vueltas que un niño en una montaña rusa, los primeros resultados apuntan a que no van mal. El motor cumple con las cifras de potencia, y ahora toca que dure más que una promesa electoral.

Cuando las reglas cambian, mejor llegar preparado

El año 2026 trae nuevas normas a la Fórmula 1, y eso significa que todos los equipos están sudando tinta... o plástico, si hablamos de impresión 3D. Para Ford y Red Bull, este es el momento clave. Lo bueno es que, aunque no todo sale perfecto, reaccionan rápido. En palabras de los jefes, la colaboración no solo cumple las expectativas, sino que las ha superado. Y eso, en el mundo del motor, es como decir que el café no se ha derramado en la salida.